- Soy Simone Biles y tal y como empecé la competición, la termino. Con esta idea, la estadounidense acabó su participación en los Juegos de Tokio sobre la barra de equilibrio del centro de Ariake. Sintiéndose gimnasta. Con una sonrisa. Después de abrir internacionalmente el debate sobre la importancia de la salud mental en el deporte, Biles regresó a la competición para despedirse de la cita olímpica con honores. Es decir, no para ganar, sino para superarse. Y lo ha hecho. La estadounidense recuperó sensaciones en la modalidad que peor se le da. En la que no partía como favorita y en la que no es necesario realizar giros longitudinales, esos que le llevaron a la ansiedad. Así, Biles comenzó su ejercicio en la barra de equilibrio concentrada. Un triple giro, un ritmo alto y ni una sola pausa fueron su carta de presentación. Porque el triunfo fue competir, pero es que la estadounidense si compite, lo clava. Así que siguió con una exhibición de amplitud, buscando la bonificación con la unión de los tres elementos. Muy segura. Después, un suspiro para preparar la salida. Su único descanso antes de un doble carpado para rematar su participación. Los jueces le otorgaron 14 puntos clavados (6,1 en dificultad), una medalla de bronce en el peor momento de su carrera. De esta forma, Biles levantó al pabellón entero. A la poca gente que hubo. De hecho, aunque fue China quien se subió a los dos primeros escalones del podio -Guan Chenchen, oro con 14,633 puntos; y Tang Xijing, plata con 14,233-, fue la de Ohio quien se llevó la ovación más ruidosa. La más sentida y reconocida. "No esperaba conseguir una medalla. Este bronce es más especial que el de la barra de equilibrio en Río. Lo apreciaré durante mucho tiempo", dijo Biles.

Y es que Biles se retiró de la competición olímpica el pasado 27 de julio aludiendo problemas de salud mental y, desde entonces, desde que su cabeza dijo basta, no se ha hablado de otra cosa en la villa. Cierto es que la estadounidense no se escondió. Explicó, tanto a la prensa como por redes sociales, su estado mental. Por qué se vio obligada a renunciar a todas las finales excepto la de barra para priorizar su salud. Se retiró de la final por equipos tras hacer tan solo un ejercicio -aún así se llevó la medalla de plata gracias al buen trabajo de Estados Unidos-. Tampoco estuvo en el individual, ni en el salto, ni asimétricas, ni en el suelo. Y fue transparente. "Tengo fantasmas en la cabeza", dijo. Pero en barra de equilibrio la realidad fue otra. En este aparato, la última prueba de la gimnasia artística femenina, Biles no fue la favorita. Su bronce en los pasados juegos de Río -la única prueba en la que no logró el oro- y su marca en la clasificatoria, donde consiguió la séptima mejor puntuación -un registro muy templado para la estadounidense- le quitaron la presión de tener que ganar. Es decir, aunque Biles es la actual campeona del mundo de esta modalidad y en la final olímpica fue la única que sobrevivió de esa final de Stuttgart de 2019, nadie le exigió ganar. Asimismo, la barra es un aparato que le permitió realizar un buen ejercicio sin las acrobacias más extremas, esos giros longitudinales que solo ella sabe hacer y que le hicieron perder la lucidez y el equilibrio. En otras palabras, en barra, el oro era opcional, no obligatorio. "La única razón por la que he participado en esta final es porque el ejercicio no contiene piruetas gracias a Dios. En la barra el trabajo es fácil. Siempre he podido hacerlo. No pude salir en ninguna otra final, así que fue una mierda, pero pude competir por equipos. Bueno, el único salto que hice fue genial, pero luego, a partir de ahí, fue como ir día a día y ver cómo iba. Para las demás finales, física y mentalmente no era seguro que pudiera hacer las dificultades sin poner en peligro mi salud y mi seguridad", afirmó.

De esta forma, el foco mediático estuvo sobre la de Ohio y su retorno a la competición. Y Biles dio una lección. Con una sonrisa al pisar el pabellón de Ariake hizo ver al mundo que estaba disfrutando del momento. Que, en esos momentos, estaba bien. Y con un bronce olímpico, demostró que cuidar la salud mental es muy necesario. Realizó su ejercicio la tercera de las ocho finalistas y saltó de la barra de diez centímetros en tercer lugar. Medalla de bronce.

"No esperaba esta medalla, es más especial que la de la barra de Río. La apreciaré más"

Gimnasta estadounidense