a salida ha sido accidentada. En los primeros 30 kilómetros ha habido dos caídas y nos hemos comido un buen calentón a cuenta de ellas. Después, las cosas se han calmado un poco. Íbamos con viento de cara, pero a 70 kilómetros de meta muchos equipos han decidido que no querían llegar al esprint en una etapa que era ideal para ello. Toda la gente que no iba a jugársela al esprint tenía que intentarlo porque era la última oportunidad. Solo queda la crono y el paseo por los Campos Elíseos, que previsiblemente sea otro esprint. Han empezado los ataques y, como siempre, ha sido una locura para tratar de coger el corte bueno. Nos hemos ido un grupo de una veintena de corredores, pero me he quedado cortado con otros. No tenía las mejores piernas, la verdad. No he podido cerrar el hueco. Así que le resto de la etapa la he hecho dentro del pelotón, en el que hemos ido muy tranquilos. Me ha dado pena quedarme fuera del grupo bueno, pero hay que asumir lo que hay. No era mi día. La fuga ha tirado hacia delante. Era imposible llegar a los escapados aunque algunos lo han intentado. Era un grupo muy numeroso y en el pelotón hemos ido muy relajados. Sabíamos que no había ninguna opción de cazar y además el cansancio está muy presente en las piernas. Mucha gente tenía que solucionar el Tour, era la última opción para ello y lo han intentado, pero la fatiga acumulada es muy grande. Mohoric ha impuesto de nuevo su ley. Ha sido el más fuerte de la fuga. Ha completado otra exhibición.
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