- Ausente Mikel Landa, el cuerpo roto, caído y derrotado, el Giro es más triste. Flota en la carrera el espíritu del alavés, el recuerdo de lo que puedo ser y no fue, la nostalgia de los momentos que no volverán porque la vida es irrepetible. Por eso merece la pena vivirla. Esa es su magia. Lamidas las heridas, con Landa en el alma, el Bahrain se encorajinó. Ni un paso atrás. Landa, el líder atacante, era la bandera de un grupo de guerrilleros. Tipos corajudos. Valientes. Hasta la victoria, siempre. Se conjuraron los compañeros de Landa para honrar a su líder herido, que retornó a casa para ser operado mañana de las esquirlas que le dejó la batalla de Cattolica.

Su Giro se quedó hecho añicos, pero el Bahrain quiso recomponerlo. Cosieron las heridas con el hilo del valor. Los japoneses emplean el kintsugi, una técnica milenaria, para recuperar lo roto y dotarlo otra vez de vida. El método consiste en pegar la cerámica quebrada con pegamento dorado. Las cicatrices unen y aportan la belleza de lo vivido. Al Giro le toca mucho por vivir. Gino Mäder insufló vida a la memoria de Landa con una victoria estupenda en la cumbre de San Giacomo, donde se desencajó Pello Bilbao, sin voz en la subida que subrayó a Bernal, Evenepoel, Ciccone y Martin.

El Bahrain promocionó a Pello Bilbao al generalato, pero al de Gernika le faltó la buena estrella. En la montaña hicieron cima los más pudientes de la alta aristocracia. El colombiano y el belga se miran de cerca. Vis a vis. Bernal y Evenepoel bailan pegados. En San Giacomo entrelazaron sus pasos para avanzar hacia la corona del Giro. Tropezaron Vlasov, Carthy y Simon Yates, que se dejaron una quincena de segundos. Su compatriota, Carthy se quedó sin blanca. Vlasov tampoco ofreció su mejor perfil. Almeida y Bardet se dejaron más de 30 segundos. Nibali no nada. Chapotea. Acumuló más retraso. A Pello Bilbao le laminó el puerto. Piernas con polilla. Se le atragantó San Giacomo. Mala digestión. No conviene descartar al maratoniano gernikarra para hacer una buena carrera, pero los puestos de honor los mira con prismáticos en una general que comanda el inopinado Attila Valter.El Bahrain envió a Mäder y Mohoric a la aventura. Con ellos, Bouchard, Janssens, Ravanelli, Guglielmi, Cataldo y Mollema alzaron el telón de la lluvia. Lloraba el cielo por Landa. Le echaba de menos. El libreto dispuso a Israel tras los fugados para no alterar a De Marchi, de rosa palo. La lluvia, el frío y el viento animó al Ineos. La guardia de Bernal incendió la carrera. Lanzadores de fuego. Concretado Forca di Gualdo, Ganna y Castroviejo encendieron la hoguera. Bernal sentía el crepitar de las buenas sensaciones. La mirada hosca del Ineos removió los adentros. De Marchi se quedó aislado. Los favoritos se agruparon. De esa agitación se descorcharon Ciccone, Bardet y Bettiol. El italiano buscaba el cabrestante de Mollema, que viajaba con Mäder, Mohoric y Cataldo. Ganna, colosal, esquilmó al trío.

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Hindley boqueó. La bengala de Martinez iluminó a Bernal. El colombiano se disparó. Evenepoel se ató a Bernal. También Ciccone. Dan Martin se subió a la misma ola. Pello Bilbao se deshilachó. A Carthy se le desgastó la pila. Vlasov mudó el gesto. Bernal se empeñó. Pero nadie como Mäder, que resistió la persecución y espantó los fantasmas de la París-Niza, cuando Roglic le cazó justo antes de la celebración. En San Giacomo nadie le emborronó la victoria. Bernal fue segundo, emparejado con Martin, Ciccone y Evenepoel. El belga prodigioso progresa en el Giro tras su tremenda lesión. Es difícil saber si podrá soportar el peso del Giro, sus montañas, pero se perfila como uno de los grandes opositores al triunfo final. Bernal y Ciccone asoman como sus rivales. El colombiano, que se retorció en el Tour por el dolor de espalda, está de vuelta. Es tercero, a un dedo de Evenepoel, otro que regresa desde la oscuridad hacia la luz. Ese fue el recorrido del Bahrain. Mäder homenajea a Landa.