Si no fuera poco el baño que le dio el Chelsea al Real Madrid en las semifinales de la Champions, la desazón de los madridistas se transmutó en indignación al comprobar la poca importancia que le daba a la derrota el jugador mejor pagado, que estaba llamado a ser la estrella del equipo y que se ha convertido en una auténtica decepción. Pero si además se ríe a carcajada limpia confraternizando con los jugadores del equipo rival...

Cierto es que Eden Hazard fichó por el Real Madrid por su fantástica trayectoria en el Chelsea, de ahí el compadreo con sus excompañeros. Sin embargo, un jugador que ha completado dos años de lesiones e intrascendencia tenía que haber calibrado la importancia de ese momento doloroso para la hinchada merengue.

Advertido de su penosa actitud, el internacional belga no tuvo otra que disculparse ayer en sus redes sociales después del revuelo generado por las imágenes. "No era intención ofender a la afición". "He leído muchas opiniones sobre mí, y no era mi intención ofender a la afición del Real Madrid. Siempre ha sido un sueño jugar con el Real Madrid y vine a ganar. La temporada no ha terminado y juntos lucharemos en la batalla por la Liga. Hala Madrid!", escribió, en inglés y en castellano, en su cuenta de Instagram.

Hazard, quien ha vivido un calvario de lesiones desde que fichase por el Real Madrid en junio de 2019 procedente del Chelsea, donde pasó siete temporadas, fue titular en el duelo trascendental de Londres pese a su inactividad, una decisión arriesgada de Zinedine Zidane que le salió muy mal. Su contribución al partido fue absolutamente intranscendente. Sin embargo, según datos de la UEFA, fue el futbolista del conjunto blanco que más kilómetros recorrió durante el partido: 10,64 km.

Pero tras el pitido final el delantero belga compartió confidencias y risas con los que fueran sus compañeros, y algunos ahora amigos, como el navarro César Azpilicueta, su traductor cuando llegó al Chelsea, y especialmente con Kurt Zouma y Édouard Mendy, con los que se rió a carcajada limpia.

Fue la última imagen del Real Madrid en una Champions que comenzó de la peor forma posible, con derrota ante el Shakhtar y empate agónico en casa del Borussia Mönchengladbach, para luego reaccionar con grandeza en el doble duelo ante el Inter, que le aseguró el primer puesto del grupo. Derrotando después en octavos al Atalanta y en cuartos a un Liverpool desdibujado. Con el equipo agotado, porque el técnico siempre pone a los mismos, el Chelsea le pasó por encima en ambos partidos de semifinales como un vendaval.