A Pello Bilbao se le ocurrió ir al Giro de Italia como a quien le da por subir las escaleras a un octavo piso con una mochila cargada de las montañas del Tour de Francia aunque el ascensor le salude desde el portal. El gernikarra, perfil de hilo, ciclista de aliento largo, rehusó la invitación del elevador. Bien pudo hacerlo. Su Tour, al servicio de Mikel Landa, fue estupendo y la lógica decía que el Giro estaba demasiado cerca como para enrolarse en otro esfuerzo agonístico. Sucede que el vizcaino eligió aventurarse y como el cuerpo no le negaba, se alistó en el último a modo de polizón en Palermo para “ver hasta dónde puedo llegar, pero sin presión”, decía entonces Bilbao. Con esa narrativa del día a día, el ciclista del Bahrain completó un Giro magnífico de punta a punta. En 2021 quiere repetir en las dos grandes citas por etapas. “Me veo con capacidad”, expone el gernikarra.
Para Pello Bilbao el Giro fue la confirmación de su alta capacidad competitiva. Además de poner a prueba su resistencia física, el gernikarra examinó a fondo su fortaleza mental. En esa faceta sobresalió el el vizcaino que soportó una fatiga psíquica extraordinaria. Concentradísimo, no perdió pie en una carrera que inició a modo de excursión y recorrió compitiendo en cada palmo de terreno. Pello Bilbao se adentró en un viaje a los límites de su organismo. La brutal ascensión al colosal Stelvio, el puerto aniquilador de voluntades, fue el epítome del Giro del gernikarra, la marca de agua de un ciclista con una descomunal capacidad de sufrimiento. Aferrado a la resistencia, accedió a la quinta plaza en Milán, su mejor posición en la corsa rosa, mejorando el sexto puesto de 2018, tras una durísima travesía.
El vizcaino demostró ser un competidor feroz y para el curso entrante piensa en repetir la experiencia. A la espera de cómo se desarrolle la concentración del equipo, que se reunirá en Altea entre el 10 y el 26 de enero, el vizcaino se muestra ambicioso. “El calendario está aún sin concretar pero la idea es hacer el Giro y el Tour, aunque es cierto que todavía todo está verde porque aún no hemos hablado ni concentrado”, lanza el vizcaino mientras acumula kilómetros para el comienzo de la campaña el día que su equipo estrenó maillot y denominación. El naranja de McLaren, patrocinador que deja el ciclismo, se extingue de una vestimenta en la que predominará el rojo combinado con negro. El equipo pasará a llamarse Bahrain-Victorious. Otro nombre, distinto color, mismo dinero.
Bilbao, que ha confirmado que su organismo puede sostener el reto que supone disputar a gran nivel el Giro y el Tour, tiene en mente abrir el telón en la Vuelta a la Comunitat Valenciana, que se celebrará entre el 3 y 7 de febrero. Después enlazaría con la Vuelta al Algarve, en Portugal, carrera se disputa entre 17 y el 21 del mismo mes antes de acceder a la París-Niza, cuya cita está fijada del 7 al 14 de marzo.
Concluida la ronda que concluye en la Costa Azul, uno de los grandes reclamos del comienzo del curso, el gernikarra se pondrá un dorsal en la Itzulia, que aguarda entre el 5 y el 10 de abril después de que la pasada temporada la carrera tuviera que suspenderse debido a la pandemia. La carrera vasca es una prueba que adora el vizcaino y un clásico en su hoja de ruta. Finiquitada la cita más importante del calendario de Euskal Herria, Pello Bilbao pretende ir al Giro. La corsa rosa tiene las fechas reservadas entre 8 y el 30 de mayo.
La carrera italiana es del gusto del gernikarra. “Me gustaría correrla, pero no sabemos cuál será la decisión definitiva y cuál será el objetivo asignado finalmente”, traslada Pello Bilbao, cuyo calendario emparenta con el de Mikel Landa, líder del Bahrain. El gernikarra es el alfil del alavés, su principal báculo en carrera. Probablemente ambos compartan Giro y Tour, dos carreras que respiran con la distancia suficiente entre sí para poder brillar en ambas. La Grande Boucle se disputará entre el 26 de junio y el 18 de julio, tiempo de sobra para recuperarse el esfuerzo de la corsa rosa. Pello Bilbao apuesta por el doblete.