on Rahm es el principal referente del golf vasco hoy en día. Desde niño tuvo claro sus sueños y los persiguió hasta cumplirlos. El número 1 del mundo estuvo en su punto de mira y llegó a él. Lo hizo por un camino arduo pero ya transitado con anterioridad por golfistas que le abrieron el camino. El primero de ellos fue Severiano Ballesterios. El gran pionero. Sin Seve no habría Jon. El barrikoztarra no se cansa en alabar el nombre de la leyenda de Pedreña. Sin embargo, no es el único. Txema Olazabal también fue clave para que muchos jugadores estatales comprobaran que el circuito estadounidense no era un coto cerrado. El de Hondarribia tuvo que curtirse primero en Europa y luego inició el asalto a Estado Unidos donde agrandó su legado con dos Masters de Augusta. Pero todo camino tiene un comienzo y mañana se cumplen 30 años de la primera victoria de Olazabal en terreno norteamericano, la primera del golf vasco. Fue en Akron, en el NEC World Series of Golf, precursor del WCG Bridgestone.
Esta victoria fue la consagración definitiva de Olazabal en la primera línea del golf mundial. El paso del joven golfista prometedor al candidato a todo. El guipuzcoano, con solo 24 años, vivió unos meses de un juego excelso, capaz de vencer en todas las circunstancias y dejar golpes antológicos en cada campo que pisó. Llegó a Akron con dos victorias previas. En mayo venció en el ya desaparecido Benson & Hedges International en Inglaterra, un torneo patrocinado por la compañía tabaquera y el gobierno ingles. Un mes más tarde triunfó en los siempre exigentes campos irlandeses. Olazabal ganó el Irish Open, cita de buen recuerdo para el golf vasco ya que Rahm también sabe lo que es ganar ahí. El de Barrika es el actual defensor del título y venció con anterioridad en 2017. Ese buen juego adquirió otro nivel cuando Olazabal pisó el campo de Akron. Fue un rodillo desde el primer día. Inalcanzable para sus rivales y ya desde el jueves dejó sin emoción la lucha por el título. Jugar por primera vez un torneo en este recorrido no le costó y se adaptó desde el primer golpe. Arrancó su participación con un birdie, le siguió un eagle y encadenó dos birdies consecutivos. Cinco golpes por debajo del par en un suspiro, un aviso que se convirtió en realidad.
El guipuzcoano cerró el primer día con 61 golpes y los otros tres siguientes con 67 para lograr un total de 18 golpes por debajo del par y vencer con una ventaja de 12 golpes. El resto de golfistas se tuvo que conformar con pelear por el segundo puesto. Olazabal no permitió más. "Vete al infierno. Marcha a casa ya", dijo entre risas Lanny Wadkins al acabar el torneo y felicitar al de Hondarribia. El estadounidense fue segundo pero no pudo hacer nada por inquietar a su rival. El dominio mostrado por Olazabal en ese torneo sorprendió incluso al propio protagonistas. "Tenía 12 golpes de ventaja con 16 hoyos por jugar. Nunca había liderado un torneo así antes. No sabía ni qué hacer", reconoció al acabar ese torneo el hondarribitarra. La dificultad de lo logrado es más evidente al ver que solo tres golfistas, Wadkins, Hale Irvin y Donnie Hammond fueron capaces de acabar por debajo del par del campo. El guipuzcoano fue el gran héroe de esa cita y en los nueve últimos hoyos de cada día la multitud se congregó en su partido y cada birdie fue aplaudido a rabiar. La gente fue consciente de que esa actuación iba a ser histórica. Olazabal marcó los récords del torneo en 18, 36, 54 y 72 hoyos y logró la mayor renta vencedora en el circuito estadounidense en aquella época. Su registro de 18 golpes por debajo del par nunca fue superado en el NEC World Series of Golf y tuvo que cambiar su nomenclatura para que Tiger Woods pudiera mejorar ese registro en el 2000, nadie más lo pudo hacer hasta la actualidad. También fue el único europeo en ganar en este torneo y esto no se repitió hasta 2003, ya como Bridgestone WGC, cuando venció el norirlandés Darren Clarke. La siguiente y última victoria del viejo continente llegó en 2015 de la mano del irlandés Shane Lowry. Fue el primer título del circuito estadounidense para Olazabal, la primera piedra de una grandísima carrera al otro lado del Atlántico.
El PGA Tour no es el principal campo de batallas del guipuzcoano, lo suyo es Europa. Sin embargo, esto no impidió que se hiciera un nombre también allí. Después de NEC World Series of Golf, venció al año siguiente en el The International y en 1994 repitió en Akron. Su última victoria en terreno norteamericano fue el Abierto de San Diego de 2002. Antes consiguió sus dos grandes hitos. Venció en 1994 y en 1999 en el Masters de Augusta enfundándose la preciada chaqueta verde y llegando a la cima de un camino que empezó a recorrer por los campos europeos, le consolidó en Akron y le convirtió en hito en Augusta.