mediados del pasado marzo, la pandemia de coronavirus provocó la suspensión todos los permisos de ascensión al Everest (8.848 metros). Los gobiernos de China y Nepal, los países que controlan los accesos, así lo decidieron. Desde 1974, la montaña más alta del planeta únicamente ha dejado de ser coronada el año 2015, una situación propiciada por el terremoto que sacudió con violencia a Nepal, por el cierre del Tíbet por parte de China y por unas condiciones climatológicas especialmente adversas.
Todo apuntaba a que 2020, esta vez por la propagación del covid-19 y porque nadie logró pisar la cima en invierno, pasaría a la historia como otro año en blanco, con la paradoja de que la temporada pasada se batió el récord de personas que alcanzaron la cima: 885, de las cuales solo dos lo consiguieron sin el empleo de oxígeno artificial. 2019 tuvo un aumento de 83 cimas con respecto al curso anterior, en el que también se registró la mayor marca de la historia.
De la aglomeración que inmortalizó una serie de fotografías que dieron la vuelta al mundo por la impactante hilera humana, un atasco de horas en el cuello de botella de la cima de este coloso de la naturaleza, se pasaba al vacío. Al menos, la montaña descansará, pensarían muchos. Porque el Everest se ha convertido en un vertedero por la mala praxis de centenares de alpinistas que no profesan respeto por el medio natural. Plásticos, restos de materiales de escalada, heces y orines han transformado el virgen paisaje en un basurero.
Asimismo, los cadáveres se cuentan por docenas. Sin ir más lejos, esos días de sinrazón en los que se tomó la citada imagen, la estupidez y la egolatría no de aceptar unos límites recortados por la inexperiencia y la falta de preparación se cobraron cerca de una docena de vidas en unas de las épocas más negras que ha conocido esta montaña. Muchos de estos cuerpos que a lo largo de la historia se han dejado la vida en el Everest descansan en la montaña.
Cierto es que los últimos años se han adoptado medidas para tratar de reconducir el futuro del ochomilismo. En 2014 se estableció la obligación de que cada visitante descienda con 8 kilos de basura extraída por encima de la cota del Campo Base, lo que por otro lado ha degenerado en un trabajo añadido para los sherpas, quienes en muchos casos son quienes cargan con ese peso extra. En cualquier caso, el Everest se tomaría un purificante respiro. La naturaleza brindaría por la ausencia del ser humano.
Sin embargo, el orgullo patriótico y el argumento sanitario del descenso en el número de infecciones de covid-19 ha provocado la excepción. China ha concedido permisos para una expedición local compuesta por 26 personas de nacionalidad propia que estos días trabaja en equipar de la montaña.
El grupo pretende conmemorar con honores el 60 aniversario del primer ascenso al Everest de una expedición china, que será el próximo 25 de mayo. La expedición, impulsada por la agencia Yarlha Shampo Expedition, que es la única que opera en el Tíbet, será la única que accederá por la ruta tibetana, puesto que el acceso desde China permanece prohibido para alpinistas extranjeros. Su expedición es la excepción que puede impedir el año en blanco del Everest.
El pasado marzo, cuando China canceló los permisos, Nepal fue a la zaga. Emuló al país que fue origen de la pandemia. Cerró el acceso al Techo del Mundo, lo que, entre porteadores y escaladores, ha dejado a alrededor de 16.000 especialistas sin trabajo. El turismo, principalmente el himalayismo, es una de las principales fuentes de ingresos del país: se calcula que representa cerca del 8% del Producto Interior Bruto, unos 2.000 millones de euros al año.
Pero ahora, la causa económica, los acontecimientos protagonizados por China y la circunstancia de que Nepal apenas se ha visto afectado por el coronavirus (hace unas horas se contaban 16 casos detectados) pueden hacer que se aprueben más ascensiones al Everest. Si bien, salvo que el gobierno nepalí conceda permisos a los foráneos, cualquier expedición sería de origen local, ya que el bloqueo de las fronteras de este país se extiende, por de pronto, hasta el próximo 27 de abril. Teniendo en cuenta que las ventanas para las ascensiones primaverales se abren entre abril y mayo para atacar la cima generalmente en la segunda mitad de mayo, el tiempo se agota.
En el país, uno de los más pobres del planeta, existe el temor de una propagación que podría ser devastadora y que todavía trata de recuperarse del terremoto que en 2015 dejó 9.000 muertos y más de 21.000 heridos. Por establecer una comparativa, el ratio de médicos por cada 1.000 habitantes es de 0,7; mientras, en España esa media se eleva a cuatro.
Si bien, en vista de la concesión del gobierno chino, el alpinista nepalí Kami Rita Sherpa, recordman mundial con 24 ascensiones exitosas al Everest, ha solicitado a la dirección de su país que otorgue permisos para organizar una expedición nacional. La justificación es el objetivo de limpiar la basura de la montaña, retirar cadáveres y dar trabajo a los sherpas. Esta expedición trataría de financiarse con el dinero del gobierno nepalí y con lo que aporten aquellas agencias que operan en la montaña. Kami Rita Sherpa apela a la conciencia social para sacar adelante el proyecto.
“Es una oportunidad de oro para el gobierno”, explica Kami Rita Sherpa en el Katmandu Post. “Significa poder emplear a más de 3.000 de los 16.000 desempleados. Entonces, la mala situación se usaría para algo positivo”, explica el erigido en líder de los afectados. Cabe recordar que el año pasado se llevó a cabo una expedición similar, que recolectó once toneladas de basura y se extrajeron cuatro cadáveres. Se calcula que, hasta la fecha, se han recuperado alrededor de un centenar de los cerca de trescientos cuerpos que descansaban en este ochomil.
El Everest, en cualquier caso, se tomará un respiro y lo hará gracias una pandemia que causa síndromes respiratorios agudos. Caprichos del destino. El crecimiento de visitantes, los récords de ascensiones que estarán por llegar mientras no existan nuevas regulaciones a la hora de expedir licencias, queda aparcado. Si algún alpinista logra coronar La frente del cielo, como dicen los nepalíes, o La madre del universo, como apodan los tibetanos, será de origen local. Ahora mismo, el Everest es exclusivo para los de casa, que guardan la llave de acceso para las excepciones.
La expedición de China, la única que está ahora en el Everest, busca conmemorar el 60 aniversario del primer ascenso con éxito de este país
Los nepalíes pueden ser la otra opción de cumbre en 2020 si su país aprueba una expedición para limpiar basura y recoger cadáveres