l coronavirus ha colocado al ser humano ante la indefensión y frente al aprendizaje, necesario e inevitable, de adaptarse a la nueva realidad. En un tiempo donde la calle es propiedad del virus y del miedo, el vértigo proviene de la incertidumbre. El covid-19 ha revertido todo el orden establecido. La pandemia ha provocado un desierto. La sequía del deporte. También del ciclismo, que se resistió con la París-Niza, estandarte del último aliento en El Álamo, antes de claudicar. Muerta la competición y a la espera de su renacimiento, se diseña en la distopía de un mundo sin carreras el plan para el regreso, una tarea compleja que se realizará a tientas, sin el referente de la competición, el alfa y el omega del ciclismo. "Todo gira alrededor de la competición porque los esfuerzos son muy claros. Las carreras te dan los datos más precisos, te marcan la dirección del trabajo, la referencia a la hora de entrenar, que es algo continuo. La competición, por mucho que se quiera, no se puede replicar entrenando, no tiene un sustituto", subraya el alavés Aritz Arberas, preparador físico del Bahrain McLaren, la formación que acoge a Mikel Landa y Pello Bilbao.
A la espera de la obtención de los permisos que permitan a los ciclistas profesionales salir a la carretera para entrenar y desarrollar su profesión, aún no pueden hacerlo y pedalean sobre el rodillo, Arberas reflexiona respecto a una época en la que las conclusiones de Charles Darwin, el padre de la teoría evolutiva, adquieren todo su sentido. En un medio hostil, los ciclistas que consigan adaptarse mejor a las nuevas circunstancias, partirán con ventaja en la carrera hacia el éxito. "Ante la falta de carreras, el trabajo individualizado ha de afinarse aún más. Es complicado porque pierdes la referencia de la competición. En este tiempo se verá quién acierta con la preparación y quién no. Los resultados dependerán del entrenamiento que se realice en unas condiciones tan particulares", sugiere el técnico de Amurrio.
Acertar con la planificación en medio del barbecho se antoja fundamental. "Será un desafío el focalizar la temporada de un modo tan distinto, cuando los objetivos han desaparecido. Saber adaptarse a los cambios será vital. Quien mejor se adapte, probablemente, más éxito tendrá. A nadie le viene bien todo esto, pero algunos saldrán más reforzados porque les cuesta menos entrenar. Es una situación muy extrema. No se sabe cómo será el después", analiza el técnico del Bahrain McLaren. Sin retos competitivos en cartera ni a corto ni a medio plazo, confinadas las carreras en la oficina de objetos perdidos, la tarea de la preparación física de los ciclistas tendrá aún más importancia.
"Será un reto no solo para los ciclistas, sino también para los preparadores saber adecuarse a una situación que nunca se ha dado", describe Arberas, que se ha visto obligado a rediseñar la hoja de ruta que estaba trazada antes de que el coronavirus hiciera volcar y dar varias vueltas de campana al ciclismo. "El parón implica una reorganización y una planificación distinta. Es necesario un reajuste y es un poco a ciegas en el sentido de que es la competición la que marca la pauta de los entrenamientos. Uno puede pensar que llega bien a una carrera, pero lo que verdaderamente sirve de test es cómo compites respecto al resto. En carrera tienes que dar lo máximo y eso te ofrece los datos para saber si vas en la dirección correcta cuando entrenas".
El preparador lo compara con los estudios. "Uno puede tener la idea que ha estudiado mucho y bien, pero la medida de eso te la da el examen. Es el indicador para saber si has estudiado lo suficiente o no o si lo has hechos del modo correcto. La competición, en ese sentido, es como el examen. Es la que te pone la nota y la que te compara con el resto" , alimenta Arberas, que entiende que sin el efecto tractor de las carreras, armar la planificación será más árido y costoso. No solo por no disponer de los datos que concede el rendimiento en la competición, sino por la dificultad de trabajar para algo que no se sabe si llegará. "Sin carreras, mantener la motivación de los ciclistas será más complicado. Algunos son más disciplinados, les cuesta menos concentrarse y aplicarse en los entrenamientos, pero a otros eso les cuesta más".
La vertiente psicológica, concede Arberas, tendrá mucho más peso que en un curso normal. "Entrenar y entrenar por las mismas carreteras, si es que vuelven a hacerlo, o en el rodillo como toca ahora, es duro psicológicamente. Necesitas una alta motivación para no flaquear. La situación es complicada en ese aspecto, por novedosa y por la incertidumbre de no saber cuándo finalizará todo esto", argumenta el técnico del Bahrain McLaren. La fuerza mental se antoja, por tanto, indispensable para encarar un largo túnel. De hecho, explica el técnico de Amurrio, "los trainingcamps, con sus rutinas y sus pautas ayudan a saber estructurarse y concentrarse. Lejos de ellos, hay distracciones, familia, amigos€ y sin competición, confinados encima, mantenerse centrado será más complicado".
Esa atención se dispara invariablemente cuando se compite. La adrenalina de correr, de medirse al resto. "En las carreras, los ciclistas están en una burbuja. Centrados en correr. No se distraen. Por eso, estar tanto tiempo sin competición situará a los corredores ante una nueva realidad absolutamente desconocida. Incluso con las lesiones se suelen manejar plazos. Esta situación es distinta a todas y es difícil saber cómo responderán", vertebra el preparador, que prevé que gestionarse en el nuevo ecosistema "no será nada fácil". "Está situación requiere reinventarse, resituarse, reajustar objetivos, tener pasión, motivación, concentración y ser constante. Y aún así, no será sencillo acertar", cierra Arberas, un técnico en busca de la carrera perdida.
Los ciclistas, sin el permiso de las autoridades para poder salir a las carreteras a entrenar, queman las horas muertas sobre el rodillo