vitoria - Nadie nace sabiendo y mucho menos con la ideas claras o si no que se lo digan a Carlos Ruiz de Ocenda. Un alavés de 53 años aficionado al tenis desde que a los ocho años empezase a golpear sus primeras pelotas con la raqueta. En la actualidad ejerce de árbitro de tenis, algo con lo que nunca soñó. Por suerte o por desgracia nunca fue buen jugador, pero siempre tuvo ganas de aprender y superarse, como en la actualidad. Pasaron los años y su vida personal, así como profesional, le impedían dedicarle el tiempo que merece a un deporte que asegura amar. Un día, hace diez años, se apuntó a un curso para ser árbitro nacional de tenis guiado por su afán por conocer mejor los entresijos de este deporte. Así, sus ganas de aprender le llevaron a Bakio, en Bizkaia, un lugar que sin saberlo iba a ser la antesala de una nueva etapa. De esta manera, estuvo de 2011 a 2014 arbitrando exclusivamente torneos territoriales hasta que en el 2015 le llegó su primera oportunidad como juez de línea en un torneo internacional en Valencia. Tras esto ha participado en campeonatos como el Conde de Godó, el Mutua Madrid Open en la Caja Mágica o la Copa Davis de Madrid de 2019, entre otros grandes Opens. En la actualidad se prepara para ir a Guadalajara, en México, para arbitrar un torneo WTA del 13 al 19 de abril. Carlos Ruiz de Ocenda se muestra como es, un confeso amante del tenis que tiene la suerte de vivirlo en primera persona y que sobre todo nunca quiere dejar de aprender.
En anteriores entrevistas ha comentado que le es indiferente arbitrar un torneo u otro, ya que la función es siempre la misma. ¿Hasta que punto es cierto?
-La realidad es exactamente igual porque siempre es una pelota que tiene que entrar o no dentro del rectángulo de juego. Nosotros, independientemente del campeonato en el que estemos tenemos que estar atentos a eso. Aunque sí es verdad que la responsabilidad en un sitio u otro cambia, así como el tener mucho público a tu alrededor. Ahí es donde aparece el conocido miedo escénico.
¿Podría explicar cuáles son las labores de un juez árbitro, de línea o silla y las diferencias de hacerlo en un torneo local o no?
-El título de árbitro tiene tres funciones. Una es juez de línea, otra es juez de silla y otra juez árbitro. El primero solo se ocupa de su línea y aunque vea algo en la zona de algún compañero no puede decir nada. El de silla es el responsable de todo el partido. Hay veces que puedes hacer esta labor sin líneas y otras que no pero siempre la última palabra en la pista es la tuya. Luego está el juez árbitro que es el que tiene la última palabra del torneo. A veces se les llama a pista cuando hay alguna cuestión de derecho que son aquellas que surgen a raíz de que el línea haya dicho una cosa y el de silla otra o viceversa. Las de hecho, en cambio, son aquellas en las que hay que decir solo si es buena o mala.
En el tenis profesional tenéis el ojo de halcón pero en los locales no, ¿qué diferencias hay?
-El único aspecto distinto es la responsabilidad pero la función como digo es exactamente la misma. Juzgamos si una bola es buena o mala y si el jugador comete alguna infracción. Lógicamente impacta más estar con 12.000 personas y todo el mundo callado a estar con alevines sin casi público. El ojo de halcón lo vemos como una ayuda, aunque está claro que te retrata.
¿En ese caso qué siente?
-Nada especial, simplemente admito que me he equivocado. Hay que tener en cuenta que los errores de los que hablamos son sobre bolas que van a 212 kilómetros por hora y que se van a dos milímetros. Si acertamos parece que nos lo hemos inventado (ríe).
A diferencia de otros deportes en el tenis estáis muchos árbitros.
-Así es. A veces nos juntamos once líneas y pueden llegar a haber follones (ríe). Al final el tenis es un deporte muy rápido que se juega con una pelota pequeña y unas líneas muy estrechas. Por lo que decidir que es buena o mala es hablar de milímetros.
¿A nivel técnico arbitrar en pista, tierra o hierba puede influir?
-Más que influir cambia el arbitrar en un terreno u otro. En tierra hay una marca y normalmente cantas más tarde. Primero tienes la sensación pero a posteriori puedes fijarte dónde ha botado. En pista dura en cambio decidimos en base a nuestra primera sensación, ya que la pelota no deja marca. En hierba depende. Si la línea va encalada -hecha con cal- salta blanco o fuegos artificiales, como decimos nosotros, pero si tan solo va pintada esto no sucede.
Para concluir con los aspectos técnicos, ¿tenéis límite de edad para retiraros del mundo del arbitraje?
-No sé muy bien pero en Roland Garros creo que siendo juez de línea con 65 años ya no te dejan ir, aunque tengo compañeros que tienen 75 y siguen. El único límite es el de empezar que es a los 18 años.
Yendo un poco al inicio, ¿soñaba con ser árbitro de tenis?
-No, yo he jugado todo la vida y muy mal además, pero si lo que hubiera tenido de afición lo hubiera tenido de bueno habría sido tremendo (ríe). Empecé con ocho años a jugar en Vitoria y no he parado pero nunca se me pasó por la cabeza el arbitrar.
¿Cree que alguien puede soñarlo?
-Hombre, tengo algún compañero que ha llegado al mundo del arbitraje sin haber jugado nunca al tenis.
¿Cree que los que habéis jugado tenéis más empatía con el jugador?
-Creo que a los que hemos jugado mal o bien a tenis nos ayuda mucho porque tenemos el feeling del jugador en cada jugada. Es más fácil corregir a un jugador a 200 pulsaciones cuando sabes qué siente.
¿Cómo empezó a arbitrar?
-En el 2011 un día me apunté a un curso de arbitraje en Bakio y hasta hoy. Entre amigos alguna vez había arbitrado algún partido pero sin ningún objetivo mayor. Me lo saqué y no pensaba en poder algún día arbitrar a nivel internacional ni nada, ya que mi trabajo como comercial de automóviles no me lo permitía. Entre una cosa y otra todo se fue cuadrando tanto en lo laboral como en lo deportivo y adapté mi vida a poder arbitrar. Ahora tengo trabajos de autónomo que me dan la posibilidad de acudir a torneos cuando quiera.
En estos diez años en qué diría que ha aprendido más.
-En todo y de todos. Aprendes en la silla, en la línea o viendo un partido por la televisión. Se aprende en todo y siempre. Cuando vamos a torneos a lo largo del día haces tres partidos pero igual somos 40 árbitros que nos vamos turnando. En esos momentos ves a otros compañeros y aprendes. El único problema del arbitraje es que el reglamento parece que es blanco o negro pero la realidad siempre es gris. Por eso es bueno que te pasen cosas que no te hayan sucedido antes para así saber cómo reaccionar rápido.
¿Cómo podría resumir su evolución de pasar en diez años de arbitrar en alevines a una Copa Davis?
-Es una cuestión de disponibilidad y de hacer una evolución lógica. Al sacar el título tienes que hacer unas prácticas que consisten en ser línea, silla y juez árbitro. Una vez superado empiezas a ir a torneos. En el caso de Euskadi se cuida mucho el tema del arbitraje y esto hace que sigas.
¿Cuál fue su debut internacional?
-En 2015 en Valencia. Fue el último que se hizo. A través de la Federación Española llega la notificación para apuntarse y si dices que puedes vas si te seleccionan. Fui de línea y guardo un muy buen recuerdo.
¿Qué sintió?
-Es un partido distinto pero el trabajo es el de un partido más. Aunque, sí que es verdad que era la primera vez que estaba en un estadio de 5.000 personas y al principio impacta.
¿Cómo recuerda el primer partido?
-Fueron muchos, ya que vamos rotando durante el torneo. Nos dan unos plannings divididos en tiempos y vamos yendo. Solo cambian los líneas.
Entonces, se podría decir que ha sabido dar en la tecla a la hora de elegir torneos en los que arbitrar.
-Tampoco diría eso, ya que me he apuntado a los torneos que han surgido en base a mi disponibilidad y a que hayan contado conmigo.
Y al año siguiente el Conde de Godó.
-Así es. Además, en 2016 también estuve en el Madrid Open. Viví grandes momentos y aprendí mucho.
¿Cuál ha sido el torneo más impactante que recuerda?
-El Godó es precioso. Los torneos en Madrid son monstruos muy grandes. Argentina me encantó. También me acuerdo de Acapulco. Son muchos pese a que los jugadores son muy parecidos. Aunque, si me tuviera que quedar con un estadio sería la Central de Argentina. Es una pista octogonal y es precioso.
¿Al igual que los tenistas los árbitros tienen una clasificación?
-No son públicas y tienen cortes. Cada uno tenemos una puntuación y el juez de silla va puntuando de uno a siete a los líneas cada determinados juegos del partido. A medida que avanza el torneo se necesitan menos árbitros y se hacen cortes en base a la puntuación que tengas.
En toda su trayectoria no ha dejado de arbitrar torneos territoriales, ¿cree que es importante?
-Sin ninguna duda y además, es muy bonito estar con los más pequeños. Es verdad que existe mucha ignorancia acerca de las normas y alguna vez he tenido que explicar después del partido a los padres qué ha pasado.
En cuanto a la preparación, ¿os tenéis que seguir formando?
-Sí. Existe un reciclaje anual, ya que muchas reglas se modifican. Algunas veces nos hacen exámenes y otros días los reciclajes son online. Este año, por ejemplo, han puesto la norma 151 que regula el tiempo de los jugadores desde que pisan la pista hasta que empieza el partido.
¿Y físicamente se preparan?
-Nada en especial. Tenemos que estar bien en la medida de lo posible. Al final no nos movemos mucho.
¿Y a nivel mental?
-Cada uno ahí tendrá sus trucos. Lo importante no es estar concentrado todo el rato sino cuando la pelota bota en tú línea o zona de juego. En mi caso estoy muy serio y concentrado en lo que hago, nada especial.
¿Qué le aconsejaría a una persona que quiera empezar a arbitrar?
-Es cuestión de afición. Te gusta o no. Normalmente hasta que lo haces no sabes qué te parece pero si amas el tenis es una bonita manera de mantenerte en contacto.
¿A qué torneo irá próximamente?
-Me marcho a Guadalajara (México) a arbitrar un WTA en abril. El año pasado estuve en Acapulco y fue una muy buena experiencia.
¿Qué le dice su entorno?
-Mi familia y amigos como me han visto toda la vida en el tenis lo ven normal. En cambio, la gente que me conoce y se entera de que soy arbitro de tenis se sorprende.
Por último, ¿dónde le gustaría arbitrar o cuál es su sueño?
-Entré muy tarde a arbitrar torneos internacionales y por ello, no tengo presión. Mi objetivo es disfrutar mucho de esto mientras se pueda y seguir viviendo el tenis de cerca que es lo que siempre me ha gustado. Aunque si tuviera que decir algún torneo me gustaría arbitrar sería en Australia y en un Roland Garros. Fácil no es pero es algo que está ahí.