El Tour suele otorgar premios peculiares a los ciclistas que se llevan alguna etapa, lo raro es que los corredores vayan a recogerlo. Por eso, cuando en el otoño de 1999 David Etxebarria regresó a Francia para llevarse a casa su recompensa, casi nadie pudo creérselo. Porque su trofeo era una vaca. La bautizó como Nana y, como le entraba en su casa, se la regaló a su abuelo: “Suele haber premios extraños en el Tour, pero normalmente los ciclistas suelen valorar el premio en metálico. Es raro que un corredor quiera el premio original, pero en este caso me coincidió que mi abuelo tenía un caserío, porque era el típico aldeano, y me hacía ilusión llevársela. Es decir, lo raro no fue el premio en sí, sino que yo quisiera llevármelo”, recuerda el propio Etxebarria. Así que durante mucho tiempo pudo verse a la vaca pastando alegremente en el caserío familiar de Elorrio. Sin embargo, dos décadas después de esto, ni Nana ni el aitite de Etxebarria están ya en este mundo; y quizá por eso, el exciclista vizcaíno recuerda ese momento con más cariño aún: “Escogí la vaca y todavía, 20 años después, se sigue hablando de ello, así que eso significa que escogí bien”. Aunque el abadiñarra ya llegó a esa conclusión en 1999, cuando vio la sonrisa de su abuelo al recibirla.
Etxebarria obtuvo a Nana por su victoria en la etapa que con la meta situada en Saint-Flour. Era la primera vez que el Tour pasaba por esta localidad francesa y el por aquel entonces ciclista del equipo ONCE se coronó tras superar un trazado lleno de repechos, después de lanzar un ataque a 20 kilómetros que le sirvió para llegar el primero. Sin embargo, en la ronda gala de 1999, aquella que se convirtió en la primera de las siete que conquistó Lance Armstrong -y que luego le retiraron-, el exciclista vizcaíno consiguió otra victoria. Y es que, cinco días después, repitió éxito en una jornada con final en Pau. Se metió en la terna de escapados en un trazado pirenaico que incluía Aspin, Tourmalet, Soulor y Aubisque; y se impuso en la meta al sprint. Así, Etxebarria consiguió dos triunfos en la misma edición de la Grande Boucle y, como si la organización lo hubiera presentido, el Tour le otorgó un premio doble. Porque Nana estaba embarazada: “La vaca vino preñada, entonces, cuando se murió, todavía nos quedaba la Nana pequeña, que vivió unos diez años”, recuerda el ciclista.
Lo cierto es que, premios aparte, su doble victoria en el Tour de hace 20 años fue uno de los momentos más grandes de la carrera deportiva de Etxebarria. Tanto que, después de su retirada, cuando se encontraba en algún momento de bajón, volvía a los vídeos para recordar esos dos momentos: “Cuando se acaba una carrera de 14 años, es difícil. Los años siguientes son complicados porque te quedas sin objetivos, pasas por malos momentos y entonces me ponía las imágenes para hacerlo más llevadero”, reconoce. Sin embargo, ahora, como director deportivo del equipo amateur Eulen, con la vida encarrilada, el abadiñarra continúa viendo esos vídeos, pero con otra perspectiva: “Ahora lo ves todo de otra manera, ahora los veo más por el orgullo de recordar lo que he conseguido. Los primeros años los veía como para reafirmar que fui alguien, pero ahora ya no tengo esa necesidad”.
El destino, y también la organización del Tour, quiso que dos décadas después de la doble victoria de Etxebarria, esta edición volviera a pasar por las cumbres en las que el excorredor puso su nombre en la historia del ciclismo. Y es que, el pasado lunes, la etapa diez comenzó en Saint-Flour para finalizar, 217 kilómetros y varias colines después, en Albi. Mientras que la contrarreloj del pasado viernes, aquella en la que Alaphilippe hizo lo que quiso, tuvo lugar en Pau. “Cuando yo gané en Saint-Flour era la primera vez que el Tour pasaba por allí, pero es que 20 años después es una ciudad en la que ni se ha llegado ni se ha salido mucho. Luego la crono pasaba por Pau, donde también gané, pero sí es cierto que esta es una localidad más clásica para el Tour. A mí me han venido muy buenos recuerdos viendo esas etapas, aunque haya pasado ya tanto tiempo”, admite Etxebarria.
una etapa para landa Después de la caída que hizo que Mikel Landa dijera prácticamente adiós al Tour, el ciclista alavés se ha propuesto dinamitar la carrera. Y a David Etxebarria le encanta. Otra vez como líder de Movistar, Landa está vivo, más que nunca. “Probablemente pueda ganar una etapa o hasta dos, porque no creo que le dejen moverse desde lejos, pero sí le dejarán moverse en los últimos puertos. Pero de ahí a optar al podio, con la gente que tiene delante, yo lo descartaría desde ya. Tiene por delante a los dos corredores del Ineos (Thomas y Bernal), tiene a Pinot... Tiene a mucha gente por delante y es complicado que todos fallen”, concluye el excorredor.