Bilbao - El 27 de abril de 2017, el Athletic y el Betis se enfrentaban en San Mamés en un partido correspondiente al campeonato liguero. Un hincha del equipo bético, Manuel Herrera, durante las horas previas al encuentro agredió a un ciudadano que tomaba una consumición en una terraza de la Plaza Nueva de Bilbao. “Gabilondo”, espetó Herrera buscando llamar la atención del varón, a quien a continuación importunó al grito de “viva España” para seguido preguntar al hombre si era “proetarra”. Acto seguido, Herrera, de 30 años, arrojó una bebida al ciudadano, luego le propinó un tortazo y le lanzó una patada que impactó en el perro que acompañaba al agredido. Unos hechos que estaba grabando el compañero de Herrera, Simón Lora, y cuyas imágenes difundió a través de las redes sociales. Un vídeo que se viralizó en pocas horas.
El hombre agredido, localizado por la Ertzaintza, la cual también identificó a los dos seguidores del Betis que protagonizaron el incidente, decidió no presentar una denuncia, pero fue la Fiscalía la que actuó de oficio por la alarma social que produjeron los hechos. De este modo, solicitó una pena de 18 meses de prisión para los dos jóvenes, el agresor y el autor del vídeo, calificando lo sucedido de delitos de odio.
El Juzgado de lo Penal número 2 de Bilbao iba a celebrar ayer el juicio contra los acusados, que aceptaron los hechos de los que eran acusados pero sin el componente de la carga del odio y sí de delito contra la integridad moral, y finalmente el caso se resolvió por conformidad entre las partes. Herrera aceptó una pena de ocho meses de permanencia en la cárcel, mientras que su acompañante pactó seis meses. Asimismo, ambos tuvieron que indemnizar al agredido con más de 3.000 euros. Además, los acusados no podrán pisar Euskadi en los próximos dos años y se comprometieron a destruir los soportes informáticos con el vídeo del ataque, así como a no publicar las imágenes en internet.
Manuel Herrera no se desplazó ayer hasta Bilbao y estaba previsto que declarara mediante una videoconferencia desde Sevilla, pero como tiene prohibida su entrada a la capital andaluza, finalmente el juez permitió que lo hiciera mediante una llamada telefónica. Quien sí acudió a la citación en los juzgados fue el otro acusado. Después de alcanzar el acuerdo con el ministerio público, el abogado defensor, Ricardo Corzo, declaró que “ha quedado claro” que “no hubo razones ideológicas” en los hechos, que los acusados no actuaron cometiendo un delito de odio. “Mi cliente no ha cometido ningún tipo de delito de odio. No es una persona que se dedique a esto, ni que tenga una ideología, como se ha dicho, nazi o neonazi”, manifestó. Según Corzo, el principal acusado actuó de ese determinado modo porque “simplemente tenía sus facultades influenciadas por las atenuantes que se han alegado”. “Queremos pedir disculpas al señor porque, en ningún caso, mi cliente se acuerda de lo ocurrido”, declaró Corzo, que entiende que su cliente “no era consciente de lo que hacía en el momento de los hechos”.
El abogado explicó que lo ocurrido se debió a los problemas psiquiátricos que padece Herrera y a la ingesta de alcohol y sustancias estupefacientes, circunstancias, tal y como indicó, acreditadas en los informes periciales. Corzo encuentra en ello motivos para no aplicar una pena de odio. Asimismo, el letrado también consideró un atenuante la reparación del daño causado al agredido. Según subrayó, está “plenamente” indemnizado. Por todo ello, la defensa solicitó la suspensión de la ejecución de la condena de ocho meses de prisión para el agresor. Asimismo, Corzo también apuntó que no se ha generado “alarma social”, ni existen garantías de que Herrera “provoque otra vez este tipo de circunstancias”, evitando similitudes entre lo sucedido o los antecedentes con los que cuenta el agresor. Dice Corzo que no son “por hecho iguales”.
“mi ideología es la que es” Corzo dijo: “No es una persona que se dedique a esto, ni que tenga una ideología, como se ha dicho, nazi o neonazi”. Como se puede ver en diferentes imágenes de Herrera, su cuerpo presenta tatuajes tales como un lema del ejército alemán durante la Segunda Guerra Mundial: Gott mit uns (Dios esté con nosotros); también presenta una la calavera Totenkopf, que fue el símbolo representativo de las de un división de las Waffen SS, cuerpo de combate de élite nazi dirigido por Heinrich Himmler; en su fachada posee además las siglas A. H. T. R., que en el seno del nacismo significan: “Adolf Hitler tenía razón”; en su piel también se puede leer Boia chi molla (Traidor quien ceda), un eslogan del fascismo italiano. En resumen, la tinta representa la ideología ultraderechista. En una entrevista concedida por Herrera y publicada en mayo de 2017 por el diario El Español, el entrevistador le dice: “Los tatuajes de Hitler, Mussolini, etcétera...”. A lo que el entrevistado responde: “Mi ideología es la que es. Tengo esa ideología y va dentro de mí, en esos tatuajes. Dentro de mí, ya está. Yo creo que España está fatal en la actual situación”. El sevillano Manuel Herrera cuenta con cerca de una treintena de antecedentes por delitos como homicidio, lesiones, atentado y extorsión.