L’aquila - Las dudas no solo le afectaban a Hamlet. En realidad, Shakespeare cohabita en las entrañas de todos. También en las de Pello Bilbao, que acudió al Giro con esa sensación de no saber realmente quién era después de que una caída le baqueteara en una curva de la Itzulia. Aquella sacudida le dejó dolorido. Torcido en cuerpo y alma. Tuvo que improvisar Pello Bilbao, como un trompetista de jazz que se reinventa en cada nota, sobre el almanaque para alcanzar la Corsa rosa con garantías. Pensaba el vizcaíno que los primeros diez días le servirían para adecuar el cuerpo a la exigencia brutal del Giro. A Pello Bilbao se le esperaba en la última semana, esa en la que deberá ser un sherpa de Miguel Ángel López, un porteador para llevar a hombros al colombiano. Ese era el plan. Hasta ayer, que se impulsó sobre sí mismo en L’Aquila, donde voló con el poder de las grandes rapaces para posarse en su cumbre y gritar su alegría golpeando el aire, los recuerdos y el corazón, que retumbó en cada rincón de la región de los Abruzzos. Eco y memoria. “Me acordé de Scarponi, de mi chica, de un familiar al que operaban...”, dijo Pello Bilbao sobre una montaña de emociones. El rey de la colina.
Pello Bilbao, peso pluma, un colibrí, golpeó con la mano de plomo de los pesos pesados. Ojo de águila. Es una de su virtudes. Lee e interpreta las corrientes internas de las carreras con celeridad. “Ha sido un juego psicológico, no solamente físico“, diseccionó el gernikarra. Estudioso desde aficionados, hizo presa a su primera victoria en una grande. Vista de rapaz la suya. “Es un día muy importante para mí. Me ha llevado mucho tiempo lograr mi primera victoria de etapa en una prueba de las grandes vueltas”, estableció desde esa emoción serena que le sostiene el discurso. El campanazo de Pello Bilbao sonó el mismo día en el que se estrenó Omar Fraile en el Giro dos años atrás.
En L’Aquila Pello Bilbao fue un depredador. Su triunfo, gigantesco. Colosal. El gernikarra gestionó cada respiración, cada mirada y cada movimiento con la frialdad de un cirujano y la paciencia de los depredadores que aguardan al acecho para estallar en el momento preciso. Ese instante, el chasquido de Pello Bilbao ocurrió a un 1,5 kilómetros del nido, que se asomaba sobre una pendiente de un 7,7% de desnivel. Un kilómetro vertical. “He visto a kilómetro y medio de la meta que era el momento, el director también me dijo que buscara ese momento y se ha hecho largo”, analizó el vizcaíno, que se paseó por las nubes. Pello fue un cohete. Nadie pudo seguirle. Dimitieron Gallopin, Formolo, Hamilton, Rojas y Cattaneo, los restos de la fuga en la que Pello Bilbao se coló sin quererlo. De puntillas. Invitado de lujo. “Tenía buenas piernas”, resolvió. Las garras de ganador. “Ha sido una improvisación”, estableció sonriente Pello Bilbao tras aterrizar sobre la gloria en la L’Aquila con el mejor gesto posible, el del campeón.
“Ha sido un día importante para mí”, subrayó tras el descorche en el Giro, que es rosa y sabe a champán. Burbujas doradas para el vizcaíno, que fue el mejor matemático, el más exacto. Se activó en el momento justo, el del triunfo. “He ido midiendo el esfuerzo, no me quería pasar al principio, me decían que tenía cinco segundos y ya era un hueco suficiente para regularse”, expuso. Ese diálogo, la mímica que se genera en situaciones así, también la midió el excel del vasco. “Estoy seguro de que atrás también se estarían controlando entre ellos”. Le bastó a Pello Bilbao esa corriente de aire para tomar altura y planear. “He guardado un puntito para los últimos 500 metros y al final he tenido un poco de margen para disfrutar de la victoria”. Su mejor celebración.
El gernikarra ofreció una lección magistral de ciclismo para coronarse con el laurel el L’Aquila que aún se recompone tras el devastador terremoto que dejó a la provincia tiritando, arruinada, repleta de miseria diez años atrás. Tembló la tierra y tiritó de terror el ser humano. A Pello Bilbao también se le removió algo por dentro tras el gozoso escalofrío. Esa sensación de liberación la abrazó en una conquista sostenida por la dedicación y el trabajo. En ese tiempo, desde su primera victoria en aficionados, diez años atrás, en Antzuola, hasta su eclosión el pasado año, -sexto en el Giro y victoria en el Dauphiné y Giro de los Alpes,- Pello Bilbao ha crecido varios palmos. Supo manejar en su favor cada puntada. Primero cuando se formó la fuga. “Ha sido una gran ventaja tener a dos corredores en la escapada. Andrey Zeits tiró mucho. Dario Cataldo era nuestro designado, pero fue una etapa tan dura y complicada que al final quien entró en la escapada fue improvisado”, dibujó el gernikarra. Después, cuando la resolvió desde el ajedrez del juego mental. Para Pello Bilbao, la amenaza era Davide Formolo. Cargó de responsabilidad al italiano, que desgañitó las fuerzas.
“Formolo era el hombre a batir y eso era lo que he estado pensando”, confesó, el vizcaíno, que creó el escenario ideal con cada puntada. El ataque de José Joaquín Rojas antes del comienzo de la subida implicó el desgaste de sus rivales. Formolo comandó el grupo. “Quería que surgieran ataques para desgastarle mentalmente”. Tortura psicológica. Pello Bilbao, con el joystick de la carrera en la mano, se agazapó. Camuflado en el anonimato. Nada de mostrarse. Sereno. Tamborileando los dedos sobre el manillar. En la mecedora. Cuando el italiano y el resto esposaron a Rojas, calmado el ecosistema, Pello Bilbao entró en erupción. De manual. Volcánico, ocupó el margen contrario de la carretera y se catapultó a su mejor victoria de siempre. Cattaneo le buscó, pero solo encontró el ahogo. Estrangulado por la cuesta y el aleteo de Pello, que no se empachó. Había aprendido. Eso le sucedió en la crono inicial en San Luca, cuando los últimos 500 metros se le atravesaron y le colocaron plomo en las piernas. En L’Aquila Pello Bilbao tenía la pólvora y una bala de plata. Con el pulso firme, apuntó y disparó para hacer diana en el corazón del Giro. Pello Bilbao anida en el cielo.
Séptima etapa
1. Pello Bilbao (Astana)4h06:27
2. Tony Gallopin (Ag2r)a 5’’
3. Davide Formolo (Bora) m.t.
4. Lucas Hamilton (Mitchelton) a 9
5. Mattia Cattaneo (Androni)m.t.
6. José Rojas (Movistar) a 30”
7. Sebastian Henao (Ineos)a 48”
8. Antonio Pedrero (Movistar) a 1:01
9. Valentin Madouas (Groupama) a 1:07
29. Mikel Landa (Movistar) m.t.
37. Víctor de la Parte (CCC)m.t.
39. Mikel Nieve (Mitchelton)m.t.
59. Ion Izagirre (Astana)a 1:36
124. Markel Irizar (Trek)a 18:06
164. Jakub Mareczko (CCC)a 28:54
General
1. Valerio Conti (Emirates) 29h29:34
2. José Rojas (Movistar)a 1:32
3. Giovanni Carboni (Bardiani) a 1:41
4. Nans Peters (Ag2r) a 2:09
5. Valentin Madouas (Groupama) a 2:17
6. Amaro Antunes (CCC) a 2:45
7. Fausto Masnada (Androni) a 3:14
8. Pieter Serry (Deceuninck) a 3:25
9. Andrey Amador (Movistar) a 3:27
11. Pello Bilbao (Astana) a 5:23
22. Víctor de la Parte (CCC) a 6:34
29. Mikel Landa (Movistar) a 7:13
31. Mikel Nieve (Mitchelton) a 7:20
71. Ion Izagirre (Astana) a 7:25
148. Markel Irizar (Trek) a 59:31
164. Nico Denz (Ag2r) a 1h19:34