OAKLAND - Stephen Curry no veía bien. Lo reconoció hace poco más de una semana cuando, preguntado por sus excelentes porcentajes en el lanzamiento lejano en las últimas fechas, admitió que había empezado a usar lentillas. “Siento que tengo ojos nuevos, como si el mundo entero se hubiese abierto ante mí”, afirmó ante un grupo de interlocutores que se quedó ojiplático ante la revelación. Y es que suena a cachondeo que Curry, el francotirador más letal de todos los tiempos, el jugador que ha elevado el triple a otro nivel al aumentar su rango de ejecución a distancias que hace apenas un lustro parecían imposibles, tuviera problemas para enfocar el aro, ese utensilio de 45,7 centímetros de diámetro que para él siempre ha sido del tamaño de una piscina olímpica. Steph añadió que sufre queratocono, una patología degenerativa de la cornea caracterizada por una alteración en su forma y que provoca visión borrosa y distorsión de las imágenes. ¿Y cómo había afrontado este problema? Pues como el común de los mortales, entrecerrando los ojos para tratar de enfocar mejor los objetos lejanos.
Los Golden State Warriors, armados hasta los dientes en cuanto a calidad y profundidad de personal, no necesitaban ayudas extra para ser considerados como los máximos favoritos en los play-offs de la NBA que arrancan esta madrugada, pero las lentillas de Curry suponen la guinda de la perfección de un grupo humano que pugnará por su cuarto anillo en cinco temporadas para dar todavía más lustre a una dinastía que solo la agencia libre del próximo verano parece en disposición de romper. Con el punto de mira del otro genio de Akron -Curry también nació en la localidad de Ohio de la que es originario el gran ausente de las eliminatorias por el título, LeBron James- en perfecto estado de revista, la franquicia de Oakland parte al frente de todas las quinielas. Los de Steve Kerr han manejado la temporada regular a su antojo. Han sesteado cuando lo han visto conveniente y han apretado las clavijas en el momento que lo han considerado oportuno. Su núcleo duro es tan brillante y tan granítico que pueden permitirse el lujo de manejar esfuerzos, tiempos y sensaciones y sin tener que exprimir a los Curry, Kevin Durant, Klay Thompson y Draymond Green han hecho bueno eso del máximo rendimiento con el mínimo esfuerzo para acabar al frente de la Conferencia Oeste con un balance de 57 victorias y 25 derrotas. Además, han ido incorporando poco a poco a DeMarcus Cousins, un pívot tan volátil como sobrado de calidad reclutado en verano gracias a que su caché económico bajó muchos enteros por su grave lesión en el tendón de Aquiles, lo que hace que se presenten en la postemporada con un quinteto compuesto íntegramente por jugadores de calibre All Star y con la sensación de viajar un par de cuerpos por delante del resto de sus rivales. Los Angeles Clippers supondrán su primera piedra de toque.
Y es que la pregunta es tan lógica como enigmática. ¿De dónde puede llegar el equipo capacitado para derrocar a los Warriors? Muchos posan su mirada en los Houston Rockets, el equipo que ya les tuvo contra las cuerdas en las finales del Oeste del pasado curso -con 2-3 a favor de los de Texas, ¿cuál habría sido el desenlace sin la lesión de Chris Paul?-, pero los de Mike D’Antoni han mostrado durante el presente ejercicio más dientes de sierra en su rendimiento. Houston arrancó fatal, reaccionó a lomos de un James Harden cuyas exhibiciones anotadores han sido tan abrumadoras como constantes, pero finalmente acabó cayendo a la cuarta plaza del Oeste, lo que provocaría que, en caso de superar a Utah Jazz, el duelo entre ambas franquicias tuviera lugar en la segunda ronda. Los Rockets son absolutamente imprevisibles. El equipo que ha llevado hasta el límite la apuesta por el triple, batiendo todo tipo de plusmarcas en cuanto al uso de este lanzamiento, al tiempo que ha desterrado todo lo que tenga que ver con percutir desde las distancias intermedias depende demasiado de la inspiración de Harden y Paul, por lo que necesitará como el respirar que Clint Capela y Kenneth Faried gobiernen el juego por encima del aro y sumen puntos en las distancias cortas, así como que secundarios como Eric Gordon P.J. Tucker, Austin Rivers o Danuel House acierten desde el perímetro. La pérdida del filo defensivo del que hacían gala la pasada campaña juega mucho en su contra. En las otras dos eliminatorias, los pujantes Denver Nuggets se las verán con los eternos San Antonio Spurs, mientras que el enfrentamiento entre Portland Trail Blazers y Oklahoma City Thunder debería cristalizar en una pugna larga e igualada.
El factor Antetokounmpo ¿Podría llegar del Este la amenaza a la dictadura de los Warriors? La marcha de LeBron a la otra punta de Estados Unidos dejó una conferencia mucho más abierta e interesante. Finalmente, han sido los Milwaukee Bucks los que han acabado encabezando la pugna -60 victorias, 22 derrotas, mejor balance de toda la liga-, con un Giannis Antetokounmpo sublime y cada vez más diferencial. Mike Budenholzer entrena un equipo con las ideas muy claras: cuatro amenazas triplistas siempre en cancha, incluso Brook Lopez con su 2,13 de altura, y espacios para que el griego destroce una y otra vez el aro a base de penetraciones. Pero los de Wisconsin, que arrancan midiéndose a los Detroit Pistons, tendrán enemigos por doquier. Los Toronto Raptors de Kawhi Leonard y Kyle Lowry, reforzados con Marc Gasol, tienen la oportunidad de dejar en el olvido sus característicos bajones de tensión en los momentos de la verdad de las eliminatorias por el título, los Philadelphia 76ers optan a jugar la final con un quinteto en el que todas sus piezas anotan más de 17 puntos de media -habrá que comprobar el momento físico en el que llega Joel Embiid- y los Boston Celtics han rendido por debajo de lo esperado, pero disponen de material humano para ganar a cualquiera. El nivel general en cuanto a rivales es notable, pero todos parecen por debajo de los Warriors, más cerca incluso del anillo gracias a unas lentillas.