donostia - “Un pelotari extraordinario”, que “supuso una revolución en la profesionalización” de este deporte, y al que “le gustaba ir al frontón siempre que podía” porque “vivía la pelota”. Así recuerdan a Miguel Gallastegi algunos de sus conocidos, como el periodista Luis Aranberri -Amatiño-, que escribió una biografía del eibartarra-, o pelotaris de diferentes generaciones como Jesús García Ariño, Joxean Tolosa o Juan Martínez de Irujo.
Amatiño escribió La pelota según Miguel Gallastegui después de que el propio campeón contactara con él, porque “quería que alguien escribiera sobre su trayectoria deportiva”. El periodista asegura que el pelotari eibartarra “supuso una revolución total en el ámbito de la profesionalización de la pelota. Cuando Gallastegi irrumpe en este deporte, en los años 40, todos los pelotaris, salvo Atano III, eran gente humilde que se dedicaban a sus actividades laborales, que cuando hacía falta se vestían de blanco y jugaban a pelota. Pero ahí no había ningún grado de profesionalización. Gallastegi nunca realizó otra actividad laboral que no fuera la pelota. Se dedicó en cuerpo y alma a la pelota. Fue el primer pelotari que hizo un entrenamiento moderno, con tablas de ejercicios, dietas adecuadas y plena dedicación al deporte”. Además, el eibartarra “fue exigente con las empresas en un doble sentido. Primero, pidió unos servicios básicos que ahora nos parecen elementales, como pueden ser unos vestuarios, una ducha caliente, jabón, toallas? En los frontones, en los años 40, no existía nada de eso. Además, negoció su caché, hasta tal punto que en 1946, no estando conforme con lo que los organizadores del campeonato de pelota estaban dispuestos a pagarle, se negó a participar en el campeonato”. En 1953 también rechazó jugar la final del Manomanista porque “no le convenció la propuesta económica de la organización”. “Era la figura por excelencia, el que atraía al público, y entendía que los frontones se llenaban a su cuenta y que merecía más”. En opinión de Amatiño, Gallastegi “fue el primer profesional y el que asentó las bases de la profesión. Fue el hombre clave, y la bisagra entre la tradición antigua de la generación de Atano III, Mondragonés, Cortabitarte o Txikuri, y el primero de la nueva serie de grandes pelotaris como los Arriaran, García Ariño, Retegi?”.
“Era el amo” Jesús García Ariño jugó con Gallastegi “bastantes años. En mi segundo partido como profesional jugué con él, por parejas. También jugamos juntos contra tríos, y ganamos”. A sus 84 años, el expelotari de Atxondo relata que el eibartarra era “un pelotari extraordinario. Tenía todo. Era muy seguro y tenía mucho golpe. ¡Y con las pelotas de entonces! Había que pegar unos buenos zarpazos para moverlas. Comparadas con las de hoy en día, no tienen nada que ver. Antes, casi ni botaban, y ahora botan demasiado. Era el amo”.
De todos los partidos en los que jugó o se enfrentó con Gallastegi, el vizcaíno recuerda especialmente su último duelo, el que provocó que el campeón tomara la decisión de dejar los frontones: “Fue en Bergara. Él tenía que jugar con Barberito, pero nevaba mucho y -el riojano- no pudo venir. Le pusieron a él con otros dos pelotaris, en un trío, contra nosotros -Jesús y Ángel García Ariño-. Como ellos eran más, la empresa nos dio ventaja con el saque, le metí un montón de tantos de saque y le hice hacer bastante el ridículo, y dijo A mí estas cabronadas no me hace nadie; no juego más”.
Joxean Tolosa, campeón manomanista en 1989, destaca que el eibartarra era “un hombre alegre, simpático, que se cuidaba mucho y tenía mucho amor propio. Vivía la pelota y le gustaba ir al frontón siempre que podía”. Juan Martínez de Irujo era uno de los pelotaris favoritos de Gallastegi. El eibartarra consideraba que el de Ibero tenía “un toque especial”: “Siempre me lo decía, y es de agradecer que un pelotari como Miguel pensara esas cosas de uno. Me daba consejos, y siempre decía que yo tendría que tener alguna txapela más. Los encuentros con él eran agradables. Era una persona muy cercana al frontón, nos juntamos en muchos partidos. Era un aficionado más. Estaba en todos los lados, y siempre que hablabas con él hablaba de pelota”.