“Bielsa está aquí y el diablo deja de lado al Leeds; tu forma de dirigir me hace amarte mucho más que a mi esposa”. Es la versión del tema de Queen que cantan los hinchas del club inglés que dirige el argentino: Bielsa Rhapsody. Ha calado El Loco en uno de los clubes más importantes de Inglaterra, el equipo de la ciudad con mayor tasa de crecimiento del Reino Unido y capital de negocios y financiera después de Londres, pero cuya historia más reciente se muestra convulsa. Bielsa ha agitado el ambiente. Hay verbena.
Para comprender el éxtasis que vive Leeds conviene repasar la segunda mitad de la memoria del club, compendio de emociones que no hace callo sino sensible al aficionado. Primero, un juicio de tasación sobre la masa social. Elland Road “es el campo más intimidante en el que me ha tocado jugar”. El crédito es de Sir Alex Ferguson. En cuanto a la institución, el Leeds vivió su época dorada en las décadas de los 60 y 70. Don Revie vistió al equipo de blanco emulando al Madrid de Di Stéfano. Como si la piel embutiera el éxito, el equipo apodado Dirties Leeds por su brusquedad, ganó dos copas europeas de Ferias, dos ligas, dos copas y firmó tres subcampeonatos continentales, entre ellos la Copa de Europa; la final de 1975 contra el Bayern de Múnich (2-0) se recuerda como uno de los mayores robos en el fútbol. Con el empate a cero, se omitió un penalti favorable al Leeds y seguido se le anuló un gol.
El Leeds tendría que esperar hasta 1992 para firmar su tercer y último título de la First Division -en 1993 la máxima categoría pasaría a llamarse Premier League-, después de ocho años en segunda división. Fue el curso del debut de Eric Cantona en el país del God Save the Queen. “Os quiero, no sé exactamente por qué, pero os quiero”. El díscolo francés dejó durante la celebración una frase memorable en el fútbol inglés. En aquel plantel jugaba Jon Newstone, autor del gol que dio el título; ganaba 400 libras semanales; John McClelland sería cartero después de futbolista; Mel Sterland vendió su medalla para subsistir. Aquel modesto Leeds, se dice, fue El último equipo de verdad; más adelante calarían los millones y el éxito quedaría a merced del potencial económico. Un dato romántico: Howard Wilkinson fue el último técnico inglés en conquistar la liga de su país.
Aguardaba la última época cumbre del Leeds. Los Whites alcanzaron la semifinal de la Champions en 2001, apeando al Barcelona o el Superdepor de Irureta, y cayendo ante el Valencia de Cúper. Más tarde, la gestión por encima de las posibilidades desembocó en una crisis económica que obligó a vender Elland Road y sus estrellas. Así, el Leeds pasó en 2004 su última campaña en la máxima categoría. En 2007 incluso descendió a la League One -2ªB española-.
18 años en segunda Desde 2010 el Leeds se faja en segunda división, la Championship, donde la pasada temporada fue 13º. Hoy, con Bielsa, encabeza la clasificación; ayer encadenó seis victorias, lo que nadie conseguía en la categoría desde 1988. Comenzó perdiendo 2-0 con el Aston Villa y culminó la remontada (2-3) en el minuto 95 para sostener el liderato.
El inicio del curso fue histórico: desde su fundación en 1919, el Leeds jamás logró cuatro victorias en las cuatro primeras jornadas. “¿Así que pensás que podés venir y cambiar mi vida?; tengo que salir de esta liga”, dice la Rapsodia de Bielsa. Sí, hay cambio.
En el césped se reparte la gloria. De ahí que Bielsa buscara el respeto para el campo de entrenamiento abrigando de humildad a sus jugadores, que en pretemporada fueron consignados para limpiar las instalaciones. Así es Bielsa, un tipo que comprende que la posición social la concede su trabajo, que además cobra bien remunerado porque el aficionado brinda reconocimiento con su inversión en el espectáculo. El argentino es cercano al pueblo. Él y su cuerpo técnico responden a las cartas de los aficionados. Una de esas misivas trascendió porque Bielsa se disculpó por no asistir a una cena a la que fue invitado por un seguidor. Actos populares, de apariencia demagógica, pero una vez que se conocieron los gestos de obra social de Óscar de Marcos se entiende por qué el argentino señaló al jugador del Athletic como ejemplo de profesionalidad. El alavés nunca quiso sacar a la luz sus visitas rutinarias a pacientes de hospital. Bielsa aprecia la calidad humana y obra como tal. Además, obtiene resultados. Su prestigio no es cuestión de excentricidades, detrás de las cuales hay mucho sentido. Es un tipo sofisticado y sencillo a la vez; un estudioso con chándal y playeras.
Bielsa lleva su profesión a la máxima expresión. Se sabe que ha solicitado cama y cocina en las instalaciones del Leeds. La idea es una dedicación plena y ajena al ruido externo al fútbol. Así saca chispas a su plantilla. Explota el conocimiento de propios y ajenos para resaltar o tapar virtudes y enmascarar o ensalzar carencias. En Leeds la propuesta es la que plasmó en Bilbao: juego de transiciones rápidas y movimientos variados para ofrecer soluciones al compañero, presión alta, intensa, constante, y obligación de ganar los duelos individuales. Fácil de decir; complejo de plasmar. El rendimiento depende de la implicación y coordinación, sus obsesiones. Bielsa lo potencia convenciendo desde la psicología y el trabajo a pie de campo. Su metodología funciona en el Leeds, que ya es reclamo para la investigación de los expertos. “Cuando tienes oponentes nobles con buenas intenciones, árbitros imparciales, una organización impecable y campos de calidad, el único reto es proponer tu estilo. Por eso no he tenido dificultades de adaptación”, explica. Liderar la Championship a estas alturas ha sido durante la última década garantía de promocionar.