El que inventó los lunes era un desgraciado. El lunes es un día antipático, desagradable, como ese chaval repelente del colegio que siempre era el ojito derecho de los profesores. Los lunes no comienzan en lunes sino mucho antes. Los lunes empiezan los viernes, cuando tienes por delante todo el fin de semana y piensas en lo pronto que llegará. El sábado, la sensación es la de estar a medio camino entre el fin de semana y el arranque de la próxima, mientras que el domingo es una alfombra roja hacia la estación del lunes. Además, como el domingo te coincida la típica afección de malestar generalizado -vulgarmente llamada resaca- la alfombra roja se convierte en una ciénaga de difícil transitar. El lunes se inventó para verlo pasar, para rellenar un calendario con un hueco entre el final de la vida placentera y el inicio de la rutina. Los lunes son feos, ariscos, insolentes, maleducados? El lunes es uno de mis días favoritos de la semana, concretamente el séptimo, y siempre espero no volverlo a ver entre el domingo y el martes. Lo único que me gusta del lunes es que se termina por la noche, aunque el tránsito hasta ello es un peregrinar por el desierto del desasosiego. El lunes por la tarde el cielo comienza a aclarar y cuando llega la noche parece que has vivido toda una odisea en el espacio. Deberían inventar un periodo de aclimatación al lunes, una jornada de reflexión para lo que te viene encima. Lo peor no es que llegue un lunes, sino que sabes que a lo largo del año te esperan unos 52 muros de las lamentaciones de 5 letras, 52 lunes como 52 martirios, uno tras otro dispuestos a amargarte la existencia. La situación es susceptible de empeorar si tu agenda del lunes cuenta además con una reunión matinal. Entonces conviene poner cara de póker, asentir en todo momento y dejar que el tiempo y la reunión fluyan. Be water, my friend. Para tratar de mitigar la depresión de los lunes -si de domingo viene dominical, ¿qué viene del lunes?- los mandamases del fútbol han tenido la ocurrencia de programar partidos el día más funesto de la semana. Y, rizando el rizo de un calvo, tratan de joder aún más disponiendo un derbi como el del lunes pasado, provocando perjuicios económicos indudables a bares, restaurantes, servicios de autobuses y tiendas de chuches provistas de pipas, riskettos, chasquis y frutos secos en general. Con estos precedentes, el lunes no lo salvaba ni el derbi ni una aparición mariana en el Alto de Armentia. Seamos sinceros.
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