vitoria - Recién cumplidos los 42 años -el viernes-, Eneko Llanos se hizo un regalo por adelantado el pasado día 18. Después de más de un lustro en el que el sufrimiento y las decepciones habían sido sus inseparables compañeros de viaje, por fin pudo dejar atrás los persistentes problemas estomacales que le han lastrado durante este tiempo y mostrar todo el potencial que aún conserva un deportista “cabezón” como pocos. La consecuencia, un dulcísimo reencuentro con la victoria -un resultado del que no disfrutaba desde 2013- en el Ironman de Arizona. Es, sin duda, momento de celebrarlo pero también de echar la vista atrás para reconocer que los muchos malos momentos vividos han estado cerca de hacerle “tirar la toalla”.

Con el poso que dan los días que han transcurrido y ya en casa, ¿cómo recuerda su reencuentro con la victoria en Arizona?

-La verdad es que ha sido de las sensaciones más bonitas que he tenido compitiendo. En la carrera todo fue muy bueno. Llevaba muchos años con problemas en la maratón. El estómago me empezaba a molestar en el kilómetro diez o quince y ya no podía seguir, me tenía que echar a andar. Era algo que he estado arrastrando, dando vueltas, tratando de solucionar y no había manera. Entonces ya por fin aquí empezar a correr a gusto, llegar a la media maratón bien, sentirme con fuerzas y disfrutar, poder completar una prueba bien de principio a fin y rendir bien como yo creía que podía hacerlo ha sido liberarme un poco de todos esos años de frustración. Quedarme a gusto y disfrutar mucho. Han sido muchas malas carreras, muchas desilusiones y por fin ver que puedo dar mi nivel, rendir bien y competir a gusto la verdad es que fue un momentazo.

¿Tuvo miedo hasta el final de que pudieran aparecer los problemas?

-Iba como muy confiado, la verdad es que era una sensación rara. Veía que estaba funcionando bien, no tuve ninguna molestia de estómago ni nada, en los avituallamientos cogía de todo sin problemas y eso me daba todavía más confianza. Una vez que llegué a la media maratón ya vi claro que estaba funcionando muy bien y asenté la sensación de confianza, de que los problemas ya solo vendrían de la fatiga y el cansancio normales en una prueba de este tipo pero no de los otros problemas. Según pasaban los kilómetros iba cogiendo más confianza hasta que ya me olvidé un poco de todo eso y me centré en seguir corriendo y, sobre todo, disfrutar el final.

¿Había llegado a perder la esperanza, a pensar en tirar la toalla en algún momento?

-Sí, lo he llegado a pensar. Decir ‘bueno a lo mejor es una forma que tiene el cuerpo de decirme que hasta aquí’. Pero no sé, siempre tenía la esperanza de conseguirlo. Porque entrenando veía que físicamente estaba bien y que me faltaba solo dar con la causa de lo que me estaba pasando. He probado mil cosas diferentes durante este tiempo y, bueno, parece que ahora por fin he encontrado lo que me funciona y en Arizona me salió bien. Habrá que ver en otras competiciones... Pero sí te lo planteas. Vienes a un Ironman después de haberte pegado la paliza entrenando, el viaje, todos los esfuerzos y ves que una y otra vez no salen las cosas... Pero de alguna forma yo tenía esa confianza de que todavía podía hacerlo bien en alguna prueba y al final, también por cabezonería, ha salido. Aunque haya sido un poco más tarde de lo que me hubiese gustado, por lo menos he conseguido hacer esta prueba bien y quitarme ese mal sabor, la espinita que tenía clavada. Y ratificarme a mi mismo en lo que yo creía, que seguía estando a buen nivel y que todavía puedo estar rindiendo bien y disfrutando del deporte.

¿Cómo consigue sobreponerse uno a tantas decepciones seguidas?

-Cada prueba iba descubriendo y probando cosas nuevas, trataba de aplicarlas en la siguiente... Y no se, la verdad, también con la sensación esa que tenía yo de que todavía estoy bien. Está claro que he cumplido 42 años y a lo mejor no tengo la capacidad física que podía tener hace diez pero tampoco he notado un bajón de rendimiento en los entrenamientos. La recuperación que suele dar problemas a gente de mi edad también es muy buena... Veía claro que a nivel físico todavía estaba bien y me estaba dando mucha pena no poder aprovechar eso. Todavía estoy disfrutando del deporte, tengo capacidad para competir bien y me daba rabia eso, no poder hacerlo. No me quedan muchos años más y me daba rabia tener que estar estos últimos sin realmente disfrutar porque el día de la competición no era capaz de sacar lo que yo realmente creía que podía dar.

¿Cómo vivió el pasado mes de octubre sin poder acudir a su cita con Hawai? ¿Fue muy duro?

-Desde 2006 siempre había estado por allí compitiendo pero la verdad es que no lo llevé mal. Ya me había hecho a la idea. Lo seguí un poco desde aquí pero tampoco demasiado porque estábamos pasando el fin de semana en la playa en familia y me gusta disfrutar también de esos momentos. Estuvo bien verlo desde fuera para coger ganas para intentar volver a vivirlo desde dentro.

¿Le queda algún reto pendiente?

-Me apetece mucho volver a Hawai y hacer una buena carrera, por ejemplo. Los últimos años allí -exceptuando el 2015 que quedé séptimo y aún así no fue una prueba que yo disfrutara mucho- han sido todos malos y me apetecería volver y disfrutarlo. Porque ya no se cuántas veces más voy a estar. De hecho los últimos años siempre lo he afrontado pensando que iba a ser la última o de las últimas. Me gustaría no tanto hacer un gran resultado, porque hay mucho nivel y es difícil, pero sí hacer una buena carrera de principio a fin, una buena maratón, cruzar la línea de meta y quedarme a gusto. Decir ‘el puesto es el que es pero yo he rendido y he disfrutado’. Quedarme con esa sensación de hacer una buena carrera. Y aparte de eso me gustaría volver a competir en Vitoria, este año tenemos el Ironman... No sé, sobre todo seguir disfrutando y el tiempo que me quede poder acabar bien, disfrutar del deporte y competir sin problemas. Tampoco pido mucho más.