H a llegado la hora de Neymar. Lleva cuatro años esperando un Mundial que le confirme como el heredero de pleno derecho al trono de Messi y Cristiano. El hat-trick del portugués contra España le obliga a una actuación sublime ante Suiza.
“Messi y Cristiano están en otro planeta, entonces soy el número uno”, comentó en vísperas del debut mundialista ante Suiza, y a renglón seguido añadió que su objetivo no es ser el mejor, sino “ganar el Mundial”.
Es toda una declaración de intenciones. Y es que Pelé y otras leyendas del fútbol brasileño le han acusado de falta de carácter y de no tener dotes de líder para llevar a Brasil a su sexta corona. Algo que en el ámbito olímpico sí que demostró al enviar a la gloria a la Canarinha en la final de Maracaná hace dos años.
No le ayudó a ganar adeptos a su causa su fichaje por el PSG, ya que el mensaje en vísperas del Mundial fue que prefiere atraer todos los focos y ser la única estrella de un club sin pedigrí, que ganar títulos y compartir estrellato con Messi en el Barcelona.
Además, la apuesta salió mal, ya que en el equipo francés no pudo ganar la Liga de Campeones -cayó ante el Real Madrid- y él se ha alejado aún más de su sueño de lograr el Balón de Oro.
No ayudó tampoco la lesión que sufrió en el tobillo en febrero, que le tuvo tres meses fuera de los terrenos de juego e incluso hizo pensar que se perdería el Mundial.
Por suerte, no fue así. Y en el último amistoso contra Austria demostró que está plenamente recuperado para liderar a la Canarinha en Rusia.
brasil no olvida el 2014 Para Brasil el Mundial es una oportunidad inmejorable para la redención tras la humillación sufrida en las semifinales del anterior Mundial ante Alemania (1-7).
Aunque los brasileños derrotaron por la mínima a la Mannschaft en Alemania en un reciente amistoso, ese resultado aún sobrevuela las cabezas de más de uno.
No es el caso de Neymar, ya que él no estaba en el campo. Pero aquel Mundial estaba destinado a ser el de su ascenso y se quedó a medias.
“Conmigo en el campo (...) creo que el resultado hubiera sido otro”, comentó esta semana.
Eso nadie lo sabe. Además, aquel día Brasil echó más de menos, si cabe, a Thiago Silva que a Neymar, ya que la defensa del Pentacampeón -en especial, David Luiz y Dante- fue un coladero.
Ahora, con cuatro años más, Neymar quiere la revancha ante los actuales campeones -que llegan también como uno de los candidatos al título-, pero con él en el campo.
Aunque a sus 26 años tiene aún más de un Mundial en sus botas y Messi y Cristiano podrían estar ante su última oportunidad de ser campeones, con Brasil no hay espacio para el error. Sólo vale la victoria.
Cualquiera cosa que no sea levantar el título el 15 de julio en el estadio Luzhnikí será recibido como un fracaso en Brasil. Y esta vez ya no habrá excusas. Todas las críticas tendrán a Neymar como diana.
Es un momento clave en su carrera. Solo él puede solucionar el dilema: o es el caprichoso futbolista capaz de hacer filigranas imposibles a precio de oro o un grandísimo jugador dispuesto a domar su ego y devolver a Brasil a lo más alto.
El seleccionador brasileño, Adenor Leonardo Bacchi Tite, parece haber creado el entorno ideal para que Neymar pueda expresarse con toda libertad y, además, le ha encontrado un escudero en Coutinho.
Después del penalti fallado de Messi ante Islandia y con el precedente de Cristiano hace dos días, Neymar deberá brillar hoy con luz propia en el Rostov Arena.