Donostia - Con el 2018 deshaciéndose ya de las primeras hojas de su calendario, queda lejos en el recuerdo aquella exhibición de Vincenzo Nibali en el pasado Giro de Lombardía. Sucedió el 7 de octubre, y desde entonces han transcurrido más de tres meses sin ciclismo de élite en las carreteras mundiales. La espera, en cualquier caso, toca a su fin. Y es que la primera división del deporte de las dos ruedas, el World Tour, regresa a escena durante la próxima madrugada. Como es tradición, abre el fuego el Tour Down Under australiano, cuyo critérium inaugural tuvo lugar ayer domingo (ganó Peter Sagan), pero que dará la salida a su primera etapa a la 1.30 horas de esta próxima madrugada.

La cita no pasa de suponer un aperitivo ante el año que se avecina, una temporada de gran interés en lo deportivo y cuyo desarrollo se va a ver irremediablemente marcado por el caso Froome. El británico ofreció un resultado anómalo en un control antidopaje durante la pasada Vuelta, hecho cuyas consecuencias aún están por determinar. De las sanciones que se le puedan imponer (casos similares con salbutamol de por medio se han saldado con suspensiones de en torno a un año, nueve meses recientemente para Diego Ulissi) dependerá el calendario de quien era considerado como el jefe del pelotón, y que este año apuntaba a intentar un exigente doblete Giro-Tour. Ahora, su presencia en ambas pruebas supone toda una incógnita, mientras el resto de capos ya empiezan a ofrecer detalles concretos acerca de su agenda.

las tres grandes El Giro de Italia tendrá un recorrido distinto. Duro, pero distinto. Y es que no contará con muchas etapas de sucesivas subidas a colosos míticos, adoptando un formato más propio de la Vuelta a España, con finales nerviosos y de un único puerto. En este recorrido repetirá presencia en la corsa rosa Tom Dumoulin, cuyo duelo con Froome queda a expensas de la situación del británico, quien ya había anunciado su participación. Fabio Aru, en su primera gran cita con el maillot del UAE Team Emirates, será la baza local en ausencia de Vincenzo Nibali, centrado en el posterior Tour de Francia.

El líder del Bahrain Merida, seducido por el trazado galo, similar en su primera semana al de su triunfo en 2014, se ha decantado por intentar vestirse de amarillo otra vez en los Campos Elíseos, en una edición que ya ha dado que hablar por su peculiar trazado. Apenas tiene 30 kilómetros de contrarreloj, en la penúltima etapa y sobre un circuito sumamente rompepiernas en carreteras de Iparralde. Y en sus inicios, antes de Alpes y Pirineos (por este orden), deparará una batalla de mera supervivencia con jornadas más propias de una clásica (pavés de Roubaix incluido) que de una etapa en una gran vuelta. Como colofón, los organizadores han programado sendos días montañosos de solo 108 y 65 kilómetros, para completar un menú que degustarán, que se sepa a día de hoy, el citado Nibali, Nairo Quintana, Romain Bardet, Mikel Landa o Rigoberto Urán. ¿Froome? Si puede, correrá. ¿Y Dumoulin? Dice el holandés que lo decidirá en junio, después del Giro.

Por último, la Vuelta a España, presentada este sábado, se mantiene fiel a una fórmula que ha deparado espectáculo en sus últimas ediciones: etapas más bien cortas, rampas imponentes en puertos cortos con meta en su cima, y una ración escasa de lucha contra el crono. Respecto a los favoritos de la ronda estatal, poco puede adelantarse a estas alturas del año, tratándose además de una prueba que va sumando candidatos a medida que avanza la temporada. En cualquier caso, el exigente y montañoso trazado del Mundial de Innsbruck, que pondrá en juego el maillot arcoíris dos semanas después de la llegada a Madrid, convierte la cita en una preparación casi indispensable para optar con garantías a la gloria en Austria.

las clásicas Antes de que las tres grandes pruebas por etapas tomen el relevo, la primavera ciclista vendrá marcada, en gran medida, por las clásicas y las vueltas de una semana. Toda vez que estas últimas son empleadas como puesta a punto por muchos líderes, la variedad en cuanto a atractivo la ofrecen las carreras que, con Bélgica y Holanda como escenarios principales, vivirán una apasionante temporada cuyo giro de tuerca se ha producido durante el mercado de fichajes. Dos corredores dominan, a grandes rasgos, este panorama. Greg Van Avermaet y Peter Sagan. Y durante el invierno el equipo del eslovaco, el Bora, se ha reforzado de forma notable para ofrecer a su líder el apoyo que este merece. La contratación de Daniel Oss, que abandona el BMC del propio Van Avermaet para ejercer de escudero del campeón del mundo, resulta especialmente significativa. Y luego influirá la suerte, claro está, crucial en pruebas de un solo día con trazados y pasos muy peculiares: un enganchón en un muro de Flandes, un pinchazo en Roubaix, una curva mal tomada en el descenso del Poggio hacia San Remo... En un segundo pueden irse al traste todas las opciones de un favorito. Sagan lo sabe bien.

Para hilar estas batallas con las vueltas de una semana, nada mejor que la figura de Alejandro Valverde, tan capaz de exhibirse en Lieja o en el muro de Huy como de dominar Itzulia, Volta a Catalunya o París-Niza. Todo dependerá, en el caso del murciano, de cómo se recupere del grave accidente sufrido en la contrarreloj inicial del pasado Tour, un condicionante que puede aplicarse al ormaiztegiarra Ion Izagirre. La retirada de Haimar Zubeldia y la salida de Jon Ander Insausti del Bahrain Merida reduce a tres la nómina de guipuzcoanos en la elite ciclista, con el hermano del propio Ion, Gorka, fichando por la estructura de capital árabe. Markel Irizar, finalmente, vivirá una nueva campaña en el Trek, con contrato hasta final de temporada.