El otro día visité con mi familia las cuevas de Zugarramurdi. Vaya paraje. Espectacular es poco. Un tanto empedrado, como para no llevar tacones, por donde apuntan que hace 130 millones de años se aposentaba el mar, el profesor Cousteau y el barco de Chanquete. En esa atmósfera mística, evocadora de akelarres, actos de kale borroka inquisitoriales, películas de Alex de la Iglesia y otras historietas de miedo me pareció distinguir una pintada realizada, sin lugar a dudas, por los primeros moradores de aquellas tierras fronterizas. Entre la figura de un bisonte y la efigie de Popeye, descubrí una misteriosa inscripción datada, a buen seguro, hace miles de años. Era un mensaje misterioso pero claramente revelador. “Yo voté a Ángel María Villar”, se podía leer con claridad en una piedra caliza. Aquella resultaba la prueba más evidente de que los antiguos habitantes de esas grutas ya se posicionaron hace miles de años a favor de aquel fino futbolista vizcaíno que se postuló como futurible presidente de la Real Federación Española de Fúrbol -como dice él-. Bueno, no son miles de años, es cierto, pero en julio sí se cumplirán 29 desde que fuera elegido por primera vez máximo mandamás del fútbol español. 29 añitos. Ahí es nada. Más de un tercio de una vida normal. Hace un mes era reelegido por octava vez consecutiva en unas elecciones bastante ajustadas, por cierto: 112 votos a favor, 6 nulos y 11 en blanco.

Ni los dictadores de repúblicas bananeras consiguen esos resultados. En esta ocasión podía haber tenido una mayor oposición pero su exsecretario general en los últimos 13 años, Jorge Pérez, no presentó los avales en la fecha determinada al entender que existían irregularidades en la elección de los miembros de la Asamblea. Total, ancha es Castilla, vía libre y autopista sin peaje para el mozalbete Villar, quien a buen seguro dispondrá en su despacho de cepillo de dientes, crema de afeitar, pijama e incluso preservativos? 29 añitos? Quizás haya vendido incluso su domicilio para mudarse a la sede federativa? Mérito no le quito. Alguien que, de momento, va a permanecer más de 3 décadas apoltronado en un mismo sillón debe ser, cuanto menos, hábil.

Ha tenido en contra gobiernos de izquierda y de derecha -con la UCD no coincidió por poco-, ha recibido denuncias por mala gestión y entidades como la Liga no le pueden ver ni en pintura. Pero ahí sigue, como los leones de las Cortes, pronunciando a la perfección la palabra fúrbol, ganando su buen dinerito y saliendo indemne de cualquier tipo de confrontación. Tan sólo tuvo que doblar la rodilla cuando fue condenado a devolver al Consejo Superior de Deportes 1,2 millones de euros por una subvención para construir una escuela de fútbol en Haití. La escuela no se levantó, el dinero no aparecía pero finalmente se las apañó para su devolución. Por lo demás, pelillos a la mar. 29 años y subiendo, sólo seguido en la distancia por el televisivo Jordi Hurtado. Los escándalos de la escandalosa FIFA -entidad en la que ocupa el cargo original de presidente senior- casi ni le han tocado. En la UEFA tampoco vive mal, ya que ocupó el puesto de presidente interino y en la actualidad es vicepresidente del Comité Ejecutivo.

No habla idiomas y carece de don de palabra -condiciones ambas tampoco obligatorias para ser presidente de Gobierno- pero es de Bilbao, y eso debe puntuar para nota. 29 años y 500 noches, como casi cantaba Sabina. Finalizará este mandato con casi 70 primaveras y no resultaría insólito que se presentara de nuevo al cargo. Sólo le faltaría decir en su campaña electoral que “aún tengo cosas que cumplir de mi programa de gobierno?”. Cuando comenzó su primer mandato Naranjito no había hecho aún la primera comunión y la URSS y el Muro de Berlín todavía existían. Cuando termine el último, barriadas de VPO ya se habrán construido en Marte y seguirá diciendo perfectamente la palabra fútbol. El fúrbol es así, como Ángel María Villar, como la vida misma.