vitoria - Si el encuentro estuvo a la altura de las expectativas, la grada no se quedó ni mucho menos atrás. Araski y Gernika hicieron un llamamiento a sus aficiones durante toda la semana, y estas respondieron con nota. Los aproximadamente 2.000 aficionados que copaban el graderío vitoriano suponen la mejor entrada de la temporada para el club alavés, en lo que fue toda una fiesta para el baloncesto femenino. Porque en los asientos se vivía el choque con tanta pasión como en el parqué, y con idéntica deportividad y alegría a pesar de la tensión existente. Los cánticos y jaleos conservaron su intensidad durante todo el encuentro. Y es que apenas había tiempo para respirar con tanta igualdad y emoción, solo empañadas por las respectivas lesiones de Pina y Roundtree, ambas en la recta final del encuentro. Tampoco se salvaron los árbitros de alguna protesta, aunque huelga decir que su actuación, teniendo en cuenta la exigencia del partido, fue como poco notable.

Una vez finalizado el encuentro llegó el turno de relajar las gargantas y enjuagar los ojos. Las lágrimas afloraban en ambos lados de la cancha, en uno de emoción y en el otro de tristeza. Las jugadoras del Araski intentaban guardar algo de euforia mientras atendían de manera incansable todas las peticiones de las seguidoras más jóvenes, mientras que en el banquillo del Gernika ocurría al revés, con las baloncestistas consoladas por su hinchada.

Notable fue el gran desplazamiento desde la villa vizcaína. Unos 300 seguidores del Gernika se acercaron a Vitoria y ya se dejaban notar en los locales hosteleros circundantes al pabellón momentos antes del partido, donde también se produjeron los primeros roces entre aficiones. Amistosos, eso sí. Guerra de cánticos, bebidas y banderas, que a todo el mundo deleitan. Ayer, dos aficiones ejemplares dieron una muestra inmejorable de que el baloncesto femenino también puede levantar pasiones.