Duración: 25 minutos.
Saques: 2 de Bengoetxea VI y 1 de Altuna III.
Pelotazos: 515 pelotazos a buena.
Tantos en juego: 4 Bengoetxea, 3 de Albisu, 11 de Altuna II y 1 de Untoria.
Errores: 6 de Bengoetxea, 3 de Albisu, 4 de Altuna y 2 de Untoria.
Marcador 1-0, 1-1, 1-3, 2-3, 2-4, 3-4, 4-10, 5-10, 6-11, 7-14, 11-15, 14-16, 16-16 y 16-22.
Incidencias Lleno en el frontón La Juventud de Soria para presenciar la final del Torneo San Saturio.
SORIA - El tiempo es un asunto de ciencia, relojería, manecillas y exactitud. Sucede que la percepción temporal es de lo más subjetivo y personal. Opinable y sumamente voluble. Por eso, en otoño, con el frescor y la seriedad del Cuatro y Medio a un palmo de distancia, el sol de verano brilla en la mirada de Jokin Altuna, de nuevo coronado. Otra vez emperador, como si el otoño aún hibernara en verano, como si el almanaque todavía no hubiera girado y continuara en chanclas y toalla. El amezketarra se mece en la hamaca, con la despreocupación propia del que se sabe que maneja los tiempos, los buenos tiempos. Cinceló Altuna III, acompañado por la sobriedad de Untoria, el triunfo en Soria con ese modo tan suyo; siempre al ataque, siempre buscando los rincones, a toque de corneta. Un zahorí del remate. Soria le colocó la corona del mejor pelotari del torneo en una final de tonos grises salvo el arcoíris de Jokin. Brilló por encima del resto Altuna, que no se baja del pedestal y cosió su quinto torneo. Observó Soria desde las alturas, la vista despejada, hermanado con Untoria, perfecto acompañante en el sidecar. Ambos se embolsaron la sonrisa después de desencolar a Bengoetxea VI y Albisu, que nunca le tomaron el pulso al pleito salvo cuando Altuna se enredó en algunos pasajes. Fueron los menos, porque el guipuzcoano tiró del hilo del relato sin balbuceos ni interrupciones. De carrerilla.
Comodísimo en las distancias cortas, en las disputas a quemarropa, se elevó varios cuerpos por encima de Oinatz, que atacó con convencimiento, pero sin la brújula necesaria. Albisu, de oficio dinamitero, acudió con el polvorín húmedo. Sin los socavones del ataundarra, Untoria impulsó a su delantero, que apenas necesita un poco de viento de cola para volar alto. Alado Altuna III, firme el puntal de Untoria, sacaron de rueda a Ointatz y Albisu, a los que les costaba mantenerse en el rebufo. En el meridiano del duelo, Jokin y Álvaro doblaban a sus rivales, incómodos, traqueteando, a tirones.
Albisu no se imponía, así que Oinatz se tuvo que subir al cable del riesgo y optar por cierto barroquismo rematador. Era la única ganzúa que disponía el leitzarra para asaltar la caja de caudales de Altuna, afilado en el remate, propenso al tanto, bien con el gancho o resolviendo a la contra. Eso les otorgó una coraza de ventaja. Media docena de tantos. Se perdían en el retrovisor Oinatz y Jon Ander, que no daban con la tecla hasta que el ataundarra soltó el brazo. El kevlar de Altuna y Untoria se resquebrajó cuando Albisu dio con el corazón del frontis.
Entre la espuma de Jon Ander y los saques de Bengoetxea VI se alteró el biorritmo del duelo, que pasó a ser más caótico y deshilachado. Trabado. El búnker de Untoria cedía y el partido entró en el desagüe con apreturas. Iguales a 16 después de un error de Altuna. Se reactivó de inmediato el amezketarra con un gancho que destempló a Oinatz. En la siguiente jugada el lei- tzarra y su zaguero perdieron cobertura. No se entendieron. El acelerante era cosa de Altuna III, que encontró oro en un saque y continuó sumando para engordar la vitrina del verano. Es otoño en Soria, pero en el calendario que maneja Jokin luce maravilloso el sol. Es verano.