fernando Amorebieta pisará el domingo el renovado Mendizorroza como uno de los fichajes de relumbrón del Sporting de Gijón y por el que también llegó a interesarse el Alavés como posible objetivo en su lista de contrataciones. El exjugador del Athletic de Bilbao ha encontrado acomodo en tierras asturianas para regresar de nuevo a la Liga Santander después de un periplo poco afortunado en el fútbol inglés. Con su incorporación a la plantilla que encabeza el exalbiazul Abelardo Fernández cierra el curioso periplo el defensa central vizcaíno que hace tres años largos le llevó a desestimar una jugosa oferta de renovación del Athletic de Bilbao, equivalente en la práctica a una placentera retirada sin moverse de casa, para buscarse la vida en las turbulentas aguas del fútbol inglés y finalmente recalar en el modesto Sporting.

Los motivos que impulsaron a Amorebieta a romper de mala manera con el Athletic jamás trascendieron. Sus reiterados devaneos en la negociación con la directiva provocaron que a finales de enero de 2013 Josu Urrutia anunciase la definitiva retirada de la propuesta. Por lo visto, cinco temporadas y unos 9 millones netos no fueron suficientemente convincentes para un futbolista que ingresó en Lezama como alevín, con 11 años, y que había sido un fijo en la zaga del primer equipo a lo largo de siete temporadas. En la octava y última, sencillamente echó por tierra su estatus con una actitud desconcertante e injustificable. Así lo entendió desde luego Marcelo Bielsa, quien optó por prescindir de sus servicios mediado el campeonato, resignado ante un rendimiento impropio en un profesional. Fue aquel un año extraño, desagradable, tenso, donde los problemas planteados por el despechado Amorebieta quedaron relegados a un segundo plano por obra y gracia del ruidoso divorcio promovido en las mismas fechas por su tocayo Llorente.

La perplejidad que causaba, en el fondo y en la forma, la espantada de Amorebieta, se disparó al conocerse que fichaba por el Fulham, equipo de tercera fila en la Premier: un destino sin atractivo, un vestuario plagado de veteranos y trotamundos, gente de capa caída reunida en un proyecto diseñado para sobrevivir en la categoría. Los vaticinios se cumplieron a rajatabla, el conjunto londinense descendió a la Football League Championship y la ficha del zurdo, inferior en origen a la que hubiese percibido en Bilbao, se redujo sensiblemente, en torno al 50%, porque así se estipulaba en todos los contratos de la plantilla. Consumado el fracaso deportivo y económico, al año siguiente Amorebieta tampoco fue capaz de reivindicarse con la cesión al Middlesbrough, donde solo le dieron cinco partidos. Avanzado el tercer año, fue devuelto al Fulham por petición expresa del entrenador, Aitor Karanka, de modo que sumadas las estadísticas en ambos equipos completó una treintena de encuentros, aunque los últimos de nuevo en el sitio equivocado: mientras el Middlesbrough lograba plaza de ascenso a la Premier, el Fulham eludía con más pena que gloria el descenso a la Football League One, equivalente a la Segunda B.

EL BENEFICIO Está por ver si la llamada del Sporting le ayuda a reflotar una carrera que desde que dejara Lezama discurre cuesta abajo. Abelardo le ha brindado la oportunidad, quería un marcador experimentado para suplir la marcha de Bernardo Espinosa y Luis Hernández a la Premier, requisito que Amorebieta cumple a sus 31 años. El acuerdo es para tres campañas, lo que compensaría parcialmente los discretos emolumentos que la entidad asturiana estaría en condiciones de abonarle.

Lo que no admite discusión es que el Athletic no se resintió deportivamente con la marcha de Amorebieta. Al contrario, resultó muy beneficiosa, tuvo como efecto inmediato la promoción de Aymeric Laporte, entonces en el filial. Desaparecer Amorebieta de las convocatorias y empezar el joven de 19 años a tener minutos fue todo uno. Además, el paso del tiempo ha servido para que el compromiso de Laporte con el Athletic ponga en evidencia, más si cabe, la incomprensible postura que en su momento adoptó Amorebieta. Los costos deportivos y económicos de su abrupta despedida le seguirán pasando factura hasta que cuelgue las botas. Ahora en Gijón quiere resarcirse de las malas aventuras en la islas.