El nadador estadounidense Michael Phelps puso fin este sábado por segunda vez a su periplo olímpico y lo hizo conquistando una nueva medalla de oro para su ya extenso palmarés, prácticamente inalcanzable para cualquier otro deportista con 28 metales, 23 de ellos dorados.

MADRID. El de Baltimore, que contaba con 15 años cuando nadó por primera vez unos Juegos, en Sydney 2000, inició su colecta y su camino hacia la historia cuatro años después en Atenas, donde, sin embargo, no pudo conseguir el logro de igualar o superar las siete medallas de su compatriota Mark Spitz en una misma cita, ganando seis metales dorados.

'Sólo' tuvo que esperar cuatro años para sí hacerlo en Pekín, y eso no frenó su ambición de ser el deportista más laureado de la historia del olimpismo. En Londres, no pudo repetir la gesta, pero terminó por superar al récord de 18 medallas de la gimnasta rusa Larissa Latynina.

La capital inglesa iban a ser sus últimos Juegos, pero encontró la motivación para estar en Río, donde ha sido una estrella, ganando seis medallas, cinco de oro, para dejar su cifra total en 28. El 'Tiburón' aseguró que no estará en Tokyo 2020, pero quizás esa puerta se vuelva a abrir.

En el cierre de la actividad de la piscina de natación, Phelps no falló en su cita con el oro. 24 horas después de que el joven singaporense Joseph Schooling le quitase el triunfo en los 100 mariposa, el de Baltimore se reencontró con el sonido del himno en el podio gracias al relevo 4x100 estilos.

El americano, acompañado por Ryan Murphy, Nathan Adrien y Cody Miller, hizo su posta favorita, la de mariposa, desde la que labró el triunfo del equipo, pese a la resistencia del británico James Guy. Los Estados Unidos se impusieron con un tiempo de 3:27.95, con récord del mundo incluido de Murphy en los 100 espalda con 51.85, poniendo fin al de Aaron Peirsol de 51.94 que databa desde 2009. Gran Bretaña se llevó la plata (3:29.24) y Australia el bronce (3:29.93).

Las gradas, donde su recién nacido 'Boomer' yacía dormido en brazos de su madre ajeno a todo lo que sucedía con su padre, ovacionó con fuerza su salida de la piscina y su posterior regreso para recibir la que parece que será su última medalla olímpica.

Poco antes, el equipo estadounidense se hizo también con la victoria en el mismo relevo femenino, con el añadido de conseguir la simbólica medalla de oro olímpica número 1.000. El cuarteto formado por Kathleen Baker, Lilly King, Simone Manuel y Dana Vollmer se impuso con facilidad con un crono de 3:53.13, casi dos segundos más rápido que las australianas, que se hicieron con la plata por una centésima sobre las danesas.

También hubo dos pruebas individuales, dispares entre ellas. En la competición por excelencia del fondo, los 1.500 metros, la victoria fue para el actual campeón del mundo, el italiano Gregorio Paltrinieri, que rozó por momentos batir el récord del mundo del chino Sun Yang antes de venirse abajo y terminar con 14:34.57, muy inferior al del estadounidense Connor Jaeger (14:39.48) y el de su compatriota Gabriele Detti (14:40.86).

En féminas, se disputó, por el contrario, la prueba reina de la velocidad, los 50 metros libres, que coronaron a la danesa Pernille Blume (24.07) por delante de la estadounidense Simone Manuel (24.09) y la bielorrusa Aliaksandra Herasimenia (24.11).