río de janeiro - Anthony Ervin paró el tiempo en la piscina de Río y volvió 16 años atrás. Ya es destacable que un nadador de 35 años integre el equipo estadounidense, siendo el más veterano de la historia, pero más aún que gane una medalla de oro en la prueba pura de la velocidad en la piscina. El californiano fue campeón olímpico de los 50 libre en Sydney 2000 y lo volvió a ser ayer para sorpresa general. Por detrás entraron el último campeón olímpico Florent Manaudou y el último campeón mundial, el estadounidense Nathan Adrian.
Todo el mundo celebró la victoria de Ervin por lo que su figura supone, más allá de que tenga raíces judías, afroamericanas y nativas. En 2003 dejó la natación, en 2004 subastó su medalla de oro para ayudar a las víctimas del tsunami que afectó al sureste asiático y en 2011 volvió a la competición después de superar episodios de depresión, de alcoholismo y de adicción a las drogas en un periodo de su vida en el que, según cuenta en su biografía, “ya no era Anthony el nadador, sino simplemente Tony, una persona como todas” y trató de buscar ayuda en las clases de guitarra y en el budismo.
Por suerte, en ese tiempo no perdió las cualidades para ganar, pese a su corta estatura para las pruebas de velocidad, se clasificó para los Juegos de Londres en los que acabó quinto en los 50 libre. Ayer, Ervin se colgó un oro que le redime. “Un parte de mí quería ver si era capaz de ganar una medalla otra vez. Ya la tengo”, presumió en Río. - R. Calvo