río de janeiro - Con ilusión. Así se enfrenta Michael Phelps a la cita olímpica de Río. El nadador se encuentra ante el que puede ser su último gran desafío, ya que hace meses anunció que podría retirarse definitivamente después de la cita brasileña. Tras haber superado varios problemas personales, el estadounidense reconoció ayer su satisfacción por poder decir adiós cómo y cuándo él desee. Lo hizo en una multitudinaria rueda de prensa en la sala Samba del centro de prensa de Río de Janeiro, en la que estuvo acompañado por su entrenador y amigo Bob Bowman.

18 oros, dos platas y dos bronces avalan a Phelps como el mejor medallista olímpico de la historia. Es una de las estrellas de los Juegos Olímpicos de Río y durante la próxima semana muchas miradas apuntarán a este nadador, que además de ser protagonista en la piscina en la que intentará agrandar su leyenda, en esta edición lo será también fuera de ella. Es el encargado de portar la bandera de su país en la ceremonia inaugural de esta próxima madrugada en Maracaná, lo que convierte estos Juegos Olímpicos en especialmente emotivos para él. Todo parece idílico en la vida de Phelps. Sin embargo, el camino del nadador hasta llegar a lo más alto no ha sido nada fácil.

Nacido hace 31 años en Baltimore, esta estrella de la natación comenzó su andadura en las piscinas de manera casual. De hecho no le gustaba el agua. Pero nada más empezar, Phelps encontró en la natación una vía de escape para evadirse de las continuas disputas de sus padres, que en aquel momento se encontraban en vías de separación. Pronto destacó y a los once años empezó a entrenarse con Bob Bowman, quien sigue a su lado a día de hoy.

Phelps era solo un niño cuando hizo su debut en unos Juegos Olímpicos. Sydney fue el escenario de su primera aparición en una cita olímpica, pero no fue hasta la siguiente edición, en Atenas, cuando el nadador cosechó su primera medalla. Seis oros y dos bronces. El nadador entró por todo lo alto en el club de los deportistas con medalla olímpica. No obstante, lo mejor estaba por llegar.

Cuatro años más tarde, Pekín fue testigo de la mayor hazaña olímpica jamás vista. Ocho oros en ocho carreras. Ocho medallas que le convertían en el mejor de todos los tiempos, el deportista con más oros olímpicos de la historia.

Tras el su exitosa participación en Pekín, las expectativas sobre este nadador eran máximas en Londres 2012. Todas las miradas iban dirigidas al rey olímpico, aunque su papel no fue el esperado. Tres oros y dos platas fueron los galardones logrados por Phelps. Pero esta no fue la noticia más relevante. El nadador comunicó su retirada de las piscinas tras la cita. El anuncio supuso una gran sorpresa para todos. A sus 27 años, el mejor deportista olímpico de la historia dejaba de competir.

Pero la decepción que significó el adiós del nadador no duró demasiado. Dos años después, en 2014, Phelps anunció su regreso a la competición tras superar sus graves problemas personales, relacionados a menudo con adicciones como el alcohol y el juego. Ahora participará en sus quintos Juegos Olímpicos en los que competirá en tres categorías individuales y una por equipos. Lo hace muy ilusionado y con ganas de superarse. “Para mí, lograr clasificarme para competir en el equipo olímpico en 2000 ya fue muy importante. Y luego, cada vez ha ido a mejor en los siguientes Juegos. Es un honor tremendo. No tengo palabras”, decía el estadounidense. En su comparecencia, el deportista quiso destacar también lo especial que va a ser su regreso a una cita olímpica. Y es que la vida de Phelps ha cambiado mucho desde que anunció su abandono. En los dos años que ha estado alejado de las piscinas, el de Baltimore ha vivido muchas experiencias que le han hecho cambiar la forma de afrontar la vida. “El cambio en todo me ha dado una percepción más clara, tanto en la piscina como en la vida. Experimenté que en la vida hay cosas en las que posiblemente con anterioridad nunca me había fijado. También hubo mucha gente que influyó en mí y a la que les estoy muy agradecido”, aseguraba ayer.

Para el nadador, han sido los años más felices de su vida. Entre las vivencias más positivas durante este tiempo está la reconciliación con su padre. El deportista ha vuelto a retomar la relación con su progenitor, con quien no hablaba desde que era un niño tras la separación con su madre. Pero sin duda, ha sido convertirse él mismo en padre lo que más ha cambiado su perspectiva. La familia, de la que habló con mucho cariño, es su prioridad ahora: “Estos serán, lo voy a decir por si vuelvo, mis potenciales últimos Juegos y saber que verá mis últimas carreras es algo que me hace mucha ilusión poder compartir con él. Me encanta la idea de poder ver a Boomer impresionado en las gradas”.

Sin miedo Son unos Juegos Olímpicos diferentes. Por eso, al ser preguntado por la presión, Phelps fue rotundo. No siente miedo ante la idea de volver a casa sin medalla en los que pueden ser sus últimos Juegos: “No me preocupa esa posibilidad. Me estoy divirtiendo, me gusta lo que hago. Bob y yo volvemos a hacer chistes en la piscina durante los entrenamientos. Voy a ser capaz de acabar la carrera como yo quiero, y eso es lo único que me importa”.