Presión. Esa es la palabra que se asocia constantemente en los últimos meses a Simone Biles, la última gran aparición en el mundo de la gimnasia artística, una depredadora de 19 años embutida en un pequeño pero explosivo, rotundo y flexible cuerpo de 145 centímetros. Poca gente le pregunta por sus posibilidades de éxito porque poca gente duda de ellas. La mayor parte de las cuestiones versan sobre su supuesta infalibilidad, su aura de perfección, su capacidad para no separarse jamás ni un milímetro ni una milésima del ejercicio diseñado, de arriesgar más que nadie desde la naturalidad más mundana, como si aquello que solo ella hace lo pudiera hacer cualquiera. Es lo que tiene tiranizar un deporte, que el éxito se presupone como si fuese lo más natural, como si, en el caso de los elegidos, se tratara del punto de partida y no el destino al que se llega tras años de enfermiza dedicación.
Biles se ha ganado esa condición a base de medallas de oro. Desde que en 2013 comenzó a competir en categoría senior se ha mostrado infalible en los Mundiales: tres participaciones, tres victorias en el concurso general. Ninguna gimnasta había conseguido jamás semejante proeza. Pero hay más. La estrella de Columbus amasa ni más ni menos que diez preseas doradas cosechadas en esos tres eventos, otro hito que ninguna gimnasta había acumulado en la historia de este deporte -Svetlana Khorkina (1996-2003), Gina Gogean (1993-97) y Larisa Latynina (1954-1966) se quedaron en nueve-. Ante la rotundidad de tanto oro, sus dos platas y otros tantos bronces, tres en potro y uno en barra de equilibrios, parecen anecdóticos borrones.
Ahora, Biles amenaza con expandir su tiranía a Río de Janeiro, con diseñar un debut olímpico para la historia justo cuando se cumplen 40 años desde que Nadia Comaneci firmara el primer 10 de la historia en una cita de Montreal en la que ni siquiera los marcadores estaban preparados para registrar tamaña proeza. Y su reto no es en absoluto baladí, no en vano solo tres gimnastas en toda la historia han saboreado el triunfo en el concurso general olímpico siendo vigentes reinas mundialistas. La última en lograrlo, en 1996, fue la ucraniana Lilia Podkopayeva. Y ahí debería aparecer la presión para Biles, algo que, sin embargo, parece no ir con ella. “Nunca he estado en unos Juegos y no sé lo que me encontraré, lo que es bueno para mí. A mi primer Mundial también fui un poco a ciegas, pero en el segundo y el tercero sabía lo que conllevaba y tuve más nervios”, aseguró en marzo en rueda de prensa. Su principal rival debería ser Gabby Douglas, su compañera en el equipo estadounidense, vencedora del concurso general en Londres’12 y plata en el último Mundial por detrás de la depredadora Biles. La nota sentimental la pondrá Oksana Chusovitina, que a sus 41 años se convertirá en la gimnasta más veterana en competir en unos Juegos. Esta será la séptima cita consecutiva con los aros olímpicos de una mujer que ganó el oro por equipos... ¡en Barcelona’92!
En categoría masculina, Kohei Uchimura defiende a sus 27 años su leyenda de imbatible. El japonés, apodado Superman, fue plata en el concurso general en Pekín ‘08 y desde entonces ha ganado seis Mundiales seguidos (nadie lo había logrado jamás) y el oro en Londres’12. En caso de repetir, emularía a su compatriota Sawao Kato, que lo logró en 1968 y 1972.