BILBAO - Decía Rubén Beloki en la contracancha del Bizkaia de Bilbao, en mitad de un entrenamiento de Mikel Urrutikoetxea con Unai Laso, que los jóvenes que “tienen algo especial” vienen “muy rápido”, que es raro que un manista “destaque” cuando ha estado estancado durante tiempo, que la mejora tiene que ser diaria. Lo decía el técnico de Asegarce con la conciencia tranquila en esa materia, con la certeza de que él, de que su nombre, aparece ya en los libros de historia del Manomanista en materia de juventud. El exzaguero de Burlata necesitó poco menos de tres agostos en profesionales y solo 20 años y 285 días para poder ganar su primera txapela individual y vestir el colorado durante todo un año. Era 1995 y el manista aterrizaba ya pegando fuerte. Su medalla de oro en Barcelona’92 en mano individual fue el ariete para romper la puerta de los profesionales de modo espectacular y abonar la nueva mano, la enraizada a las emisiones televisivas, de jóvenes figuras y duelos espectaculares contra Patxi Eugi, que decidió tomar el gerriko profesional meses antes de los Juegos Olímpicos. Con ellos dos, que llenaban frontones de chavales, Titín III y una mixtura de la generación de nuevos manistas y los antiguos nació la pelota del siglo XXI, del sepia al technicolor.

Y en aquellas, el hipervitaminado Rubén Beloki, tipo fino, estiloso y pegador, rompió los cánones de la pelota a mano en todo el frontón, ganando tres cetros más de la modalidad (1998, 1999 y 2001). La primera se la arrebató a otro guardaespaldas, Inaxio Errandonea, cuando el de Bera era más experimentado, estaba más maduro y sumaba un subcampeonato el curso anterior. Perdió 15-22 contra el de Burlata en el Atano III. Años más tarde, a las puertas de la retirada, cuestionado por los periodistas se acordaba del récord y vaticinaba novedades: “Es bonito escuchar que eres el pelotari más joven en haber ganado el Manomanista de Primera porque todos tenemos nuestro ego, pero seguro que saldrá alguien que quede campeón con 19 años”.

Pues bien, a la sombra de la juventud de Beloki, el Manomanista se ha venido desarrollando sin sobresaltos, con casi un duelo único de figuras entre Martínez de Irujo y Aimar Olaizola en el inicio de siglo, los destellos de Oinatz, Barriola y Xala y la irrupción de Urrutikoetxea, hasta el asalto de Jokin Altuna e Iker Irribarria. Los dos, con una edad por debajo del récord del navarro, se asoman a la competición más importante del curso manista casi imberbes en experiencia y con el récord de precocidad en la palma de la mano. De hecho, ninguno de ellos había nacido cuando Rubén levantó su trofeo. A pesar de todo, instalados en las semifinales, tendrán que tumbar a dos huesos duros de roer para tratar de llegar con vida a la última estación del campeonato: Mikel Urrutikoetxea y Oinatz Bengoetxea, respectivamente.

Opciones La única bala del amezketarra, que suma 20 años y 44 días, solo podría ser en esta edición, puesto que en la próxima no quedarán opciones a romper el hito de Beloki. Será mayor. El delantero guipuzcoano, no obstante, posee un bagaje menor en las canchas profesionales, solamente 23 meses (se estrenó el 24 de junio de 2014). Considera el manista guipuzcoano que “cuando debuté con 18, en aficionados jugaba con los de mi edad y pensaba que le daba más a la pelota. Cuando compites con gente más hecha que tú, notas la diferencia. Se necesita tiempo. Estoy muy a gusto por la evolución que he tenido”. Entonces, como puntillero más corto, no se contemplaba que pudiera dar una sorpresa en el Manomanista. Aun así, sin pasar por el de Segunda, en 2015 Aspe apostó por él y alcanzó los cuartos de final, cayendo ante Olaizola II. Este curso, la mala fortuna de Martínez de Irujo le ha catapultado a ser cabeza de serie, como mínimo, para la edición de 2017. Pasar a la final sería todo un hito ante un adversario que ahora mismo tiene la vitola de número 1, Urrutikoetxea, en Bilbao.

El caso de Iker Irribarria es más veloz. Con 19 años y 311 días, apenas llega a los quince meses desde que se vistió por primera vez de blanco con Aspe. Fue el 22 de marzo de 2015, tras ganar el Memorial Elortegi, y poco a poco comenzó a abrir bocas. Aun así, tras imponer su pegada en el Manomanista de Segunda, acabó hincando la rodilla ante Víctor Esteban. Cuestión de experiencia. El zurdo de Arama, que será el pelotari que más partidos ha disputado mano a mano pase lo que pase, no obstante, podría aspirar a romper el hito o este o el curso que viene.