apeldoorn - En las entrañas del Sky, el equipo del método, el cálculo, los datos y las páginas excel, late Mikel Landa, que prefiere los impulsos, los golpes geniales, la inventiva, la sorpresa. Sucede que las contrarrelojes no se sostienen con la arquitectura que más apasiona a Landa. Las cronos son, fundamentalmente, un tratado de matemáticas y física. Luego está el aspecto psicológico, la capacidad de soportar un soliloquio; mirarse en el espejo del tiempo e intentar no oxidarse demasiado en el empeño. Mikel Landa amanecía en ese páramo incómodo, una etiqueta que pica al rozar el cuello. Sucede que el murgiarra es consciente que por el requiebro de las cronos se le puede escurrir el Giro, que las contrarrelojes son un viaje hacia el abismo si no se atacan con decisión. Apagada la crono que arrancó la turbina del Giro, Mikel Landa se aplicó con el ábaco. Hizo un barrido. Una radiografía de la tabla de tiempos. Notario de Apeldoorn. Landa perdió 21 segundos con el italiano Vincenzo Nibali y 40 con el ganador Tom Dumoulin. Valverde le aventajó en 16 segundos.
dentro de lo esperado “Creo que los tiempos están dentro de lo que esperábamos y estoy contento por las sensaciones que tenía”, expuso Mikel Landa después de conocer el resultado de una contrarreloj de 9,8 kilómetros a la que temía porque era un “poco explosiva”. Justo en la orilla contraria de su credo ciclista, Landa mantuvo el tipo en Holanda, una prueba de fuego para el murgiarra, que mantiene intacto su escudo de armas el Giro. “Creo que para nada es mi especialidad y creo que me he defendido bien”, expuso con serenidad y satisfacción el líder del Sky en la carrera italiana. “Me he sentido bien, cómodo, pero las piernas duelen. Es un esfuerzo muy difícil de cuantificar y sí que iba cómodo, pero jodido”, reconoció Mikel Landa, que salvó el primer escollo importante de cara a su asalto al Giro sin sobresaltos.
Conocedor de que su flanco débil está en la lucha contra el tiempo, el murgiarra se manejó con soltura frente a un reto peliagudo. “Era (el examen) al que más miedo tenía y más me preocupaba, porque era (una contrarreloj) poco explosiva y parece que diez kilómetros no son nada, pero si pierdes, por ejemplo, un minuto ya es mucho”. La desventaja de Landa con sus principales rivales para la corona rosa se balancea en una horquilla de apenas 20 segundos, un pérdida que en la montaña, probablemente, resulte anecdótica.