San Benedetto - Al dicharachero Sagan, a su melena revoltosa con mechas, a sus caballitos alegres, se le cosió un velo de tristeza en la mirada. Un mohín le arqueó la boca, el perfil lánguido, los hombros cargados por la pesadumbre, atravesada el alma por la derrota doliente, epidérmica, dura, áspera. Un trago de ginebra a palo seco. Nada de sol y sombra. Solo sombra. Sagan, el ciclista capaz de reírse de su letanía de segundos puestos, de las cuentas del rosario que almacena remates a los postes, estaba fulminado en el podio que entronizó a Greg Van Avermaet en la Tirreno-Adriático, dios Neptuno, tridente dorado. Un mísero segundo, el tic de un reloj, le dejó a Sagan con un aire de personaje de El Greco. Caballero de la triste figura, hundido en su mirada alargada a ningún lugar. Perdido. Le costó incluso a Sagan mirar la imposición de la túnica azul a Van Avermaet, que le derrotó el lunes y le robó la felicidad ayer. Le dolió la imagen, la rabia de estar tan cerca y sentirse tan lejos. En un segundo se concentraron dos mares, dos destinos, el de Van Avermaet, florido, y el de Sagan, lúgubre. Ambos impactaron en una crono corta, -cayó la etapa al zurrón del poderoso Cancellara, inagotable Espartaco- que candaba la Tirreno-Adriático. El duelo de gladiadores levantó el pulgar para Van Avermaet, que fue peor que Sagan en la lucha contra el reloj, pero su renta le rescató por un segundo. Uff. “Un segundo no es mucho pero es suficiente para ganar”, dictaminó el belga que meció el tridente dorado. Peter Sagan no tenía consuelo en la distancia corta hasta que amplió el foco y entró algo de luz. “Si miras al resultado, es fácil estar decepcionado, pero yo no lo estoy; si no hubieran cancelado la etapa no habría estado en la pelea por la victoria”. Un triunfo en un segundo. Un suspiro, dos mares. - C. Ortuzar
General final
1. Greg Van Avermaet (BMC)20h.42:22
2. Peter Sagan (Tinkoff)a 1’’
3. Bob Jungels (Etixx)a 23’’
4. Sébastien Reichenbach (FDJ)a 24’’
5. Thibaut Pinot (FDJ) m.t.