INDIAN WELLS - La Garbiñe Muguruza que acabó 2015 plena de convencimiento, de confianza y de espíritu combativo se ha perdido en alguna parte. La jugadora de estos primeros meses de 2016 no es ni sombra de la que aquella y, desde luego, nada que se parezca a una número 4 del mundo. La tenista vasco-venezolana cedió en Indian Wells su tercera derrota en primera ronda este año tras las de Brisbane y Dubai y la quinta en total, todas ante jugadoras con peor ranking que ella. Esta vez fue la estadounidense Christina McHale, con el público de su parte, quien aprovechó el estado de confusión mental que atraviesa Muguruza, peleado consiga misma, con el mundo y lo que es peor, con su entrenador Sam Sumyk, el mismo al que ella consideraba el adecuado para conducirla en estos momentos en que las expectativas se han disparado.
Después de adelantarse por 2-0, la de Caracas cedió los cuatro juegos siguientes, pero reaccionó y sacó para forzar el desempate del primer set. Pero sus errores, algunos en pelotas muy claras, entregaron el parcial a McHale y preludiaron el hundimiento de Garbiñe Muguruza, que con 0-3 en contra en el segundo set dijo a Sumyk, que bajó a la pista para tratar de activarla, que no quería seguir jugando, que no iba a luchar por ese partido. Todo ello al borde de las lágrimas y con una actitud compungida e impropia de una jugadora luchadora.
El resultado final de 7-5 y 6-1 ante la 62ª del mundo es lo de menos porque Garbiñe Muguruza se enfrenta a una fase crítica de su incipiente carrera. Acumula seis triunfos y cinco derrotas en lo que va de año, sigue entre las cuatro mejores del mundo, pero las sensaciones que está transmitiendo en la pista son pésimas por la falta de planes alternativos y soluciones cuando las cosas no le van bien. Esa ansiedad, ese querer demostrar inmediatamente su superioridad ante rivales que no tienen nada que perder, le está llevando a acumular errores y frustración, como una pescadilla que se muerde la cola. - R. Calvo