siena - La tierra prometida, la Strade Bianche, invocó ayer el nombre de su rey: Fabian Cancellara. Monarca eterno. Infinito. El suizo apagará este año la luz de su estrella, pero su rastro, la cola de su cometa, brillará para siempre en el firmamento ciclista. Cancellara es una leyenda, un mito en bicicleta. Lo mismo entre adoquines que caminando por la gravilla. Un trozo de esa tierra blanca de la Toscana llevará su nombre. Cancellara es un latifundista. Se lo ganó escarbando la tierra con las manos. Labrador. Pulgada a pulgada. Granito a granito arañó el muro del deseo que decoró Brambilla. El prodigioso suizo, un tipo duro, experto, le arrancó la corona a Brambilla, fogoso, irreductible, abrumadora su puesta en escena. Olía las flores de meta el italiano cuando atravesó el pórtico que saludaba a Siena. Apenas una calle le separaba de la gloria, del trono de la Piazza del Campo, donde los jinetes honran a la ciudad medieval en el Palio, ese Gran National a la italiana, una carrera con escasa reglas y mucho peligro. Barrios a caballo, al galope. Antes de la plaza, en esa callejuela altiva, un pasillo de historia con un desnivel espantoso, Brambilla se escoró, tufado, el ácido láctico inundándole el organismo. Barco a la deriva. Allí emergió el ímpetu de Cancellara. Invencible Espartaco.
El padecimiento del italiano, estupenda su carrera, fue el banderín de enganche del suizo, que viajaba con Stybar, compañero de Brambilla y campeón del pasado año, y Peter Sagan, el solista arco íris que palideció en la cuesta. El suizo, un reloj, se recetó paciencia. La pausa necesaria antes de su despiadado asalto. Conocedor de la desembocadura de la carrera que había ganado con anterioridad en 2008 y 2012, se elevó en el momento exacto para dislocar a Brambilla e imponer su espalda de coloso tapándole el horizonte a Stybar, planchado al dorsal de Cancellara. El suizo desactivó al checo con dos curvas que no le dieron ni una rendija. Maldijo Stybar y bramó feliz, desatado, Fabian Cancellara, cuya uve de victoria tiene tres dedos. Tres veces emperador en Siena. Dueño del Palio.
A su entronización llegó en una carrera que saltó por los aires cuando se creó una fuga con Monfort, Brambilla, Grivko y Bookwalter. El cuarteto se sostuvo al comando hasta la zona erógena de la Strade Bianche, un sobresalto constante. Brambilla, atrevido y forzudo en su escueto cuerpo, encendió la mecha. Dinamitó el grupo y voló en solitario. Tierra de esperanza para el italiano. Cayó entonces la carrera de la gravilla en cascada. Piedrita a piedrita. Sagan, siempre presente en la orla, se personó dispuesto al combate. No sabe esconderse el campeón del mundo. Las luces de su maillot multicolor reunieron al resto en un repecho blanco. Stybar, atraído por la luz, se encajó en la silueta de Sagan. Cancellara continuó con el efecto dominó. Su reunión dejó sin respuesta a Van Avermaet, Valverde, Nibali, Kwiatkowski y tantos otros, aislados en el islote de lo que pudo ser y no fue.
partida a cuatro Desgajada la carrera, -a Markel Irizar la Strade Bianche se le evaporó de las manos cuando tuvo que dejar su rueda a un compañero-, el laurel se repartió entre la esgrima de Cancellara, Brambilla, Sagan y Stybar. El checo y el italiano eran uno. Brambilla actuaba de zapador. Stybar era la bala de plata. Ambos se agarraron al manual de estilo hasta que Brambilla se liberó de los grilletes cuando asomaba el perfil de Siena. El italiano fue el primero en irrumpir en su antiquísima belleza, en sus arrugas, pero Siena susurró al oído de Cancellara, su mejor huésped, que se vistió con la seda del Palio. Pañuelo de vencedor. El tercero de una biografía extraordinaria, otro laurel para un ciclista escultórico. Un tramo de tierra de la Strade Bianche, el sexto, llevará su nombre por sus tres victorias.
Clasificación
1. Fabian Cancellara (Trek)4h.49: 45
2. Zdenek Stybar (Etixx)m.t.
3. Gianluca Brambilla (Etixx)a 4’’
4. Peter Sagan (Tinkoff)a 13’’
5. Petr Vakoc (Etixx)a 34’’