a coruña - “¿Pero quién juega la final? ¿No ha ganado el Real Madrid?” Esas eran las preguntas más repetidas en la noche del sábado por las calles de A Coruña entre los sorprendidos vecinos de la localidad gallega. Como no podía ser de otra manera, el principal motivo de su incredulidad era la enésima demostración de la afición del Baskonia. Pese a la derrota del equipo, los aproximadamente 1.500 seguidores desplazados hasta la ciudad herculina no pararon ni un segundo de animar al equipo y, sobre todo, de inundar con su inconfundible espíritu cada uno de los rincones por los que transitaron.
Evidentemente todos habrían preferido que el Laboral Kutxa pudiera haber peleado ayer por su séptimo trofeo copero pero su ausencia en la final ni mucho menos supuso un cambio en su comportamiento. Tras el inesperado lunar negro del pasado curso, el reencuentro del Baskonia con la Copa debía celebrarse como la mayor de las fiestas y en eso se afanaron durante los inolvidables días en los que A Coruña se convirtió en una réplica en miniatura de Vitoria. La competición solo repartió un trofeo pero, para ser justos, debería haber entregado una Copa a cada uno de estos entregados baskonistas porque, sin duda, fueron los verdaderos campeones en la grada y en las calles. Para el año que viene, prometen desde ya todavía mucho más y mejor.