vitoria - La muerte de José Javier Suescun el pasado domingo al poco de cruzar la meta de la Behobia-San Sebastián como consecuencia de una parada cardiorrespiratoria ha vuelto a avivar el viejo debate sobre la conveniencia o no de este tipo de carreras para la integridad de los corredores o la idoneidad de muchos de éstos de asomarse a precipios físicos tan extremos como el que el domingo le costó la vida al atleta navarro, que a los 31 años lamentablemente recogió el triste testigo de la también paisana Arantza Ezquerro que hace dos años perdió igualmente la vida cuando apenas le restaba un kilómetro para completar su recorrido o el vizcaíno César Elorduy, que en 2010 también falleció cuando transitaba a la altura del Kursal. Tres ejemplos de atletas acostumbrados a rodar, físicamente en forma y sin ninguna afección aparente que constatan la magnitud de un riesgo real, muchas veces ignorado por una gran mayoría de corredores que encaran este tipo de carreras sin la prevención médica ni el fondo físico adecuados para ello. En la última edición de la Behobia, sin ir más lejos, el parte de incidencias dejó, al margen del atleta fallecido, un total de 446 atenciones, 21 ingresos en el hospital por golpes de calor y otros cuatro corredores en cuidados intensivos que tenían una edad media de 31 años. Así y todo, y a pesar de la gravedad de los datos, las incidencias bajaron sensiblemente respecto a la edición anterior, y eso que las temperaturas que Donosti registró el domingo fueron axfisiantes -hubo picos de hasta 28º con una humedad del 81% y un viento sur inicial que al desaparecer fundió a los corredores-.

Conscientes de los partes meteorológicos que se cernían sobre la prueba y que activaron todos los protocolos de emergencia por parte de la organización -se habilitaron grifos y mangueras a lo largo del recorrido y se reforzaron los puestos de avituallamiento, que en muchos casos se colapsaron al utilizar los atletas los vasos de agua dispuestos más como ducha que como líquido reponedor-, la pregunta que ahora surge es si se podría haber evitado una desgracia como la del corredor navarro. Con cierta rotundidad todos los expertos consultados por este diario coinciden en señalar que es “prácticamente imposible” habida cuenta de los miles de dorsales que el domingo partieron desde la localidad fronteriza, en concreto, 28.262, un 16% menos, eso sí, de los inscritos en un primer momento.

medicina anticipatoria Por una cuestión de pura probabilidad, añaden los mismos expertos, resulta inevitable que cuanto mayor sea el número de corredores que asuman una prueba de tanta dureza física como la última, mayor es el riesgo de que ocurran incidencias o tragedias como la del joven navarro. Por tanto, y en vista de que la fiebre por el running no parece que se vaya a reducir, se antoja necesario activar lo que el doctor Guillermo Cuesta, del centro Mediplan de Vitoria, define como “medicina anticipatoria”. Esto es, no conformarse con el diagnóstico y el tratamiento médico sino profundizar en este campo con pruebas y análisis que detecten las posibles afecciones y reduzcan, por tanto, los riesgos.

Según las primeras impresiones médicas, el joven navarro podría haber fallecido por lo que se conoce como Muerte Súbita en el Deporte (MSD), una causa que cada año afecta en España con igual desenlace a entre 100 y 120 deportistas, y que se estima que podrían sufrir otras 30.000 personas, “siendo la práctica deportiva intensa un factor que lo incrementa”, añade el doctor Cuesta. Según diversos estudios publicados al respecto, la causa más frecuente de Muerte Súbita es la coronariopatía, especialmente en hombres de más de 35 años, por lo que desde Mediplan se recomienda analizar los factores de riesgo que puedan evitarla (tener más de 45 años, no practicar deporte con asiduidad, ser fumador, tener hipertensión...) y realizar una labor informativa en la sociedad para concienciar de lo que hay en juego. Que a tenor del auge que están teniendo las especialidades deportivas de ultraresistencia es mucho. Por ejemplo, la mitad de los participantes en ese tipo de pruebas como maratones, carreras por montaña o la propia Behobia-San Sebastián tienen entre 30 y 40 años, el 33% está entre los 40-50 años y un 9% presenta una edad superior a los 50 años.

Ante esta fotografía, Cuesta advierte que dado que el 25% de los deportistas que practican algún tipo de actividad física lo hace en términos de competición, “es imprescindible” un reconocimiento médico que incluya antecedentes familares y personales cardiológicos, una exploracion cardiovasvular y un ecocardiograma para descartar cualquier tipo de dolencia o malformación. Huelga decir que cuanto mayor sea el nivel y detalle del estudio, la información será tanto mayor y, por tanto, los riesgos podrían reducirse.

certificado para competir Desde el punto de vista de las organizaciones que diseñan y controlan carreras populares como la Behobia, este tipo de documentos podrían constituir un elemento disuasorio a la hora de filtrar a corredores calientes, esto es, atletas con mayor riesgo de padecer algún tipo de problema, sin embargo la legislación española aún pasa de puntillas por este delicado asunto, algo que no ocurre, en cambio, en Francia o Italia, donde al menos un certificado médico básico es obligatorio para poder participar. Eduardo Martínez, director del Triathlon de Vitoria, no descarta que esta medida pueda llegar a Euskadi pronto, si bien aboga mientras tanto por impulsar entre los corredores de carreras de mayor dureza las revisiones médicas de forma periódica. “Las pruebas de esfuerzo están muy bien, lo mismo que los análisis de sangre, pero un ecocardiograma despejaría dudas más complicadas”, señala el director de una de las pruebas más populares del calendario alavés.

El problema es que el coste de este tipo de pruebas suele ser alto, lo que provoca que apenas tenga incidencia en una minoría. Ante eso, tanto Martínez como Mikel García, del club La Blanca, que organiza desde hace 38 años la Media maratón, insisten en lanzar un llamamiento a la “prevención” y el “sentido común” para evitar episodios desagradables durante una carrera. “Este tipo de pruebas requieren de una preparación física que muchas veces, porque lo ves en carrera, brilla por su ausencia y eso es muy peligroso”, advierte García, que lamenta que los deseos de cruzar la meta a cualquier precio “pueden costar hasta la vida del corredor”. En los últimos años, han sido dos los fallecidos en pruebas alavesas, el último el conocido médico local Pedro Ramos, que murió en 2009 durante la disputa del maratón Martín Fiz, solo diez kilómetros después de la salida. Precisamente su promotor, atleta profesional y campeón del Mundo, aporta otro punto de vista no menos importante para tratar de minimizar los riesgos durante este tipo de carreras, y es la conciencia de lo que uno está haciendo. “En los últimos tiempos se le está perdiendo el respeto a las pruebas de cierta dureza y esto es un error mayúsculo y peligroso. Una prueba como la Behobia requiere de entre cuatro y cinco meses de preparación y el domingo pude ver en persona a corredores que estaban sufriendo muchísimo más de la cuenta, casi idos. Un poco de sensatez”, reclama Fiz.

La organización de la 51ª edición de la Behobia-San Sebastián hizo público ayer el parte de incidencias en la carrera del domingo.

Participación

Salida: 28.262 y Meta: 27.823

Retirados: 439

122 retirados en Taxi

50 en autobús escoba.

Otros: 267

Descalificados: 1.215.

Parte médico: 439

Atenciones: 446

Ingresos: 21

Cuidados intensivos: 4 (edad media 31 años)

Exceptuando la persona fallecida, las afecciones más graves fueron por golpe de calor.

120

deportistas fallecen al año en España por muerte súbita, y se estima que unas 30.000 personas pueden sufrir un episodio, siendola práctica deportiva intensa un factor que lo incrementa.