No hay muchos datos científicos fiables sobre ello, por lo que lo primero es fijarse en los antecedentes... y los antecedentes no son nada halagüeños”. Josu Larrazabal es director y preparador físico del equipo ciclista Trek. Sus declaraciones se corresponden con la pregunta de si es factible trenzar el Tour de Francia y la Vuelta a España. O sea, de si se puede rendir acorde a las expectativas de las que puede gozar un determinado corredor en dos grandes que están enlazadas en el calendario. Sus palabras datan de horas antes de lanzarse la Vuelta, donde el podio del Tour, Froome, Quintana y Valverde, en orden de cajón más alto a más bajo, tratan de perfeccionar la presente temporada.

La Vuelta no está haciendo más que confirmar la metodología de Larrazabal, la de echar un vistazo al retrovisor del tiempo, la experiencia ya conocida, “nada halagüeña”.

Como dato, han transcurrido, marginados de competición, 25 días en los que el trío de corredores ha permanecido pie a tierra, deslomado de la bicicleta. Aproximadamente el mismo margen del que gozaron Froome en 2012 o Contador en 2014, cuando trataron de sobreponerse a los antecedentes. El caso, el mismo que protagonizan el mismo Froome, Quintana o Valverde en la actual edición de la Vuelta, el hecho de coser dos grandes rondas sin éxito, o un éxito acorde a las expectativas que pueden despertar según sus capacidades. Aunque también se puede pensar que los tres han aprovechado esa flaqueza general para ser los tuertos en el país de los ciegos y sencillamente medirse a la fatiga del resto del podio galo.

Si fue así, no tuvieron en cuenta otros nombres, como el de Aru, que ayer se embolsó papeletas de antojo de campeón. Destronó el italiano a Dumoulin. Le bajó de la cresta de la clasificación. Dumoulin, que casualmente no terminó el Tour por una caída y es otro de los nombres que se han ganado el peso de favoritos. Ayer descendieron en esos pronósticos Froome, Quintana y Valverde, que perdieron casi tres minutos, más de uno y medio y más de siete, respectivamente, con la referencia de Aru. “Hemos perdido bastante tiempo con Aru y Purito, pero estamos vivos. No estamos mal, pero tampoco estamos al nivel del Tour”, justificaba Valverde. Y con el Tour a cuestas les da para ser actualmente 15º, Froome, 6º, Quintana, y 9º, Valverde. Andorra, lo nieguen o no, ha sido pasar por el matadero; Purito, el cruel diseñador de la etapa reina, se ha salido con la suya: está a 27 segundos del nuevo líder.

El podio andante de la grande boucle quizás no esté fulminado por la diferencia temporal impuesta ayer y restando una contrarreloj que seguramente sea la gota que colme el vaso de las aspiraciones generales. Pero las sensaciones transmitidas hablan por sí solas. En el caso de Froome -este sí dice adiós al doblete- vio aderezada la actuación con una caída, a la cual achacó su pérdida, pero lo cierto es que ya había proyectado debilidad. El del Sky, que necesita una máquina de regreso al pasado, y los del Movistar están de capa caída. Las piernas flojean. Hay tiritona. “Pensé dos veces en retirarme”, confesaba Quintana. “Tuve anoche mucha fiebre y me descompensó”, añadía. Ocurre también, como reconoce Valverde, que el Tour viaja en las piernas; lo sabe Aru, y bueno, también Landa, incluso Dumoulin, ellos sin el peso del Tour a cuestas.