BILBAO - Tratar de hollar el Kilimanjaro sin haber pisado el Gorbea, más que pretencioso, es muy arriesgado. “Es probable que no lleves el vestuario apropiado, que no bebas adecuadamente, que no sepas reconocer ni siquiera los síntomas del cansancio... Hay gente que se agota y no le dan las piernas para seguir andando. Pasar una noche al raso ya puede suponer un problema importante”, advierte Kepa Lizarraga, médico de la Federación vizcaina de montaña.

¿Hay cada vez más gente en la CAV que practica deportes de riesgo?.

-El ocio activo cada vez tiene más adeptos y cada vez accedemos con más facilidad a actividades que implican cierto riesgo. Antes para hacer estas cosas pasabas por un proceso de aprendizaje, te inscribías en un club y te ibas familiarizando con el entorno. Ahora mucha gente actúa por iniciativa propia, se compra una cuerda y un arnés y no se preocupa de hacer un cursillo. Eso nos lleva a situaciones de riesgo con más frecuencia quizás que antes.

¿Se han detectado en los últimos años más lesiones o patologías relacionadas con estas prácticas?

-Antes muy poquita gente tenía los medios o el interés por desplazarse al Aconcagua o practicar trekking en Himalaya y hoy encontramos allí a gente de todo físico y condición. Si hemos quitado ese filtro de selección natural, que era ir ascendiendo progresivamente, y un helicóptero te deja ya a 3.800 metros en Namche Bazaar, pues a veces nos llevamos más sustos y es más frecuente padecer mal de altura o congelaciones.

Los atajos no son aconsejables.

-La ascensión lenta facilita la aclimatación. Ahora mucha gente va con los días contados. Como dicen algunas tribus de altitud: Prisa mata. Ascender rápido hace que aparezcan los edemas con más facilidad.

Supongo que los que nunca han ido a la montaña se atreverán...

-También. Yo he visto en el campo base del Everest gente cuya máxima experiencia montañera había sido ir de camping. Era un grupo que pretendía hacer una oración especial desde la cima como si fuese subir a la Torre Iberdrola. Hubo alguno con edema cerebral muy grave. Si no hubiésemos tenido cámaras hiperbáricas, habría fallecido esa tarde.

¿Qué tiempo de aclimatación se necesita para subir al Everest?

-No hay una norma establecida, pero las asociaciones internacionales de medicina de montaña proponen que ninguna persona ascienda más de 500 metros desde donde duerme. Si te inscribes en alguno de los trekkings a Kilimanjaro verás en algunas de las etapas llegas a ascender de noche a noche más de 900 metros. Consecuencia, mucha gente no llega a la cima. Hay que bajarla porque tiene mal de altura.

¿Cuáles son los síntomas?.

-En el caso del edema cerebral: dolor de cabeza, pérdida de apetito, náuseas, vómitos, dificultad para dormir, fatiga, confusión, aturdimiento, pérdida de conciencia...Eso nos puede llevar incluso a la muerte. Cuando la altitud afecta a los pulmones, estos se encharcan y a esa persona todavía le cuesta mucho más conseguir el oxígeno. Va entrando en una situación de deterioro y puede fallecer por edema pulmonar.

Con los medios de hoy en día, se les evacuará antes de que eso ocurra.

-Sí, aunque en extrema altitud hay muchas situaciones donde la demora es larga. A mí me ha tocado estar tres días con una persona con una fractura de cráneo sin poderle evacuar. En algunos casos es imposible y eso lo hemos vivido con montañeros de aquí que han fallecido. Hay gente con poderío económico para comprarse el billete y pagar un trekking, pero no siempre con la cabeza para formarse y cubrirse la espalda para una retirada.

En resumen, que hay que llevar todo bien atado y no precipitarse.

-Sí. No intentar correr si todavía no sabemos andar. Esa gente que no ha estado en cimas de 3.000 metros y se apunta a un trekking que pasa por un collado de 5.400 ¿qué seguridad tiene de que lo va a soportar? Ninguna. A veces sale bien y otras no.¿Las congelaciones son frecuentes?.

-No es que sean frecuentes, pero hemos visto gente que lo ha pasado muy mal en pleno verano porque ha habido un cambio brusco de temperatura. Recuerdo un mes de julio en el Pirineo con un grupo al que se le había advertido que llevaran ropa de invierno. Muchos pensaron: Estos están tontos, no hace falta y eso se pagó con una mala jornada. A nosotros nos han llegado personas con lesiones superficiales por frío a las que no se les había ocurrido meter las manos dentro de las mangas o usar los calcetines de repuesto como guantes. La inexperiencia lleva a comportamientos arriesgados y eso a veces sale caro en cuanto a salud.

¿Conoce algún caso grave?.

-Me viene a la mente una cuadrilla de chavales que iban a rapelar en un monte cerquita de Bilbao. Uno de los monitores se dio cuenta de que estaban sujetando el ocho en un lugar que no era el correcto. Si ese chaval se llega a colgar, se habría matado. En el monte no siempre estamos bajo tutela. Hay momentos en que nos podemos quedar aislados y tenemos que tomar decisiones nosotros mismos. Si no lo hacemos bien, a veces quedan secuelas.

La montaña también se cobra la vida de expertos montañeros.

-Recuerdo un montañero que pretendía hacer dos cimas de 8.000 metros con su mujer y un sherpa. Llegaron a la primera y, al intentar hacer la segunda, cuando estaban ya a más de 7.000 metros en una de las tiendas, esta persona enfermó. Tendría que haber bajado inmediatamente porque se les estaban encharcando los pulmones, pero se desató una tormenta y les fue imposible salir de la tienda. Se habrían matado. Tuvieron que pasar bastantes horas en altitud y esta persona falleció. Hay imponderables como en este caso. Fue una situación dramática. No se pudo hacer nada.