Síguenos en redes sociales:

La furia del dragón que nació en Bilbao

Guzmán Ruiz es uno de los mayores maestros de Hapkido del estado, un arte marcial enfocado a la defensa

La furia del dragón que nació en BilbaoFoto: Borja Guerrero

“Sé como el agua, amigo”, recomendaba Bruce Lee, una de las mayores figuras de la historia de las artes marciales. Decía que el agua se amoldaba, que podía fluir o golpear y aunque su arte marcial de cuna era el kung-fu, ese principio es aplicable a todas las artes de defensa personal. Buscar concentrar la fuerza propia, y a poder ser también la del adversario, en un punto, permitiendo así defenderse de personas mucho más corpulentas y fuertes. Guzmán Ruiz también lo explica así, con una mirada que transmite seguridad en sí mismo. Se mueve con lentitud, pero sus pasos son firmes, con un centro de gravedad bajo que le da el equilibrio clave de cualquier arte marcial.

Es cinturón negro sexto dan de taekwondo y quinto dan de hapkido, todo un maestro. Con 40 años de experiencia en las prácticas de defensa personal, hace poco publicó su cuarto libro sobre artes marciales, donde desentraña algunos de los secretos del hapkido -de hecho su libro se llama así, Hapkido-, un arte marcial muy poco conocido que proviene de Corea y que utilizan las fuerzas armadas del país.

En Euskadi, la federación de taekwondo y la de hapkido se hermanaron de la mano de Ruiz, hace ya casi 30 años. Y aunque ambas disciplinas de defensa provienen de Corea, el taekwondo se centra más en el golpeo y va más encaminado a practicarse como competición. El hapkido amalgama un mayor número de modalidades de defensa: llaves, proyecciones, sumisiones en suelo e incluso incorpora defensa antiviolación. Una característica que convierte al hapkido en una disciplina muy popular entre las chicas. “Tengo alumnas de 1,60 que tumbarían de un golpe a cualquier hombre”, asevera el maestro, que también le da mucha importancia a que el hapkido no busque la lesión del adversario, sino solamente dejarle fuera de combate, “ya que los individuos que buscan problemas, cuando salen perdiendo, suelen denunciar y judicializar a las personas agredidas”. Pero Ruiz considera el hapkido útil, sobre todo, para profesionales de la seguridad: “Para ellos es primordial saber defenderse sin lesionar, mantener su trabajo depende de ello”. Aunque más de una vez ha tenido que defenderse de alguna agresión, asegura que lo más importante que te puede aportar este tipo de prácticas es el control en una situación de abuso: “Cuando alguien te increpa y no te pones nervioso, le estas transmitiendo que no eres el tipo con el que debe meterse”.

Violencia de genero La maestría de Ruiz tan solo compite con su compromiso social. Ha dado clases gratuitas a mujeres víctimas de violencia de género, donde ha tenido alguna que otra “situación comprometida”. También a chicos conflictivos, aunque su experiencia le dice que los chavales no suelen durar muchos entrenamientos: “Las artes marciales son disciplina y a estos chicos les cuesta mucho mantenerla”. Otro apartado muy interesante del hapkido que enseña en sus clases es la utilización de lo que él llama “armas ocasionales”. Es decir, utensilios que todos podemos llevar encima como un bolígrafo o un llavero y que, utilizados con destreza, pueden convertirse en un autentico arma, sin que por ello nos pueda traer un problema de tipo legal. “No puedes llevar un nunchacu encima porque te multarían, en cambio no pasa nada por llevar un bastón, y bien utilizado puede ser igual de peligroso”, advierte el maestro. Aunque insiste que todas estas técnicas son para la defensa personal, porque una de las claves de las artes marciales es que “sirven para combatir la violencia no para crearla”.

Otro de los secretos está en la perseverancia. “Con unos meses de entrenamiento no conseguimos nada”, asegura el maestro. Y es que, como en todo en la vida, el secreto está en la perseverancia. Como decía el sensacional Miyagi de Karate Kidd: “Dar cera y pulir cera”.