la Liga Endesa sigue siendo la casa de los líos, una competición en las que los que deben bajar no bajan, en la que los que tienen que subir no suben, en la que hay clubes que no pueden competir en Europa porque su economía no se lo permite, en la que muchos conjuntos tienen que realizar ejercicios de funambulismo simplemente para sobrevivir, en la que los problemas a la hora de cumplir con los contratos de jugadores, técnicos y trabajadores cada vez son más notorios y afectan a más clubes, en la que los recursos al TAD, al CSD o las resoluciones del juez único acaparan más atención que lo que ocurre en la cancha, una liga marginal en cuanto a las audiencias televisivas y no pocas veces maltratada por el operador que posee sus derechos... En definitiva, una competición con muchas más nubes que claros.

Tras la Asamblea General del viernes, la patronal ratificó la readmisión del Gipuzkoa Basket y el Fuenlabrada como clubes ACB de pleno derecho “una vez completada toda la documentación necesaria y cumplir todos los requisitos para ser inscritos en la Liga Endesa 2015-16”. ¿En cristiano? Otro verano sin descensos, algo que se ha convertido en tónica habitual en la liga y que merma de manera considerable su interés. De hecho, desde 2011 solo se ha registrado un descenso, el del Valladolid el verano pasado, cuya plaza ocupó el Morabanc Andorra -el CB Canarias, ahora Iberostar Tenerife, subió en 2012, pero lo hizo ocupando la plaza del Lucentum Alicante, que pese a haber acabado octavo renunció a seguir en competición-. Y es que las elevadísimas condiciones económicas a las que deben hacer frente los equipos que aspiran a jugar en la ACB han convertido esta en una competición semicerrada. Cuando desembarcó en la presidencia de la ACB en mayo del pasado año, Francisco Roca anunció su intención de flexibilizar el canon de acceso. Aseguró que las quejas de los clubes “tienen fundamento” y prometió que “se suavizarán las condiciones para que casos como el del Burgos no se repitan”. Pues bien, ha pasado un año y nada ha cambiado, quedándose esto también en promesas vacías de contenido. El pago del canon no se ha flexibilizado y el caso del Burgos se ha repetido... con el propio Burgos como protagonista por tercer año seguido. Y tampoco el Ourense ha podido subir.

El asunto del Ourense está en manos del Consejo Superior de Deportes toda vez que el lunes el TAD no admitió a trámite el recurso del club gallego por considerarse incompetente al no tener carácter disciplinario. El COB presentó la documentación requerida para su admisión e ingresó las cantidades pertinentes para su inscripción pero, sin embargo, no superó la auditoria económica a la que fue sometido, aunque desde el club aseguraron que la situación era subsanable y se mostraron sorprendidos de la decisión adoptada por la ACB. Más ampollas ha levantado el caso del Burgos, que incluso desembocó en un muy agresivo comunicado de la ACB en el que acusaba al club de “difundir de forma reiterada informaciones falsas erróneas e interesadas”. En esta polémica, el club apelaba a los derechos reconocidos del canon del CB León adquiridos semanas atrás por el importe de 1.000 euros a través de los administradores concursales del club leonés y la patronal de clubes contestaba que “el Burgos ha abonado solo parcialmente el canon de entrada, en concreto 150.518 euros (de 3.782.789), y no ha presentado parte de la documentación requerida” además de recordar, entre otras circunstancias, que el club se encuentra en la lista de sancionados por la FIBA por deudas. El caso está en los tribunales.

¿18 equipos? ¿17? ¿19? Atendiendo sobre todo al caso del Ourense y a lo que pueda dictaminar el CSD, ahora mismo nadie puede asegurar si la próxima Liga Endesa arrancará con los 18 equipos habituales, con 19... o con 17. Y es que el Baloncesto Sevilla vive en las últimas semanas con respiración asistida, hasta el punto de que su masa social ha convocado para el martes una manifestación para clamar contra el cierre del club. Después de que la adquisición del equipo por parte del fondo estadounidense Jefferson Capital Funding acabase en poco menos que una estafa -además de provocar el caos deportivo en el club y servirse de él, Jefferson Meythaler no cumplió con los requisitos económicos para mantener su propiedad-, Caixabank no está interesado en mantener por sí mismo el club. Hasta el momento nadie ha puesto sobre la mesa los casi dos millones de euros que la entidad bancaria pide para sortear la liquidación y garantizar la viabilidad del proyecto a medio plazo. Sobre esta situación crítica, la ACB no incluyó ni línea en su comunicado del viernes.

Y a todos estos líos hay que sumar que el Joventut ha tenido que renunciar a la Eurocup para no descuadrar su presupuesto, que en junio el GBC condicionó la supervivencia del proyecto de baloncesto en Gipuzkoa al “apoyo decidido y a largo plazo de las instituciones”; que los rumores e insinuaciones sobre impagos son cada vez más generalizados y afectan cada vez a más clubes, incluso a alguno de los otrora más poderosos; que no son pocos los conjuntos que ahora tienen que sobrevivir como pueden con la pesada carga de las deudas acumuladas en la época de vacas gordas a sus espaldas... Pero pese a todo esto nada cambia en una ACB en la que muchos clubes echan sapos por la boca por lo bajinis sobre el funcionamiento interno de la asociación para luego, sorprendentemente, reelegir por unanimidad a su presidente, una liga que pide desorbitadas cantidades de dinero para ingresar en ella pero que luego apenas aporta beneficios económicos a sus socios. En definitiva, una competición en constante huida hacia adelante que sabe que, de no tomar cartas en el asunto, algún día se estampará irremediablemente contra un muro, pero que se contenta con que ese día tarde en llegar lo máximo posible.