Vitoria - Después de su primera incursión en el patinaje de velocidad sobre hielo un año antes en Italia, Iñigo Vidondo ha confirmado esta campaña con sus excelentes resultados -con mínima para la Copa del Mundo en la prueba de 1.500 incluida- que acertó de pleno embarcándose en esta aventura. Pionero absoluto de un deporte desconocido por estas latitudes, continúa empeñado en seguir creciendo y rompiendo barreras. Los Juegos Olímpicos de 2018 son su gran objetivo a medio plazo pero, mientras tanto, debe llamar a todas las puertas para tratar de encontrar unas mínimas ayudas que le permitan continuar con su sueño.

¿Qué balance hace del año?

-Bueno, estoy contento. Los resultados que han salido más o menos son los que he dicho desde el principio de la temporada que quería conseguir. Sabía que clasificar para el Europeo en 5.000 era complicado y más no teniendo todavía la técnica. Es una distancia que se me está haciendo muy dura. Con el tiempo lo voy a conseguir, no sé cuándo, pero el tiempo para el año que viene tiene que salir sí o sí. Me falta poco pero tengo que trabajar en las últimas tres vueltas porque me penalizan mucho. Es tanto acido láctico en las piernas que te produce un quemazón bestial que te bloquea. Las curvas no las puedes ni dar casi. Me perjudica mucho así que tengo que trabajar a tope este verano la técnica.

¿Cuando empezó esta aventura, se veía ahora en este punto?

-Sí, sí. Vengo del patinaje de ruedas con un balance de medallas y buenos resultados en competiciones importantes y veía a los buenos de hielo que venían también del de ruedas y decía, ‘por qué no puedo estar yo también ahí’. No te digo con una medalla en los Juegos de 2018 pero estar presente sí, por qué no.

¿Le ha costado más o menos de lo que esperaba?

-Hay cosas que me cuestan mucho. El lado técnico es muy jodido. Son cosas muy específicas, muy puntuales, que te hacen perder muchísimo. A mí eso es lo que me perjudica. Cuando tienes el chip del de ruedas metido en la cabeza, como es mi caso, cuesta mucho quitar esos defectos, esos vicios, que al final son los que usas sobre el hielo cuando estás cansado.

¿Ha pensado en tirar la toalla en algún momento?

-Algún entrenamiento he acabado jodido y pensando ‘pero qué coño hago aquí’. Eso sí. Pero pensar en dejarlo y tirar la toalla no, eso nunca. Hay momentos en los que te quieres morir pero entonces pienso en los que quizás no han creído en mí o no me han ayudado y saco fuerzas para demostrarles que se equivocan. Ahí es cuando me meto más caña y digo ‘ahora es cuando tengo que estar más arriba’.

¿Ha notado mucha diferencia de esta temporada a la anterior?

-Sí. Quieras que no en la academia he tenido tres entrenadores que han estado muy, muy encima mío. Eso es una ventaja que no tenía en Italia. Allí entrenaba con su selección pero ellos apenas me corregían los fallos. Lo que he ganado en la academia es poder patinar con gente en ese momento a mi nivel para poder llegar a ser de los más rápidos. El año pasado fue un poco aventura, ver qué salía, iniciarme, quitarme la espinita de saber si podría llegar a donde estoy ahora y este año he visto que con entrenamientos de calidad y preparadores que te corrijan la técnica puedo conseguirlo.

Su gran objetivo del año era lograr el billete para la Copa del mundo.

-Sí, conseguir una mínima. Si podía ser la de 5.000 mucho mejor porque me clasificaba para el Europeo. Al final salió la de 1.500, que sí esperaba lograrla pero no en este momento la verdad. Tenía más esperanzas en el 5.000.

¿Cómo recuerda el día de la mínima?

-Buff. Ese fin de semana estaban mis padres conmigo y fue la leche. Esa prueba me tocó con un noruego que pensaba que era más rápido que yo y dije ‘si me pilla, me pilla’. Salí delante, a muerte, pensando ‘que sea lo que Dios quiera’. Llegué, miré la pantalla y no encontraba mi tiempo. De repente vi a mis compañeros y a mi entrenadora gritando como locos y les pregunté ‘¿qué he hecho, qué he hecho?’. Mi padre ya me gritó que había hecho la marca y fue un subidón bestial.

¿Pudo dormir esa noche?

-Sí, de hecho dormí mucho más tranquilo. Dormí muy bien. Para mí supuso quitarme un peso de encima.

Ha estado ocho meses fuera, ¿ha sido muy duro?

-Por una parte no, porque te arropas mucho con los compañeros y además ahora las nuevas tecnologías te permiten estar más en contacto con casa. Hay momentos -especialmente cuando algo no va del todo bien- que sí les echas de menos. El apoyo, un abrazo...

¿Se ha sentido muy solo en esta aventura?

-La primera temporada sí. Muy solo. Y este año, al haberse producido un cambio en la federación, también me he encontrado un poco con el culo al aire porque ya no está la persona que se había preocupado por mí -Gloria- y de momento no cuento con presupuesto. Hace poco tuvimos una reunión en la que les expliqué mi proyecto y parece que van a intentar recortar un poco de cada departamento para poder ayudarme algo a mí la próxima temporada. Y por otro lado el Bat Basque Team también me está apoyando. Ahora lo que necesito es encontrar algún patrocinador privado.

Hasta ahora esta aventura le ha costado dinero...

-Claro. Las ayudas que he tenido son pequeñas y a día de hoy no sé las que voy a tener el próximo curso. Por eso tengo que conseguir que alguna empresa se dé cuenta de lo que puede ayudar y de los beneficios que puede tener para ella misma -tienen un 24% de desgravación además de la repercusión que les puedo dar- y apueste por estar conmigo en esta aventura.

¿Sueña todas las noches con los Juegos Olímpicos de 2018?

-No. Sé que está ahí, lo tengo ahí, pero procuro no pensarlo mucho porque si no... malo. Cuando te obsesionas con una cosa te presionas demasiado. Yo he aprendido a vivir el día a día y disfrutar del momento en el que estás porque así es cuando salen las cosas. Si siempre te pones metas largas vas mal. Sé que está ahí y es el objetivo principal pero no lo quiero tener en la cabeza continuamente porque quedan tres años todavía.

Elija dos momentos buenos y malos de este tiempo.

-Buenos cuando realicé la mínima del 1.500 y el hecho de estar en la academia, solo estar. Llegar el primer día y estar ya allí para mí fue un paso más. Y malos sin ninguna duda la caída que tuve en un 5.000 en el que iba haciendo tiempos por debajo de la mínima y la despedida de los compañeros.

¿Cómo sería la temporada ideal del año que viene para Iñigo Vidondo?

-Pues estar en el campeonato de Europa y lograr el tiempo para alguna distancia del Mundial. Ese sería el año ideal. Por lo menos en el 5.000 bajar hasta el 6.50 más o menos. Pero ya solo el hecho de estar en el Europeo sería un paso adelante. Y para terminar de completarlo, que salgan algunos patrocinadores y pueda manchar el mono.