vitoria ? Salvo la Antártida, el ciclista vitoriano ha visitado todos los continentes. Desde hace un tiempo trabaja en Orbea Travel, una empresa dedicada a la organización de viajes de aventura. Alaska, Australia, África, Ecuador, Perú o Egipto son tan solo algunos de los lugares que han visto pasar a este intrépido de la bicicleta, siempre con su tienda de campaña a las espaldas. “Una bendita locura”, como él mismo define su afán por conocer mundo.
¿Tiene un punto de locura?
?Sí, pero si la gente lo piensa así, bendita locura.
¿Se podría decir de usted que es el Willy Fog de Vitoria?
?No lo sé. Desde pequeño he tenido siempre la inquietud de viajar y conocer nuevos lugares. De hecho, creo que si empecé con el monte y más tarde con la bici fue porque eran las dos mejores alternativas para viajar. Estoy súper orgulloso de mis orígenes, pero eso no quiere decir que no quiera conocer más.
Eso de jugarse la vida cada dos por tres, ¿cómo lo lleva uno?
?A veces, es duro. Bajo control no se tiene nada en la vida nunca. En realidad, nos jugamos la vida a diario: en el coche, con la comida... Eso es muy ambiguo.
¿Alejarse de su familia, es lo peor de ese espíritu tan intrépido?
?Sí, es lo único malo. Salvo el hecho de no poder pasar más tiempo con mis hijos, no le veo nada negativo a mi vida.
Usted trabajaba en su día en una notaría. ¿Tanto le aburría aquello para iniciar otro tipo de vida tan diferente?
?Fue el paso más decisivo que tomé en su momento. Era un trabajo más o menos bueno, estaba fijo y cuando me marché fue un poco a ver lo que pasaba. No tenía nada concreto. En mi mente había un proyecto, un sueño y quería vivir de aquello que me gustaba y supuestamente sabía hacer:por un lado, dar pedales y, por otro, organizar eventos deportivos y viajar. De esa manera, afronté un paso tan importante. En aquel momento lo hablé con Begoña, ella me apoyó y hasta hoy.
¿Qué hace ahora exactamente para el que no lo sepa?
? Trabajo en Orbea. Soy el director de Orbea Travel y de los eventos que organizamos. Básicamente, lo que hago es viajar por el mundo, sobre todo Euskadi, enseñando nuestro pequeño rincón a turistas que vienen de todos los sitios. Luego preparo iniciativas como el Maratón de los Monegros, una de las pruebas más multitudinarias de mountain bike de Europa con 8.000 participantes, o la Orbea Pax Avant, que transcurre casi en su totalidad por el Pirineo francés y también es de las más duras de Europa en cuanto a cicloturismo.
¿Qué encantos posee Euskadi?
?Hay muchísimas cosas por descubrir. En un momento dado, nosotros mismos somos excesivamente humildes con lo que tenemos porque Euskadi posee cultura, gastronomía, mar, interior, viñedos... Absolutamente de todo. En relativamente muy poco tiempo podemos estar en una montaña tipo el Txindoki, en una playa o en una bodega de la Rioja Alavesa disfrutando de un buen vino.
¿Buenos políticos también?
?Como todo en la vida, hay políticos buenos y malos. Lo peor, evidentemente, es la corrupción, pero en Euskadi tenemos una clase política algo mejor. Hasta donde yo conozco, no ha habido casos flagrantes de corrupción como en el resto de España.
¿Le queda algo por conocer en esta vida?
?Quitando la Antártida, he conocido todos los continentes. En cualquier caso, debo viajar aún muchísimo. Mientras la salud lo permita mi idea es viajar, viajar y viajar. Me gustaría dar la vuelta al mundo con la bici.
Ha llegado a estar 24 horas pedaleando hasta la extenuación en La Florida por una causa solidaria. ¿Le gusta concienciar a la gente sobre determinadas cosas?
?Al final, vivimos en una sociedad con muchas desigualdades. Uno de mis errores ha sido no involucrarme más en las injusticias. Existe una espiral de comodidad y aburguesamiento. No entiendo la gente que está mejor en casa viendo la televisión o leyendo un libro que no comprometiéndose con las mil injusticias que podemos ver hoy en día. Quizá, uno de los motivos por los que no veo la tele es por los programas basura y porque, al final, te pones a ver los informativos y acabas de mala leche. Lo que no entiendo es cómo en este país no hay una revolución y salimos todos a la calle. Es increíble lo que está pasando.
Con todo el tiempo que pasa solo en el desierto o en los lugares más recónditos, ¿se le presupone ya un cocinillas o no?
?Cuando vas por ahí, lógicamente tienes momentos buenos, muy buenos, malos y muy malos. He de reconocer que me gusta cocinar. Cuando emprendo la aventura siempre como lo mismo:espaguetis con tomate concentrado, de vez en cuando me hago una sopa de ajo o unas patatas. Y sin chorizo porque, habitualmente, no suele haber.
¿Qué recuerda con más cariño?
?Prácticamente todo. Estuve atravesando la provincia de Xinjiang (China), cruzando la Karakorum Highway y el desierto de Taklamakan. Fue horrible porque estaban en obras con camiones y tuve que pasar a través de centrales nucleares y lugares malísimos para acampar. Sin embargo, hoy es el día que lo guardo con un recuerdo fenomenal.
¿Y con espanto?
?Me metí en alguna zona prohibida, me cogió la policía y me llevó al cuartelillo. Imagínate allí en mitad de la nada en China, ni ellos hablaban inglés ni yo chino. Otro momento malo fue en el desierto de Atacama (Chile) cuando me quedé sin agua, no sabía muy bien dónde estaba y tuve que beber mi propia orina porque no tenía nada más para ingerir. Afortunadamente, son situaciones esporádicas. En Alaska vi un lobo que había caído en una trampa y estaba congelado. Pedaleando por la noche, creía ver sus ojos por todos los sitios y era simplemente la nieve y la chiribita de la frontal. Al final, siempre pesa más el lado positivo.
Con su dolorosa hernia discal a cuestas, ¿se lleva todo esto mucho peor?
?El año pasado me operé. Curiosamente mañana día 18 va a hacer un año de la operación. Lo he pasado mal porque estoy en una postura incómoda, sobre todo a la hora de cocinar. Es otro gaje del oficio.
Tanto viaje supondrá un buen pellizco para su bolsillo. ¿Se lo piensa dos veces al carecer de financiación exterior?
?Tengo un estilo de vida que en el día a día no gasto. Apenas salgo, habitualmente voy de casa al trabajo y del trabajo a casa. Entre tanto, ando en bicicleta. Hace muchos años decidí que no iba a pedir dinero a nadie porque el pagártelo tú mismo te concede una autonomía que no la tienes si encuentras una serie de patrocinadores. Cuando estoy viajando por ahí me muevo con un presupuesto de alrededor de 250 euros al mes. Realmente, tampoco es dinero. Cuando realizo este tipo de aventuras, no gasto porque me paso todo el día andando en bici, acampo en la mitad de la nada y me preparo yo la comida, que es barata. No pretendo estar supeditado a nadie, sino pagármelo de mi propio dinero para así gozar de independencia. l
Nombre. Juan Carlos Nájera.
DNI. Vitoria. 13-7-1962 (52 años).
Familia. Está separado y tiene dos hijos (Okon e Iñigo).
Formación. Administrativo. Guía diplomado por la Escuela Internacional de MTB (Italia).
Trayectoria. En estos momentos, al frente de Orbea Travel. Atesora una nutrida experiencia en la organización y realización de viajes de aventura y de ciclismo en particular, habiendo participado en más de 200 carreras por todo el mundo (Australia, Alaska, Egipto, México, Ecuador, Perú, África...). También compitió en dos Mundiales de mountain bike en Italia y Canadá.
Una película. ‘Hair’, de
Milos Forman.
Un actor. Karra Elejalde.
Una actriz. Penélope Cruz.
Un libro. ‘El diente de la ballena’, de Chema Rodríguez.
Una comida. Caracoles.
Una bebida. Sidra y vino.
Un lugar para perderse.
Cualquier lugar en el culo del mundo.
Una virtud. La sinceridad.
Un defecto. También la
sinceridad (risas).
Un vicio. Comer.
Otro deporte. El monte.
Una ciudad para vivir. Vitoria.
Un grupo de música. Itoiz.
Una canción. ‘Lau Teilatu’.
Un viaje por hacer. La ‘Great Divide’, una carrera de mountain bike desde Canadá a Nuevo México cruzando Estados Unidos.
Le gustaría aprender... ¡Mil
idiomas!
Un programa de la tele. No
la veo.
Un nombre de mujer. Okon.
Un nombre de hombre. Iñigo.
Un color. Azul.
Un deportista. Juanito Oiarzábal, sin duda.
Una pasión. La naturaleza.
Un error. No involucrarme en exceso en las injusticias de
la sociedad.
Un sueño por cumplir. Ayudar a conformar un mundo más justo del que tenemos en la actualidad.