IRUÑEA - En la repetición de la semifinal del Cuatro y Medio de Primera de 2013, aún tililan en el retrovisor las txapelas sobre la contracancha del Labrit. Fue un homenaje a Ekaitz Saralegi, héroe de la clase obrera, pelotari en busca de redención en la antesala de la búsqueda del cetro del acortado, que caía con más gloria que pena en la cancha navarra contra Aimar Olaizola. Pintaron bastos para el máximo favorito al título durante gran parte del partido, que acabó 22-18 con suspiros de alivio por parte del delantero de Goizueta, que tuvo que ir a remolque y remontar. De eso hace un año y la película no puede andar más en Las Antípodas: Saralegi llega tocado, con el dedo corazón de su mano izquierda pidiendo cuarentena, y Aimar aterriza atenazado por los problemas de juego en sus últimas citas.

Recuerda el de Amezketa, sobre quien se posaron los focos ayer en la elección de material del Labrit de Iruñea para el encuentro del sábado, que “fue un partido muy bonito, pero lo perdí. Creo que las txapelas fueron por el buen campeonato que hice. Si soy sincero prefiero que el sábado me tiren vasos y ganar”. El premio es gordo: su primera final en su segunda semifinal, talludito ya y con mucha gloria aún por saborear. “Estar por segundo año en semifinales con esos pelotaris es muy grande para mí. El año pasado, por decirlo de alguna manera, aparecí en el mapa y este año también estoy disfrutando”, manifiesta el delantero guipuzcoano, quien se muestra muy agradecido a toda la gente que está siguiendo su trayectoria en el torneo: “Este curso ha venido mucha gente conmigo a Eibar y a Gernika y el sábado estarán aquí. Si gano, me alegraré más por ellos que por mí, porque habré logrado darles una gran alegría”. Además, revela que “no quiero hablar más de mi contrato”, que expira a finales de año.

Aun así, el dedo corazón de la zurda de Saralegi sigue siendo el principal escollo del amezketarra para su presencia el sábado en el Labrit. Primero, le aconsejaron dos semanas de parón y ahora lleva tres sin actividad casi, pero confirma que “habrá que soportar el dolor”. “El dedo me duele un poco. El miedo siempre está ahí, pero creo que podré jugar sin él. El dolor te viene cuando golpeas, y luego te coge la mano y la cabeza, pero hay que darle. ¿Que me rompo el dedo un poco más? Pues me lo rompo y adelante”, sostiene el amezketarra. Su encuentro pasa por morderse las molestias, aliarse con el dedil y tirar hacia adelante, porque si una cosa tiene clara Ekaitz es que “no me infiltraré”. Las pruebas no han sido satisfactorias y considera que “las sensaciones no son buenas”.

Vidas cruzadas Entrenan juntos en Tolosa muchas veces Ekaitz Saralegi y Aimar Olaizola. Son chicos del 79. Cruzaron la senda paralela desde aficionados hasta que dio el salto el de Goizueta en 1998. El amezketarra lo hizo en 2001. “Somos muy buenos amigos y este año hemos hecho cuatro entrenamientos juntos. Nos conocemos de toda la vida y hemos jugado mucho el uno contra el otro”, especifica el manista guipuzcoano, quien recuerda que “es verdad que me ganó la final del Cuatro y Medio de Elgeta en cadetes -1995-. Acabamos 18-9. Por entonces ya marcaba diferencias. Pero no se acuerda de las veces que perdió contra mí. En juveniles, en parejas, yo le gané en la final del Gravn” y apostilla que “en esa época ya se veía que iba a ser un gran pelotari, además hacía pareja con Barriola. ¡Vaya dos! Yo también tenía buenos zagueros, pero...”.