Vitoria - Iñaki Garaialde es uno de los jugadores que durante más años ha jugado en el Baskonia. Diez campañas en las que vivió el paso de un equipo casi familiar a los inicios de la transformación que acabó convirtiéndolo en un grande. Esa etapa la ha vivido a caballo entre las aulas del colegio San Prudencio y sus comentarios al lado de Rafa Muntión en Radio Vitoria. Su archivo recoge con todo detalle la historia del club desde sus inicios a la actualidad, pero no es momento ahora de hablar de baloncesto.

¿Por qué profesor?

-Ya en el colegio, cuando tienes la necesidad de decidir qué quieres ser de mayor, te das cuenta de que el contacto con la gente pequeña te gusta. Te dices que no te importaría ser maestro y así empecé. Acabé con las titulaciones y en aquella época encontrar trabajo no era difícil. Muy mal pagado, pero no era difícil. La experiencia de estar los primeros años en un colegio te gusta y en mi caso me apasiona. A partir de ahí, año tras año.

¿Qué piensa y no dice cuando alguien le suelta esa frase que alude a las vacaciones, largas vacaciones, de los profesores?

-Me gustaría que todo el mundo tuviese las mismas vacaciones, pero cuando alguien dice eso es que no ha vivido dentro del mundo de la enseñanza. No sé si son muchas o pocas, pero que no quepa la menor duda de que para la enseñanza son necesarias.

¿Piensa estar hasta la jubilación enseñando a hacer el pino?

-Y más cosas. Ya estoy en fase de riesgo, pero me niego a no tomar parte de la enseñanza. Puedo poner ejemplos con algún modelo, pero a veces el modelo soy yo y te pones a hacerlo. Lo mismo el pino que saltos, que volteretas, que lo que haga falta. Cuando piense que estoy en riesgo total, dejaré de hacerlo, aunque un par de lumbalgias al año no me quitan ya.

Por cierto, hablando de hacer el pino, ¿no llevará la cuenta de todos los alumnos a los que ha amargado con el ejercicio?

-Hace poco me dijeron que tres mil y muchos. Con el pino igual no se han amargado muchos, pero con el salto del potro... Ahí peligraban zonas nobles y el futuro de alguno, aunque se tiene mucha más precaución y estamos aleccionados en cómo hacer las ayudas para que no pase absolutamente nada.

¿Ha tenido que irse de clase alguna vez con un ataque de risa por algo que haya pasado?

-Irme no, pero la risa me da cada día. Y también situaciones de mirar para otro lado porque no quieres que te vean echando la lagrimica. Yo es que me parto de risa con los chavales y a veces también me preocupan. La última, con los más pequeños, fui a enseñarles el país de las colchonetas, que es como llamamos al gimnasio. Les tuve que enseñar dónde estaba el vestuario de los chicos y el de las chicas y, entonces, un chavalillo se levanta y me pregunta a ver dónde estaba el de los gays. Me partí de la risa. Un chavalito de siete años te dice eso y primero te bloqueas y luego te ríes porque es imprevisto. Pues nada: los que tienen pitilín aquí y los que no tienen allí.

Hablando de vestuarios, ¿qué le parece la polémica que se ha levantado por la elección de Gala León como capitana del equipo de Copa Davis?

-Yo no sé cómo se genera esa polémica. O en la NBA cuando pudo haber una ayudante de entrenador que fuese mujer y el exbaskonista Matt Walsh dice que nunca haría caso a lo que dijera una entrenadora. A fin de cuentas somos personas y si la excusa es lo de entrar al vestuario...

Y siguiendo con vestuarios, ¿alguna imagen difícil de olvidar?

-Ya sé por dónde vas y sí, sí... Uno tuvo un trauma pasajero. Cuando en un vestuario tienes a dos jugadores norteamericanos y uno de ellos se asombra de lo que tiene el otro, pues...

Volvamos a la Educación. Cada legislatura un cambio de sistema.

-Es una locura. Después los políticos cargan todas sus frustraciones sobre los colegios y el profesorado de trinchera. Es muy bonito decir eso de que cada alumno de primaria y secundaria tendrá un ordenador. Muy bien, pero nadie piensa en cómo se hace o si estamos preparados para dar clases con ese ordenador. Podemos tener un ordenador, pero si no sabemos cómo sacarle partido es como tener un mueble más de la clase. Y como eso, prácticamente todo.

¿Cómo han cambiado los chavales desde que usted comenzó hasta ahora?

-Mucho, mucho. Como la propia sociedad. Creo que antes los chavales eran más duros en todo y también más nobles. Sota, caballo y rey. Te he pillado haciendo esto, por la otra parte se reconocía y punto. Ahora hay que jugar con logaritmos neperianos y andar con muchísimo cuidado con todo. Los chavales tienen más motivos para estar dispersos. Antes tenías la calle, los deportes que cada uno hacía y la televisión, nada más. Ahora todos tienen de todo y emplean su tiempo en muchísimas más cosas que en otras épocas eran inimaginables. Están más dispersos.

¿La culpa es de los padres?

-No, de todo el mundo. Del modelo que se traslada socialmente. En algunos programas vemos que el que hace la mayor perrería es el triunfador y el que estudia, no sale en los papeles amarillos, rosas y de todos los colores es un pringado. Si no haces más que leer y estudiar parece que eres un pardillo. Los chavales se quedan con eso. En el capítulo deportivo las grandes estrellas son las que marcan pautas, por ejemplo los peinados.

Ahora que ha dicho lo de salir en los papeles y el rosa... Su boda salió en los periódicos de la época, ¿no?

-Sí, no fue muy grande pero lo recuerdo. Los dos éramos deportistas, jugábamos a baloncesto, era el capitán del Baskonia... Ecos de sociedad y tampoco era muy grande.

Hablando de baloncesto, si hubiese nacido treinta años más tarde...

-Lo hubiese pasado fantástico. Me tocó vivir una época en la que no existían los análisis de los rivales, los médicos que te atendían 24 horas, los salarios de ahora o el régimen alimentario... En mi primera época, cuando tenías un problemas había que ir al médico de cabecera. Y el tema de la alimentación era totalmente contrario a lo que se estipula ahora. Se entendía que cuanto más txuletón comías ibas a estar más fuerte e ibas a pasar por encima de cualquiera. No me hubiese importado jugar ahora, pero con mis cualidades sería imposible. Entonces si destacabas físicamente podías elegir deporte, pero ahora requiere una especialización mucho mayor. Yo estoy contento de haber vivido el paso del blanco y negro al color en el Baskonia.

Antes hemos tocado la cuestión política y usted estuvo durante un tiempo ligado a ella en la Junta de Deportes del Ayuntamiento.

-Yo he sido, soy y seré independiente. Eusko Alkartasuna me pidió si les podía apoyar y la única condición que les puse era seguir siendo independiente y no tener ningún carné. No hubo problemas y estuve con ellos tres años. Hasta que me chirriaron mucho las cosas de la política. El sentido del deportista es uno y el de la política va por otro lado. Mi mentalidad no tenía nada que ver con la política, que en muchos casos es bastante cruel, como poner una piedrita para que otro se tropiece. Así, aunque el partido más disparatado diese una opinión que yo entendía que era buena, yo no entendía las razones que llevaban a votar en contra. Eso me chirrió y les dije que hasta allí había llegado.