El comienzo de los octavos de final del Mundial y el del noveno mes del calendario musulmán coinciden hoy y un serio dilema queda planteado para muchos jugadores de las selecciones de Alemania, Argelia, Bélgica, Francia, Suiza y Nigeria. El mes sagrado del Ramadán, que este año irá hasta el 28 de julio, quince días después del final del Mundial, impone un estricto ayuno durante el día, a modo de purificación, en el que hombres y mujeres deben abstenerse de comer, beber, fumar y mantener relaciones sexuales. En cambio, pueden comer antes del amanecer y luego del atardecer.

El Islam establece que sus fieles deben rezar durante el mes del ramadán cinco veces al día, otra razón para pensar que los jugadores musulmanes que aún quedarán en acción en el Mundial se arriesgan a perder masa muscular y bajar su rendimiento futbolístico. Este panorama no parece preocupar al seleccionador de Francia, Didier Deschamps, quien ha preferido resaltar su respeto profundo por las diversas creencias religiosas y dejar la palabra final a jugadores como el delantero Karim Benzema, de ascendencia argelina, y el centrocampista Moussa Sissoko, de origen maliense.

El debate sobre la relación entre el Ramadán y el rendimiento deportivo no es nuevo. José Mourinho, en sus tiempos de entrenador del Inter a finales de 2009, dijo que se sentía defraudado por el deficitario rendimiento del centrocampista ghanés Sulley Muntari y lo atribuyó al hecho de que tuviera que pasarse casi un mes en ayuno por el ramadán. Sus declaraciones desataron ira en el mundo islámico e incluso llegó a denunciar amenazas. “Nunca compré y jamás compraré jugadores que tengan este tipo de problema”, declaró por entonces el presidente del Lazio, Claudio Lotito, para quien “un mes entero sin poder comer ni beber durante más de 10 horas diarias no concilia muy bien con los partidos del domingo”. Para el jefe médico de la FIFA, Jiri Dvorak, los jugadores que cumplirán con el ayuno no deberían sufrir deterioro alguno en su condición física.

No parece pensar así el alemán de origen turco Mesut Özil, para quien el consumo de agua y alimento es necesario para mantener su condición física en general y no sólo los días de partido. “El ramadán comienza el sábado pero no podré hacerlo porque tengo que trabajar”, afirmó el miércoles. El Islam también abre excepciones para el ayuno, como el de mujeres embarazadas, niños, adultos con problemas mentales, enfermos y personas que deben viajar a gran distancia. Este último argumento es quizá el que disculpará a Ozil mientras Alemania permanezca en el Mundial, pero le obliga a cumplir el ayuno después de finalizar el Ramadán. - Efe