porto alegre - Karim Benzema, criticado en Francia en muchas fases de su carrera, cerró heridas con la afición de su país tras firmar dos de los tres goles de su equipo a Honduras en un partido en el que el cerrojo centroamericano no fue un obstáculo para el delantero del Real Madrid.
Benzema fue el hombre del partido. Aún así, le costó, como le cuesta en su club, donde a veces es capaz de brillar como el que más y otras se esconde para no aparecer en muchos partidos. En su estreno mundialista estuvo desaparecido durante casi toda la primera parte. Fue su primera versión. Después, apareció la segunda, la mejor, la que le ha dado fama y con la que acabó con la resistencia de su primer rival en Brasil.
Y es que la aventura de Honduras, en su segundo Mundial consecutivo, comenzó en un estadio, el Beira Rio de Porto Alegre, en el que no llegaron a sonar los himnos de los dos países protagonistas. Fue un síntoma de descontrol que posteriormente no afectó a los hombres de Didier Deschamps y sí a los de Luis Fernando Suárez.
El cuadro centroamericano pasó una semana dándole vueltas a una posible insinuación de Francia de que su juego era violento. Perdió el tiempo en una historia sin importancia que, sin embargo, estuvo relacionada con el devenir del choque.
Fue Francia la que siempre tuvo el control. Nunca dejó a Honduras acercarse a la portería de su capitán, Hugo Lloris, y Benzema, bien arropado, hizo el resto. - Efe