Barcelona1

Real Madrid2

BARCELONA Pinto; Alves, Bartra (Alexis, min. 86), Mascherano, Alba (Adriano, min. 46); Busquets, Xavi, Iniesta; Cesc (Pedro, min. 60), Neymar y Messi.

REAL MADRID Casillas; Coentrao, Pepe, Ramos, Carvajal; Xabi Alonso, Di María (Illarramendi, min. 86), Isco (Casemiro, min. 88),, Modric, Bale y Benzema (Varane, min. 90).

Goles 0-1, min. 10: Di María. 1-1, min. 68: Bartra. 1-2, min. 85: Bale.

Árbitro Mateu Lahoz. Tarjetas amarillas a Neymar, Mascherano; Isco, Pepe, Alonso.

Estadio Mestalla, 55.000 espectadores.

VALENCIA - El Real Madrid se adjudicó la Copa al galope ante un Barcelona al trantrán, perdido y desorientado. Más emoción que juego como suele suceder en las finales pero un vencedor claro a pesar de lo ajustado del marcador.

Si los blancos no ganaron con más holgura fue simplemente porque perdonaron. Pero fueron los dueños de una obra en la que el Barça apenas pudo interpretar un papel secundario. El Real Madrid afrontó la final desde el optimismo contra un Barcelona abatido de antemano, inmerso en un cambio de ciclo probablemente inaplazable.

Enseguida se pudo observar la diferencia de estados de ánimo. Los de Ancelotti volaban, fugaces y verticales hacia una defensa de mantequilla. Enfrente, los de Martino deambulaban entre toques estériles, carentes de la profundidad y mordiente imprescindibles para estresar a Casillas.

Dos amagos de Bale -un obús cada vez que cogió el balón- antes del gol de Di María, probablemente en fuera de juego aunque del todo esperable merced a la diferencia de precisión entre uno y otro finalista. Diez minutos de partido y una final decantada. El reloj devoraba minutos y el Barça seguía sin reaccionar.

Algún destello (muy) esporádico de Neymar y nada más. ¿Y Messi? Pues más perdido que nunca, como si la cosa no fuera con él, sin aprovechar en absoluto la ausencia de Ronaldo para reivindicarse.

La segunda parte trajo algunos cambios de piezas en el bando blaugrana, pero el Real Madrid seguía convencido del camino trazado. Sin embargo, el equipo blanco perdonó demasiadas veces y a punto estuvo de costrale caro.

Porque llegó la ocasión culé, un córner tenía que ser entre tantas limitaciones, y el potente testarazo de Bartra. Un gol tan inesperado que lo cambió todo, que impactó de lleno en el hígado de un Madrid. Por un momento, el favorito se tornó miedoso y el aspirante se envalentonó. Pero era un espejismo que se disipó con otra enorme galopada de Bale. Neymar aún chutó una vez al palo, pero la final ya estaba decidida. Cambio de ciclo.