Vitoria. El actual panorama del baloncesto alavés con el Baskonia como gran cúspide de la pirámide no podría entenderse sin el gran trabajo desarrollado antes por las muchas personas que han dedicado un enorme esfuerzo -en la mayoría de los casos de manera casi totalmente desinteresada- a este deporte. En los tiempos en los que los partidos se desarrollaban en el Frontón Vitoriano y las imágenes eran en blanco y negro, un grupo de pioneros situaron su nombre en el listado de precursores del basket en Álava. Fueron los primeros, incluso, en el hecho de dar el paso también de la pista a los banquillos.

De esta manera, figuras emblemáticas como Xabier Añua, Pepe Laso o Manu Moreno forman parte de la historia de la canasta de manera ineludible. Detrás vendrían otros muchos como José Ángel Samaniego (asistente de Salva Maldonado), Roberto Iñiguez de Heredia (campeón de Europa femenino con el Ros Casares), Josu Larreategi (segundo del Baskonia durante muchos años) o las nuevas generaciones lideradas por Ibon Navarro e Iñaki Merino pero sin la labor de los abuelos habría sido imposible.