Vitoria. Con 15 años y 87 días Lorena Guréndez se convertía en la deportista española más joven en conseguir una medalla olímpica, encima dorada. El 2 de agosto de 1996, en Atlanta, la gimnasta vitoriana y el equipo nacional pasaban a la historia con el sobrenombre de las Niñas de Oro. Detrás de ese éxito, y de todos los demás, innumerables horas de entrenamientos, una rigurosa disciplina y una autoexigencia máxima. Aparcadas en el año 2000 las cintas, las pelotas y las mazas, la vida de esta joven vitoriana dio un giro completo. Concretamente de Ciento80º, que es el centro de fisioterapia y dietética que regenta en Vitoria junto a su marido, el también exgimnasta José Luis Fernández.

¿Lorena Guréndez no suspendería la gimnasia en el colegio?

(Risas). No suspendía, pero cuando estaba con Iñaki Garaialde de profesor en el colegio San Prudencio me hacía sudar mucho. Yo decía por entonces: ¡Pero este tío qué se ha pensado!, porque nunca fui de sobrada y en sus clases trataba de dar el máximo. Pero siempre era exigirme un poco más. En vez de meterme en el grupo de las chicas, me mandaba con los chicos. Y siempre un poquito más y esto no me vale... Me apretaba mucho las tuercas.

¿Hay vida más allá de la gimnasia?

Hay vida, hay. Yo creo que una de las cosas más importantes fue no abandonar nunca los estudios. La condición que me pusieron mis padres fue seguir estudiando. Siempre me dejaron elegir y hacer lo que me gustara, pero tenía que seguir estudiando, aunque fuera más lentamente. En eso fui distinta a otras compañeras y cuando me retiré me vino muy bien. Dejé la gimnasia después de los Juegos de 2000, fui a la Universidad, estudié Fisioterapia, luego empecé con cursos de postgrado, a trabajar muy rápido en Madrid y, después de trece años allí, decidí volver a Vitoria. Monté mi propio centro para trabajar a mi manera y aquí sigo.

¿Por qué fisioterapia?

Me gustaba la medicina, pero era demasiado tiempo. Esto lo he vivido desde muy joven y está relacionado con lo sanitario.

Ha sido profesional de éxito en uno de los deportes más exigentes que existen, pero ¿era más duro hacer un ejercicio perfecto o es más complejo montarte una empresa y ser trabajador autónomo?

Ser autónomo es peor. La gimnasia es muy dura, sobre todo en mi época que éramos más niñas y tenías que abandonar la familia, los amigos, en entorno y te sentías, aunque arropada por el equipo y los técnicos, sola. Era lo que más me gustaba y esos años no los cambio por nada. Lo de ser autónomo, tener tu propia empresa y luchar por ella es dificilísimo. Es mucho más complicado. Y más en los tiempos que corren, aunque yo tengo trabajo y no me quejo porque, además, siempre he contado con el apoyo de mis padres y de mi hermana en el mundo laboral. Porque si hay que esperar ayudas a emprendedores y cosas por el estilo...

¿Qué le ha enseñado la gimnasia para la vida?

Todo. En mi vida han sido fundamentales mis padres, mi hermana y mi entrenadora, Natalia Davydova, que es como mi segunda madre. Entre ellos y la gimnasia me lo han enseñado todo: disciplina, responsabilidad, constancia, tenacidad... Vives muchísimas cosas desde muy joven, pero no dejas de estar sola. Irte de casa con 14 años, al final maduras o maduras, quieras o no.

Vamos, que no le echa la culpa a su hermana de haberle metido el gusanillo de este deporte.

No. Para nada. Mi hermana para mí ha sido siempre un referente y lo sigue siendo. Es cuatro años más mayor que yo y es mi hermana, pero también mi amiga. Además, cuando tiene una hermana mayor siempre quieres parecerte a ella, hacer lo mismo que hace ella... La verdad es que se lo agradezco.

Usted se fue de casa con 14 años. Ahora muchos que sobrepasan la treintena siguen en el nido.

Las cosas han cambiado muchísimo. Mis 14 de aquellos no son los de 14 de ahora. Tú ves lo que hacen los chavales de esa edad ahora y en algunos aspectos son muy infantiles, pero en otros son demasiado adultos y hacen cosas que no son muy normales. Yo con muñecas he jugado muy poco porque estaba entrenando, pero con esa edad todavía era muy niña. Las cosas han cambiado mucho desde entonces. ¿Cómo se va a ir mucha gente ahora de casa tal y como están las cosas?

Lo que es evidente, viendo que está trabajando, es que por mucho éxito que se tenga la gimnasia no da para vivir de ella.

No, para vivir no da. En absoluto. Yo, mientras estuve aquí en el Oskitxo, todo, absolutamente todo, sale del bolsillo de papá y mamá. Maillots, aparatos, instalaciones, entrenadores, viajes... Todo. Y es un deporte muy caro. Hay muchas niñas federadas, pero no está al alcance de todo el mundo. Después, cuando llegas al siguiente nivel, vives de los resultados que te dan acceso a las becas, aunque tampoco es que sean muy importantes los premios. Es más por el orgullo personal que por el dinero. Si fuese fútbol o tenis...

En este sentido, usted sabe de sobra lo que es que le deba un dinero y no se lo quieran pagar.

Sí, sí que sé de eso. La Federación nos había prometido cinco millones de pesetas por la medalla de oro de Atlanta y no nos los querían pagar. Yo estaba centrada preparando los Juegos de Sidney y no me enteraba mucho porque el tema lo llevaban mis padres. Estaba firmado y avalado que había esa cantidad de dinero y se hicieron el longuis. No se sabía nada, pero saltó la liebre, se formó la que se formó y al final pagaron. Es una pena que pasa en casi todos los lados. Una cosa es el deporte y otra cosa es lo que hay arriba, los que mandan. Éramos todas menores de edad, se firmaban contratos con patrocinadores de los que no nos enterábamos... No se quiso dar a los deportistas lo que se les había prometido. Se les intentó engañar y es una pena porque al final se acabó hablando mucho más de eso que de la propia medalla.

¿Cómo fue comenzar una vida 'normal' a los 19 años?

Fue duro porque vives en una burbuja haciendo lo que te gusta y salir al mundo real y encontrarte con gente de tu edad con otras aspiraciones y otras vivencias es difícil. En mi caso quizá no tanto como para otras compañeras, que lo han pasado muy mal. Seguir estudiando fue muy importante para después poder hacer algo con mi vida. Con respecto a otros deportes es diferente porque eres muy joven y tienes tiempo de reorganizar tu vida, pero también eres muy joven y si no has hecho algo antes es muy difícil encontrar un hueco.

¿Qué se hace al día siguiente de retirarse?

Un poco de locura, pero con responsabilidad. He sido joven y he tenido 20 años como todos y locuras también he hecho. Te dan ganas de hacer otras cosas, de no tener esos horarios tan disciplinados, comer un día una hamburguesa o salir hasta las tantas de la mañana. Tienes más tiempo para hacer más cosas porque antes todo iba a cuentagotas, porque entre entrenar y estudiar no hay tiempo para nada.

¿Mira mucho a la báscula ahora?

No, no le hago mucho caso. Pero es que yo no tuve nunca problemas con el peso. Sabía que había cosas que no se podían comer porque lo único que ganas son grasas. Ahora comes una hamburguesa, unas chucherías, chocolate...

Y eso de tener un dietista en casa...

A veces es complicado (risas). Lo que hay que hacer es comer bien. Por ejemplo, nosotros es mucho de lunes a viernes. Luego el fin de semana también hay que vivir y darte tus caprichos. Se lleva bien.

'Ponga un dietista en su vida'.

Un dietista no, pero nos tienen que enseñar a comer porque lo hacemos muy mal. Una vez que aprendes a comer, luego todo es mucho más fácil. Cuando dices eso de las cinco comidas al día, la gente te mira como las vacas al tren.

¿No tenía 'mercado' para casarse con otro exgimnasta?

(Risas). Sí que había, claro que sí, pero bueno, las cosas son como son. Me entiende mucho más. Le hablas de ciertas cosas a una persona que no ha estado en el alto rendimiento y quizá no te entienda, pero entre nosotros es mucho más fácil.

¿A quién le daría con una maza en la cabeza?

No me gusta generalizar, pero creo que los de arriba lo están haciendo mal. Hay políticos que están intentando gestionar y hacer las cosas bien, pero muchísimos lo están haciendo muy mal, pero no solo aquí. Si nos preocupáramos un poco de lo que nos tenemos que preocupar, nos irían mejor las cosas. Hay mucho egoísmo, cada uno va a lo suyo y punto.

Muchos deportistas han tenido que vender sus medallas y títulos para sobrevivir...

Que no llegue ese punto. Intentaría vender antes cualquier cosa, porque encima las medallas están en casa de mis padres. Intentaría hacer todo lo posible, si no es de lo mío en cualquier otra historia. Sería la última opción, pero si me tocase lo haría.

l Una película. Muchas.

l Un actor. Denzel Washington.

l Una actriz. Ninguna.

l Un libro. Cualquiera de Paulo Coelho.

l Una comida. La tortilla de patatas de mi madre.

l Una bebida. Txakoli.

l Un lugar para perderse. Un sitio que tenga playa y esté lejos del ruido.

l Una virtud. Perseverancia.

l Un defecto. Querer controlarlo todo.

l Un vicio. Chucherías.

l Una manía. Orden.

l Otro deporte. Patinaje artístico y natación sincronizada.

l Un ídolo. Ahora, ninguno.

l Su peor recuerdo. Sidney'00.

l Su mejor recuerdo. Atlanta'96.