YA llevamos una semana de la Vuelta a España y, aunque sabemos que no es tan popular para el gran público como lo es el Tour de Francia, sobre todo porque durante el Tour la mayoría de la gente está de vacaciones y no hay fútbol, no deja de ser una de las carreras más importantes de la temporada y suele ser muy entretenida y espectacular, con finales de etapa vibrantes y explosivos.
Mirando las etapas que nos quedan más cerca de Euskadi, enseguida nos llama la atención los tres días que los corredores lucharán en los Pirineos por ganar una de estas etapas. Y entre estas tres destaca la que finaliza en Francia, en Peyragudes, con un final calcado al de la etapa del Tour de 2012 que ganó Valverde -para desesperación de un Froome atado a su líder Wiggings-. No es casualidad, ya que es la forma que tiene la Vuelta a España de hacer un pequeño guiño a las cien ediciones del Tour de Francia que se han cumplido este año. De estas tres etapas pirenaicas, la primera es la del sábado 7 de septiembre, con final en el Collado de la Gallina, en Andorra. Una etapa corta de 156 kilómetros en los que se pasa también el Port de Envalira -que es el puerto que se corona a más altitud de todos los Pirineos-, el Coll de Ordino y la Conella. El final será muy peleado, pues salvo la primera parte de la etapa, apenas hay terreno llano y eso en una etapa corta es garantía de que los corredores no se frenarán para ahorrar fuerzas.
El domingo 8 de septiembre es la etapa Tour de la Vuelta. Son 225 kilómetros, muy larga para lo que suele ser habitual en una carrera que, no lo olvidemos, es ya al final de la temporada y tampoco los corredores tienen la chispa que tienen en julio. No se les puede exigir muchos esfuerzos bestiales, por lo que esta etapa, aunque su final sea como la que tuvo el Tour 2012, no es tan dura como aquella.
De todas formas, antes de afrontar el encadenamiento final de Col de Balés y Peyresourde, la etapa sube el puerto del Cantó y la Bonaigua, con lo que tampoco es que sea un recorrido fácil y el ganador será un gran corredor, seguro. El Port de Balés es sin duda el puerto más duro del día, y el más bonito. Los que se animen a ir a ver esta etapa y a aprovechar para andar en bici por allí tienen una bonita opción si dejan el coche en el Peyresourde, o en la última subida de Peyreagudes (la estación de esquí del Peyresoude), bajan a Bagneres de Luchon y dan la vuelta por Mauleon Barousse para subir Balés y bajar hasta el cruce del Peyresourde haciendo los últimos kilómetros de la etapa. No se arrepentirán. Además, en la Vuelta no hay la locura de público y atascos que hay en el Tour y es más fácil moverse con el coche y la bici.
El lunes 9 de septiembre hay una última etapa en Pirineos, también corta (147 km), con final en Formigal por la carretera del puerto del Portalet. Antes se sube la Foradada y el puerto de Cotefablo, que se hizo tristemente famoso en la Vuelta e España por el accidente que sufrió el alemán Raymond Dietzen en 1989. Fuera de los Pirineos, la etapa más próxima a Euskadi será la del jueves 12 de septiembre cuya meta se sitúa en la Peña Cabarga, muy cerca de Santander. Será una etapa de 186 kilómetros con un final muy duro por Cantabria lleno de subidas como Estacas de Trueba, La Braguía y El Caracol antes de afrontar esa pared que es Peña Cabarga.
En la Vuelta de 2010, el corredor del Euskaltel Euskadi Igor Antón no llegó a pelear en sus rampas en una Vuelta que tenía casi en el bolsillo por una grave caída antes de iniciar la subida final. Ojalá este año, el último del equipo de casa, alguno de nuestros corredores nos haga vibrar allí, tan cerca de Euskadi.
*Cicloturista