vitoria. Todas las miradas estaban depositadas en él. Ganador de tres oros, una plata y dos bronces olímpicos, además de una veintena de medalla mundiales y otras tantas en piscina corta, Ryan Lochte hubiera sido ídolo de masas o estrella nacional en cualquier país del mundo pero le tocó ser contemporáneo de Michael Phelps, el considerado mejor nadador de la historia con catorce oros olímpicos, ocho logrados en Pekín 2008. Ayer, fue el principal reclamo de todos los presentes en Mendizorroza por su espectacular complexión física. Pese a su poco más de 1,80 metros, su imponente tren superior fue la comidilla de las charlas improvisadas durante la recepción brindada por el alcalde al equipo norteamericano.

Al igual que sucede en otras modalidades como la gimnasia y el atletismo, la natación es otra disciplina que obliga a llevar un espartano régimen de entrenamiento. La mejora de una simple centésima implica un sacrificio máximo y constituye una dificultad evidente hasta para la estrella más rutilante del agua. Según desveló ayer Missy Franklin, "entrenamos todos los días en la piscina entre dos y cuatro horas, más luego otra en el gimnasio".

Para mantenerse en la elite, todos se ven obligados a trabajar día y noche con el fin de sacar el mayor provecho posible a unos físicos excepcionales. Aunque no sólo de entrenamiento vive un nadador: la alimentación también es vital. Por increíble que parezca, Phelps consumía 12.000 calorías diarias según una investigación de la BBC. O, lo que es lo mismo, la cantidad con que se alimentan cinco adultos. El deportista olímpico más laureado de la historia desayunaba tres sándwiches de huevos fritos, con queso, tomate, lechuga, cebollas fritas y mayonesa; tres panqueques con chocolate; una tortilla de cinco huevos, tres tostadas cubiertas en azúcar y un tazón de una avena de maíz. Para comer, Phelps ingería medio kilo de pasta enriquecida; dos sándwiches de jamón y queso en pan blanco con mayonesa. La cena, por último, incluía otro medio kilo de pasta y una pizza grande. El mediático Nathan Adrian fue concluyente en su opinión al respecto. "Para ser más rápido, no sólo es importante lo que haces dentro del agua, sino también fuera con la nutrición. Alejados de la piscina, debemos tomar decisiones sabias", confesó.