Habría que retrotraerse décadas en el tiempo, tal vez hasta los dorados 80, para encontrar un Campeonato del Mundo de la categoría reina con más carga de competencia que el que está por acontecer desde hoy bajo la noche de Katar. Desde luego, desde la entrada en vigor de MotoGP, hace ya doce años, no se había presentado una temporada tan cautivadora como la presente, la segunda tras el retorno a la cilindrada de 1.000 centímetros cúbicos, en la que cuatro pilotos sobresalen por encima de los 24 que compondrán la parrilla de la máxima cilindrada. Cuatro magníficos que suman la friolera de 18 títulos mundiales, aunque la mayoría abarcados por un renacido Valentino Rossi. Así, como en una segunda juventud, se siente el italiano desde que regresara a los lomos de la Yamaha, donde Jorge Lorenzo aspira a prolongar su reinado a base de martillo y mantequilla. Honda será el enemigo público de la marca de los diapasones, ya sin muros esta última. Dani Pedrosa y Marc Márquez son las otras dos excelencias, los llamados a recuperar el trono de la firma alada. Un apoteósico cuarteto para la ceremonia por la corona, desde la incuestionable madurez de Il dottore hasta la escandalosa precocidad de SuperMárquez pasando por los asentados Giorgio y Dani, se sitúan ante una alfombra de récords por pisar.

El vigente campeón Lorenzo y Pedrosa, que amasaron trece de las 18 victorias en 2012 -el morbo está en ver cómo sacan de ahí sus tajadas Rossi y Márquez-, son las puntas de lanza, los más aventajados por la lógica de la experiencia con sus máquinas, por venir siendo los pilotos franquicia de las dos principales fábricas. El mallorquín, aunque con el dorsal 99, es el número 1 y persigue su tercer título de MotoGP, mientras el catalán, ganador de seis de las últimas ocho pruebas del año pasado -y su resaca aún perdura-, ansía el primero para mostrar al mundo de una vez por todas que puede ser campeón y descolgarse el sambenito de segundón. Ambos viven en su plenitud y han hecho de la Yamaha y la Honda lo que ahora son, pero esta vez el primer rival para ambos se hallará en el compañero de box. Y vaya dos. Nadie duda del talento de Rossi o Márquez, pero sí se puede debatir sobre la capacidad que proyectarán para prolongarla en el tiempo. La cuestión es la solidez, la firmeza y constancia de estos cada domingo.

un invierno de igualdad Los cuatro baluartes han copado precisamente once de las doce tablas de tiempos oficiales a lo largo de la pretemporada, con la excepción de los IRTA de Jerez, encabezados por Crutchlow. En Sepang, Pedrosa (2:00,100) lideró los tres días de la primera etapa de pruebas, al igual que hizo en dos días del segundo ciclo celebrado también en Malasia, pero en este caso fue Lorenzo (2:00,282) quien firmó el mejor tiempo global una vez cumplidas tres nuevas sesiones en Sepang.

Luego llegarían las pruebas privadas de Honda y Yamaha en Austin, Texas, donde Márquez se alzó durante las tres jornadas con un mejor crono de 2:03,281. Un periodo estadounidense que le confirmó como aspirante a todo -el dato llamativo es que nunca se había rodado allí y fue quien antes y mejor se adaptó-, lo más inmediato, ser el más joven en ganar una carrera en la categoría reina, lo que desplazaría a Freddie Fast Spencer, que con 21 años se proclamó campeón del mundo de 500, aunque este debutó en la cúspide del Mundial de motociclismo. El rookie Márquez luce 20 primaveras y ante sí tiembla la historia del motociclismo, porque, alimentadas las expectativas en torno a su figura a golpe de episodios inéditos, nadie conoce sus fronteras ni la capacidad para reescribir la historia.

Por último, en la bajada de telón de la pretemporada en Jerez, tras mandar Pedrosa, Lorenzo y Márquez, apareció el eterno Rossi. El italiano, en el único día de los tres en los que se trabajó con el asfalto completamente seco, lideró el tablero. Si bien, en la jornada postrera, Crutchlow (1:39.511) haría estallar la sorpresa rebajando el tiempo de Valentino por 14 milésimas, aupándose en la general. No obstante, el inglés fue el único que aprovechó un resquicio de coartada del cielo para ser el más rápido. A pesar de lo cual no le priva de candidato a un buen número de podios esta campaña. Es la alternativa al cuarteto.

Y es que buscando quebrar semejante barrera jerárquica de los podios rodarán precisamente Crutchlow, Bradl o Bautista -estos últimos con máquinas Honda pero con suspensiones distintas; el alemán con la Öhlins oficial y el talaverano con Showa-, incluso las Ducati oficiales de Hayden y Dovizioso, con un futuro inmediato cargado de incertidumbre, pero ansiando acceder a la trinchera de los éxitos para dar sentido al trabajo de la necesitada casa italiana, que ha puesto a los mandos de su equipo satélite Pramac a Spies y Iannone, reorganizando toda su estructura -con la llegada del propietario Audi ha salido Filippo Preziosi, padre de la Desmosedici- tras el fracaso de la apuesta con Rossi. Será un curso de reinvención para la marca de Borgo Panigale, que espera no mecerse en un campo dispuesto para las CRT.

Este concepto de motos privadas se presenta ante en su segundo año de comparecencia en el campeonato. La mitad de las máquinas, hasta doce, serán motocicletas CRT que en su primer curso transformaron la arena del circo de MotoGP en dos mundiales paralelos. De Puniet y Espargaró, campeón y subcampeón de esta subcategoría, son los rivales a batir por Edwards o Barberá.

En cuanto a las incorporaciones al Mundial, Márquez es indiscutible candidato a mejor rookie, ante Bradley Smith, Bryan Staring, Michael Laverty, Claudio Corti, Lukas Pesek y Iannone. Los nuevos rostros.

Uno de los alicientes para esta campaña será contemplar la respuesta del nuevo formato de clasificación para la parrilla de salida, donde los entrenamientos libres determinarán la participación en la ronda final, estilo a la Fórmula 1, que configure el orden de salida, otorgando mayor interés y trascendencia a todo el ciclo de un gran premio.

El peso es otra novedad, con un incremento de cinco kilos, dejando el total de una MotoGP en 160. Además, este curso se instauran las sanciones por puntos. Con 4 puntos se sale último en la siguiente carrera, con 7 se parte desde el pit-lane y con 10 no se corre el siguiente Gran Premio. Está por definir qué acciones implican tal o cual sanción.

Cambios que no oscurecerán la divina competencia conformada por cuatro pilotos que hacen de este campeonato el más excelente de las últimas dos o tres décadas de carreras.